Enamorarse no es de valientes como dicen, sino de distraídos, de despistados. Porque bajaste la guardia y sin notarlo alguien vino a colarse dentro tuyo y entró a lo más profundo de ti.
Charlotte ha vivido todo lo que recuerda de su existencia con s...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las cosas marchaban bien para Stephan y para mi. Ahora mismo me encontraba recogiendo mis pertenencias importantes mientras Sam me ayudaba a meterlas en cajas. Luego de la charla en la cafetería, él dijo que no quería que me quedará más aquí, así que por la mañana me recogería para llevarme a su hogar en San Diego bajo su protección.
Eran las 8 a.m y ya había terminado con todo, yo no soy muy consumidora que digamos, así que solo eran unas cuantas cajas, y dos maletas con ropa y zapatos. Le expliqué a Samuel todo, y a duras penas acepto, solo por mi seguridad, le asegure que pasaría por la editorial varías veces a la semana para asegurarle que estaba bien. Stephan puso al tanto a Alec de todo, y este aceptó la renuncia temporal, solo para perder de vista al acosador.
Yo me encontraba nerviosa por otro paso importante en mi vida, estaba a punto de terminar mi penúltimo semestre solo faltaban 4 meses, por lo cual debía preparar un pequeño >>no tan pequeño claro>> pre trabajo de grado, con ayuda del profesor McCain de Arte Moderno, concluí en hacer mi arte, el arte contemporáneo. No iba a ser fácil, pero estaba decidida.
Mi teléfono empezó a sonar avisando la llamada entrante de Stephan, conteste y su voz pícara se escucho.
—Dulzura, estoy abajo en tu carruaje esperándote— reí por lo bajo y colgué. Le dice una seña a Sam quién estaba viendo en la sala un partido de tenis, y este fue recogiendo las cajas que podía para irlas bajando.
Cuando culminamos, todas se encontraban perfectamente ubicadas en la parte de atrás de la Range Rover y mis maletas en los asientos traseros. Me despedí con un gran abrazo y una amenaza a Sam de que cuidará mi departamento y me fui, de mi pequeño y dulce hogar.
—Te ves hermosa cuando piensas mucho, no le has dirigido la palabra pero se que por dentro estás muy emocionada, tus ojos tienen un color miel más fuerte que habitualmente — lo miré bastante sorprendida y él solo carcajeó.
—Usted es muy observador señor Wild —él asintió con una sonrisa y condujo hasta llegar a su enorme casa en San Diego.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eran pasadas ya las 3 de la tarde y el sol amenazaba con descender y esconderse. Yo me encontraba limpiando una pequeña habitación de la casa. Stephan se había ido a resolver "asuntos" y yo termine sola de desempacar. Entonces examinando la casa encontré esta habitación con grandes ventanales, paredes blancas y vacías.
Me moleste en limpiar el polvo que se había acumulado en las ventanas y el suelo. No era muy grande pero era completamente perfecta para tener mi estudio de pintura. En Londres y en Los Ángeles siempre e tenido mi habitación como estudio, así que me auto regale está habitación, la cual estaba muy abandonada y dude que Stephan recordara que existía en su enorme casa.
Luego de limpiar, me dediqué a meter todos mis cuadros, esculturas, bocetos. Incluso mis materiales de trabajo. Unas horas antes Stephan trajo un escritorio que podía usar para eso, y decidí meterlo a mi pequeño estudio. De mis cajas saque las luces de navidad blancas que siempre traía conmigo.
El sol finalmente cayó dejando a mi vista mi espectacular obra de arte. El estudio había quedado hermoso. Salí de allí directo a la habitación donde dormiría con mi supuesto novio el cual aún no llegaba.
Cantando me metí al baño dentro de la habitación, estaba tarareando You Found Me de The Fray, era algo antigua pero me gustaban las bandas con ese toque. Ya dentro me despojé de mi prendas y tomé una ducha caliente, aún si dejar de tararear esa pegadiza canción.
Al terminar me envolví en una toalla, salí del baño, camine hasta el closet y una voz me espantó.
—Tienes una muy linda voz dulzura— pronunció acostado en la cama, noté que tenía su laptop en frente así que supuse que estaba haciendo cosas del trabajo.
—Mamá siempre mencionó que desde que me adoptaron yo cantaba canciones en ruso— solté y él estaba algo sorprendido— investigue por mucho tiempo y di con que quizás estudié en una academia de canto en Rusia desde los 4 años.
—Eso es adorable dulzura —dijo mostrándome una sonrisa cálida— pero creo que deberías vestirte, no es agradable tener a una chica casi desnuda frente a ti y no poder hacer mucho.
Mis mejillas de calentaron de inmediato, la hermosa sensación de recordar a mamá se fue y la ocupo la desagradable vergüenza.
—Mierda.
—Sí, mierda dulzura— rió con fuerza y señaló en baño.
Corrí tomando la ropa necesaria del closet y me encerré en el baño. Me puse unos largos pantalones de pijama y un suéter que me cubría lo suficiente.
Salí del baño y ya Stephan no estaba, decidí acostarme a dormir.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Nora corre!— sentí un escalofrío recorrer cada músculo y entonces aquel destello blanco impacto con mi vientre.
Una jadeo escapó de mi boca y instantes después fui sacudida despertándome de golpe. Lágrimas caían por mis ojos y estaba realmente confundida.
Mi vista fue hacia Stephan que se encontraba junto a mi, sin camisa y algo despeinado.
—Lo siento —dije y él sonrió haciéndome saber que no pasaba nada.
—¿Tienes pesadillas tan frecuentemente? — dijo recostándose a mi lado, procedí a girarme para quedar de frente a él, cerré los ojos cansada y asentí lentamente —¿Fuiste al psicólogo alguna vez?
—En Londres solía ir a uno hasta que cumplí la mayoría de edad y me dieron un pequeño diagnóstico de estrés postraumático y ansiedad. Estuve tomando pastillas y todo desapareció, hasta ahora —dije con lentitud, noté la sabana caliente sobre mi y supuse que él la había puesto, me acurruqué y escuche atenta su suspiro antes de caer dormida.
—Prometo cuidarte Charlotte, esas pesadillas ya no te perseguirán más.
Así Adonis hizo su primera promesa y confíe en que no la rompería jamás.