2. Una Slytherin en la Familia.

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Lily Luna Potter se dejó caer en la cama, suspiró agobiada, lo que le faltaba era tener a Malfoy molestándola, si pudiese hacer que Rose se fijara en él y así la dejara en paz, sin duda lo haría, pero ni siquiera le hablaba a ella, desde que había sido seleccionada para Slytherin, Rose Weasley se había comenzado a comportar cortante con ella, menos cuando estaban en presencia de los adultos, esa era la razón por la cual Lily se sentía mal por sentirse bien siendo una Slytherin, era la primera de los Potter en ir a una casa diferente, y en lugar de estarlo disfrutando, tenía que esconderse para poder demostrar que no tenía problema alguno por ser una serpiente, como la llamaba con cariño su hermano James, que era el único que aunque sí sorprendido, no le molestaba el hecho de que fuese la primera en ir a una casa diferente, estaba feliz por ella, porque eso demostraba que era una chica capaz, sobresaliente y diferente.

Se quedó dormida rápido, tuvo un sueño extraño, pero no le prestó atención, sobretodo porque nada de eso le llamaba la atención.

Despertó aburrida, harta y con ganas de que el viernes llegara para poder deslindarse de los asuntos de las clases, tal vez por esa razón había decidido entrar al equipo de Quidditch, una porque después de la plática con su padre antes de volver al colegio, la había alentado a sobresalir en todo aquello que le gustara, y que ignorara a su hermano y a su prima si una rivalidad tonta entre casas los separaba, que ella disfrutara de su estadía en el colegio.

No disfrutaba mucho, Dominique, su prima favorita, y una orgullosa Ravenclaw, se había mudado con sus padres y hermano a Francia, y se había cambiado de colegio, dejándola sola, porque jamás se había molestado en hacer más amigos que ella.

Intentó rehuir cuando se topó con Scorpius Malfoy esperando a Audrey fuera del Gran Comedor, pero mejor intentó ir a desayunar algo e ignorarlo como siempre lo había hecho, no le interesaba ni una amistad falsa con ese arrogante y prepotente alumno, que para sus colmos era uno de los Prefectos.

—Buenos días Potter –sonrió encantado.

Lily pasó junto a él sin prestarle atención, a pesar de que había dormido bastante, tenía ojeras y seguía sintiéndose cansada, pero Malfoy no dijo nada sobre su aspecto, así que por eso se detuvo cuando volvió a decir su apellido.

—Olvidé decirte que si no quieres ser mi amiga está bien –sonrió.

—Qué bueno que lo entendiste rápido –se giró para seguir su camino.

—También olvidé decirte que tienes detención por un mes –el rubio le sonrió burlón cuando se giró de nuevo a observarlo.

—Es una broma –soltó.

—No, para nada, ayer volviste a la Sala Común después de las horas permitidas, lo cual indica que rompiste las reglas, estar fuera de la cama a altas horas de las noche, así que agradece que sólo ha sido un mes y no te he enviado a hacer tareas forzosas.

—Con tareas forzosas te refieres a que te presente a mi prima Rose ¿cierto? –el rubio se encogió de hombros.

—Ha sido tu sugerencia, no la mía, Potter.

La pelirroja entrecerró los ojos, la mirada de Malfoy jamás abandonó su rostro, no le juzgo por el aspecto, no la insulto, tal vez era un poco más maduro que ella y toda la tercera generación de Weasley o Potter, suspiró, sería honesta con él, así, se daría por vencido en intentar ser su amigo, ya sabiendo que Rose no la toleraba, y que no le hablaba, podría seguir su camino.

—Bien –tomó la nota que le extendió.

—Después de clases –sonrió y se alejó.

Lily entró al lugar, se sentó, sola como siempre y comenzó a desayunar, distrayéndose mientras leía el Profeta, con más especificación, las notas de su madre, no importaba, eran sus favoritas, así los demás dijeran que la razón es porque las escribía Ginny Potter, era mentira, la razón era porque su madre tenía talento, porque siempre lo había tenido, incluso antes de que Lily naciera.

La Historia Fue || ScorilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora