Sobre los encuentros con una lectora (II).

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Solo quedan los rastros de calor dibujados, en la arena, por el contorno de tu trasero.

Una gruesa cúpula de cristal y mar se esconde entre tus piernas de sal. Hay una maleza más allá de tus rodillas y un náufrago en la pesadez de tus talones. Desde aquí puedo mirar todo el tesoro que acaso buscan los Piratas y Capitanes de los Mares, una tierra rosa impregnada por dos labios melosos y cientos de centellas, de besos y humedad trivial, un lugar oculto y callado que implora ser conquistado y destrozado de forma cruel, tierna y sutil.

Las aves se estampan alrededor para contemplar tu figura. La espuma en tus pies baña ahora también la bahía de tus pechos, la reflexión del sol ilumina la senda de tu ombligo hasta tu cuello; trazado con dudas y marcas de batallas, de camas, cadenas, de miedos, de ilíadas.

La lujuria en mí toma la forma de una explosión gigante de deseos que se transmiten hacia mi falo de arena.

Abro tus piernas con vistas al océano devorador. La inmensidad de tus cuevas contempla los vientos y sales del unísono. Las travesuras del agua llegan hasta ti y humedecen tu luz completa. Los fantasmas ahora viven bajo tus penumbras y es mi deber expulsarlos.

Mi falo de arena y mi fuerza oceánica entran en ti, sin compasión alguna. El roce y el dolor frenético te impulsan a enterrarme tus pirámides en la espalda. Ahora sangra y arde mi piel; pero el placer es mayor cuanto más excavas.

Las ligeras mordeduras de tu pasión se estremecen contra mi hombro, prolongas tus dejos de amor con tintes carmesí. Mi cuello y mi oreja son también devotos de tu magia sirena o ¿es acaso tu encanto de medusa?

Un tenue beso en el ápice del falo y ahora el menester será más grande. La lubricación, más ligera; y la dilatación, más esencial.

Crecerá más mi falo de arena.

Dentro de ti.

Crecerá así un hálito de barcos y pescadores, remando contra la tormenta de sensaciones y sintiendo plenitud entre las olas.

Mueve tu contorno en mí al ritmo de tu mar y somete tus deseos a las señales del faro. De la luz que nos alumbra en la oscuridad.

La arena y el cielo no nos soportan más. La tormenta se ha terminado.

Una brillante y blanca explosión de hervor y líquido emerge de mí hacia tu interior.

Tu arena y mis juguetes de playa, tus garzas y mis anclas de madera, tu inocencia cautiva y mi labor marítima, me hacen llevarte de nuevo a las aguas profundas, me invocan al sueño eterno bajo el denso mar. Me susurran las aguas turbulentas que duerma soñando contigo y que te desnude en la playa para ver el mestizaje debajo de tu piel, que te implore que dejemos de encontrarnos entre las letras y cartas; y mejor empecemos a ‘coger’ en tierra firme.

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