El adolescente amante de los superhéroes encerrados en viñetas de colores no era malo con las cintas de vigilancia y Manolo pronto tuvo lo que necesitaba.
En la imagen llena de nieve por la mala pantalla y que se paraba cuando no debía se adivinaba un coche rojo del que bajó una chica. Aunque se protegía la cara con una capucha bien calada, Manolo pudo reconocerla. La matrícula del coche, sin embargo no aparecía entera pero por un par de números que coincidían, el policía asumió que iba por el buen camino.
Ahora que sabía que era seguro el coche de su objetivo ya podía pedir en las ciudades cercanas si había pasado por ahí. Con el teléfono como una extensión de su oreja empezó a hacer llamadas mientras conducía para salir de la gasolinera. Además de saltarse la norma de utilizar el teléfono en carretera el joven dependiente le perseguía gritando porque tampoco había pagado.
Mala suerte para él, había sido su última oportunidad y había fallado enormemente. En su defensa se podía decir que no había sido su culpa pero eso no queda muy bien como excusa ante un despido inminente.
—El coche que busca pasó por Finisterre y por Santiago. Allí se quedó un par de días pero ahora se dirige a lo que parece ser la frontera con Francia.—le informaron a Manolo mientras éste se tragaba kilómetro a kilómetro saltándose en el proceso otras reglas más. No sé podía decir que no daba todo por su trabajo.
—Así que Irene se dirigía a Francia, seguramente quería salir del país cuanto antes—pensó en voz alta con las manos firmemente rodeando el volante.—¿Pero por qué hace eso?¿Por qué no ir directamente a Francia en vez de pasar por Galicia haciendo el trayecto tan largo?
En la carretera había un autoestopistas pero Manolo ni se planteó ayudarle. En su cartel ponía casualmente "Francia" pero él incluso aceleró. Siempre le había molestado los desconocidos y los vagos así que no pensaba recoger una persona que no conocía y que podía hacer el camino andando. Y si no, que trabajara y que se comprara un coche como había hecho él. Cómo se podía apreciar, Manolo era admirado por su empatía y su don de gentes. Todo el mundo que cruzaba unas palabras con él, lo notaba en seguida.
En cuanto pasó el hombre en apuros por llegar a donde era exactamente su destino, Manolo, con sus cuatro asientos libres en el coche, siguió con su monólogo. Cuando pensaba, y eso no pasaba a menudo, aprovechaba para oír el sonido de su voz. Muchas veces se dormía con la tranquilizante melodía de una grabación suya diciendo "Buenas noches" en bucle.
—Pues si se va a Francia, la tenemos ya. Le estaremos esperando y, a no ser de que tenga papeles falsos, la cogeremos. Y tanto que la cogeremos—Manolo se rió con adelanto ante la cara que pondría Irene.
Consideraba esto una victoria más para su intelecto y, el intento de huida de la chica con todas las autoridades movilizadas, un error de criminal principiante. ¡Cómo podía no haber pensado en eso!
—Coche negro de la marca Peugeot, frene y pare en el arcén, por favor.—le asustó una voz de megáfono proveniente de detrás suyo.
Manolo miró agitado de dónde provenía esa orden tan molesta. Era un coche policial que le perseguía, indicando con su logo oficial que debía hacer caso.
—¿Qué pasa oficial?
—¿Sabe a qué velocidad iba?
—A la suficiente, señor.
—¿Perdone?—el policía estaba boquiabierto al no ser respetado después de haber ido a más de 50km/h del límite permitido—¿Quién se cree usted que es? Yo soy un policía, la ley. Tiene que hacerme caso.
—Pues igual que yo, la ley.—repuso Manolo con aires de suficiencia mientras enseñaba la placa que llevaba escondida en la cartera.
El policía no se lo podía creer.
—Peor me lo pone. Que dejen a gente como tú ser policías es una pista más de lo mal que va el mundo. Mire, me da igual quién sea, aunque fuera la reina de Inglaterra, pero no puedo ir corriendo de esa manera.
Por mucho que Manolo protestó acabó con una multa de gran tamaño sumando su velocidad extrema y su falta de respeto. El coche de policía desapareció en seguida, en busca de otros a quién multar y Manolo hizo rugir su propio motor.
Pondría ese tiquet como gastos de la investigación y haría como que no había pasado nada. Pero ahora tenía dos opciones, hacer caso del policía y reducir la velocidad o seguir a la acostumbrada. Es decir, correr de manera que parecía u reactor en pleno despegue. La verdad era que le habían dado un buen corte y prefería, por una vez, hacer caso.
Además, su objetivo estaba atrapado y no tenía porque darse prisa. ¿Verdad?

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Fumar mata
Mystère / Thriller¿Qué harías si en un solo día has visto a tres personas ser matadas delante tuyo?¿Y si resulta que una de ellas es tu madre?¿Y si encima todo el mundo cree que la culpable eres tú?¿Y si no te acuerdas de nada del momento de los asesinatos y hasta tú...