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E practicado ballet desde que tengo memoria, es mi manera de sacar mis pesadillas de la caja y jugar con ellas, hacerles creer que yo era mas fuerte que ellas

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E practicado ballet desde que tengo memoria, es mi manera de sacar mis pesadillas de la caja y jugar con ellas, hacerles creer que yo era mas fuerte que ellas.

Y lo había logrado fingir al menos por once años.

Estaba llegando al lugar donde entrenaba, una academia de danza común cerca del centro de Los Angeles. Me gustaba a pesar de que eran muy firmes y estrictos con todo, sentía que era lo que necesitaba a veces para ser firme todo el tiempo.

La profesora era Italiana, una señora de 40 y tantos muy exótica la verdad. Pero era muy demandante, todo debía ser perfecto. Entro a la academia y llego al recibidor donde saludo a algunas chicas de mi clase, y veo a la señora Jones, recepcionista del lugar.

—Hola señorita Blake, ¿como ha estado? —dice muy sonriente y me contagia su felicidad.

—Muy bien la verdad —le digo y ella cambia su semblante de repente.

—¿Quién te hizo tal raspón en tu mejilla cariño? —dice ella con un tono de preocupación.

—Me caí hace unos días y esto al parecer no quiere irse —digo señalando mi mejilla —No te preocupes. Ella me mira con suspicacia unos segundos y luego me tiende la libreta donde debo anotar mi nombre. Le deseo buena tarde y me voy a mi clase. Al entrar veo solo a tres chicas calentando y decido unirmeles.

—Hola chicas —ella me miran y sonríen. Tessa se acerca a mi corriendo y me abraza, ella es una del grupo de buenos amigos que e hecho aquí. Es una pelirroja pecosa con ojos verdes despampanantes, admiro su destreza y sencillez en el ballet.

—¿Cómo estas Charlotte? Por aquí extrañábamos las clases sin ti, te has perdido muchos días —dice ella con rapidez arrastrandome a la barra para hacer algunos ejercicios.

—Excelente, aunque en la cafetería donde trabajo ahora todo es una locura, por eso no me a dado tiempo pasar a practicar —digo y ella escucha atentamente —Alec a estado muy intenso con eso de los puestos de trabajo y con el señor Wild.

—¿Señor Wild? —ella me mira con algo de asombro y asiento.

—El dueño del local donde esta el café, Sebastián Wild o algo así, Alec nunca me dijo su nombre —ella abre los ojos como platos y suelta un chillido.

—Estas hablando de Stephan Wild, el empresario joven con pinta de Christian Grey, es un total Adonis —en ese momento lo ultimo que dijo resonó en mi mente.

Adonis

—Nunca lo e visto ni me interesa, solo se que quiere cerrar el café y Alec se esta volviendo loco desde hace meses por eso —digo y oigo los tacones de Madame Ruperta como le decimos los compis por aquí.

—Buenas tardes niñas —todas les respondemos y ella va por su palo maléfico, no nos golpea con el, claro, sino que suele acomodar nuestras posiciones con esa cosa. Supongo que detesta tocarnos —La clase de hoy será de elegancia e ímpetu al bailar, cosa de las que muchas no gozan. Ya hemos practicado bastante las posiciones y todo eso, pero necesito que luzcan como un verdadero cisne cuando están bailando —muchas de nosotras nos burlamos de su acento de vez en cuando, pero ella sabe el aprecio que le guardamos muy en el fondo.

Devil in meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora