Enamorarse no es de valientes como dicen, sino de distraídos, de despistados. Porque bajaste la guardia y sin notarlo alguien vino a colarse dentro tuyo y entró a lo más profundo de ti.
Charlotte ha vivido todo lo que recuerda de su existencia con s...
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Estaba allí en mi habitación, con aquel atuendo tan elegante y ese aspecto que no iba conmigo. Yo soy mas una chica de colores neutros, nada de florecitas ni nada por el estilo.
Pero aquí estoy yo, con un vestido "simple" largo que cae hasta mis pies, com una tela algo transparente pero que logra cubrir lo mas importante claro. Y mis pies por su puesto, estaban destinados a portar unos tacones color nude.
Me maquille levemente, algo de corrector, rubor y pestañina. Mi cabello levemente alisado pero con mis ondas naturales. Y listo, soy otra persona, aquí ya no esta Charlotte Blake.
Mi teléfono suena y se que esa es mi señal. Tomo mi pequeño bolso de mano, meto ahí mis llaves y mi telefono. Le dije a Sam que saldría a cenar, y él me dijo que estaría en la editorial hasta tarde, cosa que me sonó rara pero se que no debo preocuparme.
Salgo del apartamento cerrando la puerta detrás de mi y bajo por el ascensor hasta el lobby. Camino hasta el frente del edificio y veo la Range Rover, voy hacia ella con cuidado de no tropezarme con la piedrillas de la ascera, abro la puerta y me subo.
—Sobreviví —dije respirando pesado y el olor de Stephan retumbo en mi nariz. Me acomodo y fijo mi mirada en él. Lleva un traje negro como siempre pero ahora deslumbra mas que nunca, me da una sonrisa ladeada.
—Deslumbrante dulzura —dijo seductor y rodé los ojos.
—Púdrete Adonis.
—Pensé que eso había terminado —dijo burlón y bufé, me recosté del asiento aun mirandolo.
—Ya termine con Kyle, podemos hacer esto limpiamente —le informe y el asintió. No pensaba hacer esto aun estando con Kyle, no estaría nada bien con mis valores.
—Excelente dulzura, ahora eres una mujer libre para el compromiso —me guiño el ojo y reí.
—No te ilusiones Stephan Wild, esto no es real —digo, el resto del camino nos quedamos en silencio, luego noto que llegamos a una urbanización cerca de San Diego, veo como entramos por un portón negro. Al frente veo una gran y gigante y ¿deslumbrante? casa o mansión, solo se que es enorme incluso más que la casa de Derek.
La fachada era espectacular, un muro grande con piedrecitas daba a la puerta de entrada. El resto de la casa era de un color beige bastante claro, habían miles de ventanales a los lados que irradiaban la luz del interior.
—Llegamos ¿Sabes que decir y hacer? —dice y yo asiento bajando del auto cuando estaciona justo frente a la casa. Le doy la vuelta al auto y Stephan allí me extiende su mano para que la tome.
La miro unos segundos, me acerco y tomo su mano entralazandola con la mia. El tacto frío y áspero de su mano provoco que mis vellos se erizaran. Sin mas me guío hasta la casa, abrió la puerta dejándome entrar. Ahí se encontraba una gran sala de estar, dos muebles gigantes color blanco y cuatro sofás esparcidos al rededor de una mesa pequeña central. Una gran araña moderna con cristales colgaba del techo dando vista a las dos escaleras de cada lado de aquella sala que abrían paso a la segunda planta.