Opium (V).

1 0 0
                                    

Sé que necesito detener este comportamiento que tanto daño me ha traído. Mis pulmones gritan por un momento de piedad. Mi lengua, remite querer probar un último dejo, cientos de veces. Suelo creer que mi falta de voluntad es resultado de mi desinterés mórbido a las cosas; me apena ser esta muralla de derrotas y francas ironías. Si el mundo pudiera etiquetarme en la frente con sus voraces normas de solidaridad o penitencia; diría, con letra impía, "mentiroso". Me he engañado todo este tiempo, me he mentido más de lo permitido y ahora mi estado mental se empecina a colapsar poco a poco. La tristeza de toda esta magna pretensión ahora se rebusca entre viejas cartas y libros sucios, con letras hechas polvo. Nada pueden otorgarme mientras mi cuerpo se deshace en pequeñas moléculas de aire que claman por un instante más.

La gente debería abstenerse de las culpas. El frenesí que despierta este salvajismo es comparable al orgasmo que prendió con dulces llamas el velo de las sombras. Cuánto falta para que la cordura explote y se deshaga en remembranzas sin forma. Recuerdo a madre, entre la abstinencia atroz; y siento el golpeteo de su indiferencia en mi ser. Tantos años odiando y amándola; pues es lo que hace todo el mundo. Así he tratado de disminuir aquel conflicto soez y pretendo creer que no soy el peor de los sujetos, pero ¿quién no lo ha sido?

Vienen los destellos de culpa y el sonido del piano moribundo, junto a la nota clandestina de un violín bolchevique; hacen que se prenda una llama más poderosa entre la nada. ¿En dónde estoy ahora y por qué estas cadenas adormecen todos los rincones del corazón? A donde me lleve el bestiario morfínico, tengo que recordar que el viaje me tiene aquí. ¿He estado libre o me encuentro encadenado a mí? Me comulgo: dejar de ser tan fenomenológico. Resuelve el rompecabezas mental. Escapa de la adicción. Si vuelve a tomar la hierba fresca, entre tus dedos, se colará entre la madera de la pipa; y entonces el cuerpo convulsionará con el estupor del amor y los sueños. Todos deberían sentir esta desconexión al punto de la barbarie. No hablar de jeringas ni inyecciones. Hablar de humo y vapor, de piel e inhalación, de contacto y sostén; de mantener dentro de las vías respiratorias las centellas de vida y muerte. De no tener algo entre los ojos más que el serpenteo del aire.

¿Qué sería del mundo sin dolor?
Bajo el opio se guarda la ideología de Dios.

Por querer.
Por querer arder, bésame.
Para arder.
Para arder, bésame.

Muéstrame uno de tus miedos para quitarle la filia.
Entrégame de tu necro-aurora para intuir que sigues
oculta bajo el recuerdo vehemente de una palabra
y dos bocas.
Sé que hemos hablado, todo este tiempo, sobre lo
desastroso que es intuir que el amor nos durará una
eternidad.
Muéstrame todas las promesas que te han hecho antes;
quizá la magia de mi necro-aurora puede destilar
sobre tus halos de dudas y llenarte con el cobijo
que siempre he deseado.
Muéstrame de tu pecho para atarme a ti y deja entrever
qué hay bajo tu falda de papel.

¿Por qué quemas tanto como si fueses el infierno?
¿Por qué quema tanto tocarte la piel?

¿Por qué quiero morder de la vulva de fuego
y mezclarme con lava hirviendo
del dichoso final?
¿Por qué quiero morder de tu cuerpo ígneo?

¿Por qué?

----------------
Síguelo en:
Wordpress: https://farmaero.wordpress.com

Facebook: Fármacoerotismo.
https://m.facebook.com/farmacoerotismo/?locale2=es_LA

Fármaco/ErotismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora