XVII.

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Mientras tú te guardas allá en la distancia; yo me sigo expiando aquí, con mis culpas, degradándolas entre los vicios.

Trazando mi figura ornamental sobre un bosquejo cruel y desfigurado, un recuerdo sin nombre, un rostro sin voz.

Mientras asemejo y voy creando puntos de quiebre entre la aceptación y la esperanza de tu regreso ya he fumado más de trece cigarrillos, hace cuatro horas de tu partida; me ha costado mezclarme entre los minutos y rebuscar en las manecillas, del viejo reloj caoba, explicaciones a tus actos temperamentales. A eso de huir sin avisar y de regresar cuando la cobardía se acabe. Con el humo rasgando mis pulmones y el cáncer extendiéndose sobre la piel, respondo con ira y enojo a tu engaño, a tu labilidad, a la falta mordaz de seriedad por el cobijo, por el cariño, por el siempre.

Lo cierto es que, entre cigarro y cigarro, voy desgarrando cada sueño creado y cada promesa pactada. Me deslindo de todo lo relacionado a nosotros y declaro oficialmente luto local.

Hoy vagaremos en penitencia por lo que fue un día pero mañana daremos pasos buscando rellenar nuevas obsesiones con nuevos calores; ofertando y demandando, recreando el negocio de la ambigüedad. Ocultándonos frente al público. Empapándonos de vino en la oscuridad.

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