Capítulo 10

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Ese lunes me desperté especialmente cansada pero curiosamente me daba igual.
Tenía agujetas en las piernas y juraría que en la cara también, de tanto sonreir.
Estaba feliz, casi había olvidado lo que se sentía cuando todo parecía ir bien.
Al mediodía como siempre, emprendí mi camino hacia el bar, con mi mp3 conectado y tarareando bajito todas esas canciones que había escuchado con Marcos la tarde anterior.
Era un día extraño, a pesar de estar en febrero y vivir en una ciudad con inviernos bastante fríos, había un sol cegador.
Bajé del autobús sin apenas ver dos pasos más allá de mí, el sol me daba de frente mientras intentaba acercarme a la parte derecha de la acera, buscado algo de sombra.
No fui capaz de enfocar la mirada hasta pasados unos segundos y cuando lo hice, la imagen que encontré ante mis ojos no podía ser más tentadora.
Marcos estaba allí apoyado contra la pared, vaqueros oscuros, camiseta blanca, esa cazadora de cuero negra que le sentaba tan bien ajustándose en la parte superior de los brazos, las manos metidas en los bolsillos, gafas de sol y una sonrisa de medio lado que combinaba a la perfección con su vestuario.

-¿Qué haces aquí?- pregunté.

No me dio tiempo a decir nada más, él tampoco pronunció ni una sola palabra.
Me besó con ansia, sujetándome por la nuca y enredando sus dedos en mi pelo al mismo tiempo que me agarraba por la cintura con fuerza, como si creyese que iba a escaparme.
Fue un beso profundo, húmedo y lleno de intenciones.
Me pareció que incluso sobrepasaba lo moralmente aceptable para estar en un lugar público, pero respondí igualmente, porque ya era inevitable para mí negarme a ese placer.

-No me parecía apropiado hacer esto en el bar, hoy está mi padre. Y tampoco iba a quedarme con las ganas, así que he salido a buscarte.

Podía sentir como me ardía la cara por el sofoco y me quedé inmóvil, realizando verdaderos esfuerzos por introducir aire de nuevo en los pulmones, me había dejado literalmente sin respiración.

-¿Y te ha parecido apropiado hacerlo aquí, en mitad de la calle?
-Si no estuviésemos en la calle, esto no se habría quedado solo en un beso- dijo mordiéndose el labio.

Aquel gesto había adquirido un nuevo significado, sus ganas de besarme ya no solo eran solo eso, ahora implicaban ganas de mucho más.
Y por mucho que de mi boca saliesen palabras que le hacían creer que me había parecido casi indecente, mi cuerpo expresaba algo muy distinto, y es que, durante aquel intercambio de frases, no había sido capaz de separarme ni un centímetro de él.
Nos dirigimos al bar como si nada hubiese pasado, Vicente me recibió con una sonrisa y un café con leche calentito, aunque mi temperatura corporal en ese momento pedía a gritos unos cuantos cubitos de hielo.
Marcos entró en la barra y su padre aprovechó ese ratito para irse a descansar un poco.
Me contó que por la mañana había estado en una de las academias que me enseñó la tarde anterior, estaba cerca del bar y las clases eran muy completas así que al final se había decidido por aquella y empezaría la semana siguiente.
Asistiría a clase algunas tardes, y tendría que reducir las horas de gimnasio pero no le preocupaba demasiado porque en la academia también le preparaban para las pruebas físicas.
Iba a estar más ocupado durante el día, lo bueno es que la mayoría de las tardes ya estaría libre a las 8, así podríamos coincidir algo más entre semana.

-¿Qué harás esta tarde?- preguntó.
-He quedado con mi hermana, los días que he pasado por casa de mis padres no estaba y no la veo desde navidades. Creo que tiene un novio nuevo y me quiere hablar de él así que iremos a tomar algo y me pasaré dos horas escuchando lo guapo que es y lo feliz que la hace, como los tres últimos novios que ha tenido.
-Y tu ¿le hablarás de mí?- preguntó curioso.
-Las consecuencias serían terribles. Si le hablo a mi hermana de ti, ella se lo contará a mi madre, y eso puede provocar que un día sea capaz de presentarse aquí solo para verte, después me llamará y me enfadaré con ella porque como siempre, dirá algo que probablemente me moleste.
-¿Algo como qué?

Marcos y LucíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora