Capítulo 15

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Dos semanas después de que Marcos desapareciese, Rocío estaba esperándome en la puerta de la tienda una tarde al salir de trabajar.

-Supongo que te imaginas por qué estoy aquí.

-¿Te lo ha pedido él?

-No, no sabe que he venido a hablar contigo. ¿Me acompañas al bar? Puedes ir tranquila, Marcos no está.

Nos sentamos en una mesa al fondo, Vicente estaba en la barra y no había ni rastro de él.

Rocío me contó que el último domingo que estuvimos juntos, Marcos llegó a casa muy mal.

No quiso contarles nada, se encerró en la habitación y no salió de allí hasta el día siguiente.

Cuando Rocío subió a verle al mediodía, estaba recogiendo el ordenador, los apuntes de la academia y algo de ropa, le dijo que se marchaba a la parcela unos días porque necesitaba estar solo.

No supieron nada más hasta el domingo siguiente, estuvo hablando con sus padres y se disculpó con ellos y también habló con Alberto, le pidió que no fuese a verle y que no le llamase, no quería ver a nadie.

-Está bien, parece más tranquilo. Nos ha dicho que se quedará allí un tiempo, esta semana ha vuelto a la academia, y las tardes que tiene clase se queda a comer en mi casa. Ayer preguntó por ti, pero me pidió que no te contase que lo había hecho, quería saber cómo estabas y si seguías viniendo al bar.

-¿Y entonces por qué me lo cuentas?

-Porque conozco a mi hermano, por alguna razón Marcos se siente culpable, y sea lo que sea que haya hecho, está intentando arreglarlo, creo que está haciendo esto por ti.

-La noche que discutimos, le dije que no parecía el mismo y que tenía que recuperar su vida. Supongo que eso es lo que intenta, pero no creo que lo haga por mí, a mí me está excluyendo. Esa noche me dijo cosas muy feas, y si te ha pedido que no me digas nada, es porque yo soy parte del problema.

-No Lucía, yo sé que Marcos te quiere, al igual que quiere a mis padres, aunque se haya portado mal con ellos. Es solo que ha empezado por lo que le resultaba más fácil. Puede que se esté equivocando, pero él cree que necesita hacer esto solo, y debemos dejar que lo intente, no te des por vencida con él, aún no.

Las palabras de Marcos me habían dolido, pero eso no hacía que dejara de quererle y de preocuparme por él, me alegró saber que estaba bien y que intentaba arreglar las cosas, aunque no entendía por qué lo hacía apartándome de esa manera.

Si Rocío tenía razón y lo hacía por mí, entonces ¿por qué se alejaba?

No era la primera vez que discutíamos, aunque sí había sido la más fuerte, pero siempre pudimos hablar.

Esta vez era diferente, esta vez Marcos no me quería cerca, como tantas veces me había dicho.

Desde aquel domingo en que discutimos, había pasado por muchos estados anímicos y había sentido muchas cosas.

Dolor, rabia, enfado, decepción, tristeza, soledad, pena, preocupación... pero con el paso de los días, y después de hablar con Rocío, lo que más sentía era culpa.

Marcos necesitaba ayuda mucho antes de lo que yo intenté ofrecérsela, pero no la tuvo, vi lo que estaba haciendo, sabía que estaba mal y no hice nada por él.

De todas las cosas que podían estar mal en su vida, yo era la que más daño le estaba causando.

Era yo quien debía alejarse de Marcos.

Pensé de nuevo en ese hilo rojo que nos unía, la leyenda decía a pesar del tiempo, del lugar y de las circunstancias.

A Marcos y a mi parecía no quedarnos nada en ese momento, quizás el hilo se había roto, y si no era así, tenía tantos nudos y tantos enredos, que ya resultaba casi imposible deshacerlos todos.

Marcos y LucíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora