33. Memorial.

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El diario el Profeta estaba sobre la mesa, Scorpius observó la foto de Lily y Victoire en primera plana, así que se dispuso a leer de inmediato, ocasionando un ceño fruncido de su novia.

—Un año ya –murmuró recelosa –y nadie ha sabido nada de ellos ¿no crees que es bastante raro que doce magos desaparezcan y nadie los viera? –se burló.

—No sé si es o no raro, soy Sanador, no Auror o resuelve misterios –bufó.

Amor –lo sujetó del brazo –mis padres vienen a la ciudad y quiero que cenemos con ellos, hace mucho que no los ves.

—Bueno, vienen a la ciudad cuando tengo trabajo que hacer.

—La gente te está llamando uno de los mejores Sanadores de todo Reino Unido ¿no crees que tienes que ascender y dejar atrás a ese hospital mugriento?

—San Mungo me ha formado desde que entré a la Academia de Sanadores, soy lo que soy gracias a...

—La mala amiga Lily Potter –se burló –ya ¿no me piensas decir nunca por qué dejaron de hablarse?

—Me encantaría, pero tengo trabajo.

Scorpius huyó de su novia antes de que esta siguiera interrogándolo, y sin querer, le dijera que le confesó sus sentimientos a Lily, esa información en manos de Bree, ocasionaría una batalla campal contra la pelirroja que no tenía la culpa y para colmo, no sentía nada por él.

San Mungo estaba tranquilo ese día, al parecer, podría salir tranquilo y cenar con los señores Stewart, estaba pensando en presentar a su padre con ellos, quizás ya era tiempo de que algo así pasara, su mirada se dirigió al final del pasillo, donde una jovencita pelirroja de pantalones color verde botella y chamarra guinda estaba, su corazón se detuvo un micro segundo, y todos sus pensamientos sobre la cena se fueron al basurero mental.

—Muchas gracias por lo que hizo, señorita Potter –sonrió una de las medimagos.

—Ha sido un placer –contestó en su natural tono de voz.

El tiempo se detuvo y un momento después, fue como si jamás se hubieran peleado, como si tan sólo la noche pasada se despidieron, ella giró en su mismo eje, y le observó atenta, no dijo nada, simplemente permaneció ahí.

—Sanador Malfoy, la señorita Potter ha venido a regalarle una escoba a Timothy –sonrió la mujer mayor.

—Vaya ¿en serio? ¿Se han vuelto la caridad? –soltó, ganándose un ceño fruncido de la medimago y un golpe en las costillas de la misma.

—Lo lamento, señora Keller.

—Si puedo ayudar en algo más, no duden en decirme –le sonrió a la mujer –Shev me podrá avisar, con gusto traeré más.

—Les ha alegrado mucho la estancia aquí.

—Lo que esté en mis manos, delo por hecho, con permiso –observó a Scorpius –Sanador Malfoy, con permiso.

Ese comentario normalmente no le habría enfadado, pero claro que no era la misma Lily de un año atrás, y él no era el mismo chico tampoco, ahora estaba más que comprometido con su trabajo, y no iba a permitirse seguir distrayéndose con una mujer que no lo amaba y jamás lo haría.

—Hola Scorpius –sonrió Angelina Clark.

—Hola Angie –saludó –estás muy temprano por aquí ¿no crees?

—Sanadora, su paciente la señorita Potter ya está aquí, supongo que la está esperando en su consultorio.

—Creí haberla escuchado por este pasillo.

La Historia Fue || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora