Fármaco/Erotismo

3.

Soy insuficiente; no existe otra forma de describirlo. Por más que encontremos sinónimos y eufemismos; caeremos en las instancias de siempre. No te genero emoción alguna; no soy un motor ni emano chispas de interés para subsanar tu curiosidad inminente. Soy una bestia y tú tomas el aspecto de aquella situación que puede ayudarme a recobrar el sentido.

Pero eso poco importa.

Te he confundido con el vientre y con el fuego; ardía tu vulva como la hoguera infinita, un juego de ajedrez sin retorno, un demonio dorado. Fallo siempre al intentar confundirte y hacerte creer que no deseo sodomizar tu cuerpo cuando te veo dormida. La violencia podría generar tanto alboroto en el vecindario; correría la gente a detenerme y, seguramente, traerían sus balas y hachas. Pese a ello, no puedo negar que tu sombra también recrea mi lujuria. A penas puedo mantenerme consciente; ya casi no distingo quién eres.

Pero eso poco importará después.

Creo que no he dormido en años. Me he empecinado en las mismas búsquedas; la inmortalidad oceánica, el fantasma de arena, la biblioteca de Alejandría. Y de ello, solo me he topado con unos ligeros rastros de tu calor. Soy demasiado necio como para entender que debo detener la travesía indomable; yo te sigo porque solo así me encuentro, te imagino para sobrellevar todo este infortunio. Sueño que voy y llego a la soledad aquella que tanto buscabas; el lugar donde nadie gritaba ni sabía tu segundo nombre.  Insisto en seguir de esta manera; hace tiempo que luzco enfermo y abatido. No he vuelto a ver la luz en la ciudad del fuego.

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