CAPÍTULO DIECISIETE

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CAPÍTULO DIECISIETE

—Creo que me gusta...—bebió de su vaso, y degustó el trago como si de catador se tratase.

Sus ojos claros se perdían en las olas del mar que iban y venían sin igual, el sol que se ponía chocaba en ellos y los achinaba. Una fría brisa marina soplaba en la playa, obligando a las manos a esconderse dentro de los bolsillos del impermeable, tornando a las mejillas rojas y resecando sus labios.

—¿¡Qué!? ¡Vos estás loco! Es una nena no tiene más de quince años—exclamó Mark que casi se ahogó en su trago al escuchar las palabras de su amigo.

—Solo nos llevamos dos años...—habló Tobías sin entender la reacción de Mark.

Una expresión pensativa se dibujaba en su rostro con la mirada perdida, su ceño fruncido y su voz profunda. Quizá su cuerpo se hallaba en aquella playa al lado de su amigo, tomando fernet y viendo el atardecer. En cambio, su mente divagaba por los recuerdos de la noche anterior. En el viento helado que despeinó a ambos e hizo un desastre con el alisado de Liz y que fue la excusa perfecta para rodear con su brazo a la chica que le daba tanta ternura; en el auto que dobló como si nada en una esquina y los obligó a cruzar corriendo la calle; ese cordón con el cual ella se tropezó, y su rodilla lastimada, que fue la razón por la cual se valió para cargarla hasta su casa.

—Pronto van a ser tres...

Tobías rodó los ojos.

—Es linda...—dijo pausadamente—muy linda...y tengo unas ganas de darle un beso...

Se calló cuando se escuchó pensando en voz alta y rogó porque su voz baja no hubiese sido escuchada por su amigo.

—Sabés que no es sólo la edad. Es evidente que no viven en el mismo mundo. Son muy distintos—agregó—Además, lo quisiste hacer y te corrió la cara...

—Pero es muy...dulce.

Mark hizo una mueca.

—Es parte de tu familia. Nadie va a ver bien eso.

Tobías miró seriamente a su amigo y dio un sorbo más a su vaso. Una mueca traviesa se formó en sus labios.

—Eso hace que quiera intentarlo aún más.

—Es parecida a Sofi por eso te gusta.

Los ojos de Tobías se abrieron como platos ante el comentario inesperado de su amigo. Su cabeza dio un brusco giro para observar detenidamente a Mark y tratar de entender por qué había nombrado a aquella chica por la cual tanto había sufrido y tanto tiempo había llevado olvidarla.

—¿Qué?—se encogió de hombros el mayor, sin entender la expresión de asombro de su amigo.

—¿Por qué la nombraste? Llevabas tanto tiempo sin decir su nombre...¡Casi rompías tu récord!—exclamó alzando la voz Tobías.

—¡Superala! Es la verdad, tienen cosas en común.

Tobías negó con la cabeza. La seriedad se había adueñado de su rostro, se había petrificado su mirada dirigida hacia mar y su semblante serio. Se llevó el vaso a la boca y bebió hasta la última gota de alcohol.

—Ey—intentó Mark llamar la atención de su amigo—perdón, se que te duele todavía. Mala mía.

Tobías hizo una mueca que pronto se transformó en sonrisa.

—La cargué aúpa hasta su casa—le comentó a Mark con la intención de cambiar de tema.

Mark lo golpeó en el hombro.

Sobre El Amor Y Sus Posibles DesaciertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora