CAPÍTULO CINCO
La mejilla izquierda de Ezequiel necesitó hielo después del golpe que le dio Sofi, pero como estaban en el medio del campo no le fue posible conseguirlo.—¿¡Qué carajos hiciste!?—gritaron ambos al unísono, Sofi petrificada con los ojos abiertos por el inesperado beso y Ezequiel con su mano izquierda sobre la mejilla que había recibido la cachetada.
Los dos esperaban atónitos y boquiabiertos una explicación por parte del otro.
—¡Solo te quise dar un beso!—se excusó él.
Ezequiel la miró con una expresión de incredulidad buscando una respuesta sin entender qué había hecho mal.
Sofi no sabía con seguridad por qué lo había golpeado, tal vez habían sido los nervios de echar a perder el momento especial, quizá por la sorpresa de la situación o por querer demostrarle que él no iba a obtener lo que quería de ella tan rápido. Había sido una respuesta de su cuerpo casi mecánica, un reflejo.—¡Y yo solo quiero que me lleves a la casa para sacarme el barro de encima!—pidió ella.
Sofi al ver la cara de desconcierto del chico, su ceño fruncido, su mirada confusa y fija en ella y su boca entreabierta, comprendió lo ridículo de la situación y comenzó a reírse de su expresión de idiota, que a la vez era enternecedora y con un tinte de inocencia. Se tentó más y más hasta sonrojarse y que el abdomen le doliera. A la par de ella, Ezequiel también soltó una carcajada forzada porque todavía no entendía qué había pasado.
—Perdón, te pegué muy fuerte—se disculpó ella entre risas, logrando quitar la expresión de idiota del rostro de Ezequiel, quien suspiró aliviado y mostró sus dientes blancos en una enorme sonrisa.
De repente Sofi lució seria.
—Pero te lo merecías.
—¿¡Por qué!?—chilló él, indignado.
—Porque sí—se justificó—Ahora volvamos, necesito bañarme.
Fue la mejor ducha en años. Sofi perdió la noción del tiempo cuando el agua caliente tocó su piel y el vapor inundó por completo el baño. El aroma y la espuma del jabón eran exquisitos, hasta las toallas olían como jardín de flores. De repente, ya no le importaba la caída del caballo, las risas de los abuelos de Ezequiel al verla llena de barro o las burlas de las tres yeguas y los amigos que los esperaron en el porche. Simplemente se relajó y respiró ese refrescante olor a flores hasta que golpearon la puerta para preguntar si aún seguía viva y volvió su mal humor, odiaba que la apresuraran. Sin embargo, no se molestó en darse prisa sino que tomó todo el tiempo que necesitaba para secarse, vestirse y peinarse.
—¿Y vos, cómo te llamas?
La rubia que vestía botas de lluvia había dejado de lanzarle palitos de queso a la boca del chico cara de rata, su novio, y había reparado en ella por primera vez. Eran tres chicas en la mesa: dos de ellas mellizas pelirrojas y la rubia, aparte de Sofi.
Se encontraban los cinco chicos y las cuatro chicas almorzando en un quincho alejado de la casa. Reggaeton sonaba a través de los parlantes conectados al celular de uno de los chicos y una variedad de snacks se encontraba esparcida sobre la mesa, además de dos botellas de gaseosa (la tercera ya había sido volcada) y nuggets de pollo.
Juan, Sol (pelirroja uno), Luna (pelirroja dos), Lucas y Cara de Rata estaban sentados de un lado de la mesa; en frente, Sofi, Ezequiel, Marquitos y Ariana (la rubia de las botas de lluvia).—Sofi.
Luego de que Ezequiel le pidiera que intentara embocar los palitos de queso en su boca y ella repitiera una y otra vez que su puntería era peor que la de un hámster, aceptó hacerlo. Como ella predijo, el palito terminó en el ojo de Ariana las tres veces que Sofi lo arrojó. Fue el centro de atención la siguiente media hora por ser la chica nueva del grupo, solo treinta minutos de preguntas porque sus respuestas fueron tan aburridas que los chicos dejaron de intentar encontrar algo divertido en su vida.

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Sobre El Amor Y Sus Posibles Desaciertos
Ficção AdolescenteDos vidas, una historia y un solo hilo que une ambos caminos. Sofi, una adolescente, sufre los efectos secundarios de un desamor que trata de olvidar. Un año de despedidas, encuentros y reapariciones. Descubrirá que el primer amor no es tan fácil de...