Rompecorazones | BTS

29 - Beso

JI MIN

No sé cómo he durado dos semanas sin mi dosis de Ji Ah. Llevo dos semanas sin hablar con ella, dos semanas sin verla sonreír. No la he visto sonreír desde lo que pasó. Duele pensar soy la razón por la que dejó de sonreír.

Intenté no pensar en ella, volviendo a mi antiguo estilo de vida, club, carrera de coches y beber. Diría chicas, pero estaría mintiendo. No puedo ni coquetear con otras chicas, ni siquiera mirarlas. Por alguna razón, me hace sentir como si estuviera engañando aunque no tenga novia.

Quiero que sea mi novia, tal vez. Pero la mayoría sabe que eso solo pasará cuando los cuervos se vuelvan blancos, en otros términos: nunca.

Tengo el puto mejor suerte en el este maldito mundo. Me he enamorado de alguien que ya tiene novio. Puto suerte del principiante. 

Está bien que nos ignoremos, puedo soportar eso. Puedo soportar no hablar con ella, ¿pero verla todos los días con Tae Hyung? Prefiero que me maten. 

Ver la persona que amas con alguien más es la cosa más dolorosa en el mundo. Otra parte triste de eso es que no puedes hacer nada sobre ello.

Joder. ¿Por qué no solo lo admite? ¿Que le gusto yo y no Tae Hyung? Aish. Estoy tan celoso. 

—Ji Min, deja de apuñalar el pollo con tu tenedor —dijo mi madre y mi brazo se congeló. Fruncí el ceño y miré hacia mi mano. Estaba agarrando el tenedor como si estuviera agarrando un cuchillo, mi madre tenía razón estaba apuñalando el cuchillo.

Maldita sea.

Solté el tenedor y bebí el vaso de agua. 

—Estoy lleno.

—Ni siquiera has comido —dijo mi madre y suspiré.

—No tengo apetito.

—Llevas desde la semana pasada sin tener apetito. ¿Tienes algún problema hijo? 

—Nada.

—Seguro que Ji Ah y tú habéis roto, ¿no? —dijo Ha Young con una sonrisa de lado.

—Ni siquiera estábamos juntos —contesté y ella sonrió ampliamente. De repente pensé que no debería haber dicho eso. Yo sé que a Ha Young le gusto bastante. Primero, es repugnante porque ella es prácticamente como mi hermana. Dos, no me gustan las chicas que se tiran encima de mi. 

—¿Qué pasó contigo y Ji Ah? —preguntó mi madre.

—Nada —suspiré.

—Deja de suspirar. Dime que ha pasado.