Enamorarse no es de valientes como dicen, sino de distraídos, de despistados. Porque bajaste la guardia y sin notarlo alguien vino a colarse dentro tuyo y entró a lo más profundo de ti.
Charlotte ha vivido todo lo que recuerda de su existencia con s...
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El dolor en mi brazo no era nada comparado al de las punzadas en mi nuca. Corrí por la calle sin descanso, hasta que sin medidas de lo lejos que había llegado me tiré en el suelo y estalle a llorar. Me parecía ridículo, me parecía ridículo que alguien que me prometía tanto. Echará mis expectativas lejos de él. Pero siempre supe que él daño sucedería, que esto sería etéreo. Sin rumbo y que en algún momento tocaría esa luz mortal para ver al vacío.
La sangre en mi brazo no se detenía y saque con desprecio un vidrio clavado en mi piel. El líquido de la cerveza hacia que empezara a arder más de lo normal y jadee al sacar el cristal. Me levante con cuidado. La noche estaba ahí y la casa de los Wild estaba alejada del vecindario rico más allá de su final en la montañas. Saque mi teléfono que sorprendentemente se mantenía en mi bolsillo.
Lo tome y noté que la pantalla estaba rota pero aún servía. Marque el número de Alec repetidas veces hasta que contesto.
—Estoy a unos kilómetros de la casa de los Wild, estoy herida por favor ven a buscarme. No llames a la policía— dije interrumpiendo un probable saludo amistoso de su parte.
Colgué y me levante para seguir caminando buscando una salida. El frío se hacía presente. Y aunque tenía un suéter con este empezaba a pegarse a mi piel por la sangre. Estaba mareada, ya no lograba caminar recto, tambaleaba y debía tomarme de los grandes arbustos que hacían de paredes a los lados de la carretera. Mis ojos pesaban pero trataba de mantener despierta y caminando.
Mire mi brazo ahora con detalle y solté un jadeo. Un corte vertical inclinado yacía en mi brazo, había sangre coagulada, pero sin media, lo profundo del corte hacia que este siguiera sangrando. La piel estaba levantada y se notaban muchos más cortes alrededor. Saque algunos vidrios que aún permanecían en mi brazo aguantando el dolor provocado.
Mis lágrimas nublaron mi vista, pero logré ver un auto deteniéndose frente a mi. Suspiré aliviada pensando en que quizás sea Alec la persona que se acercaba a mi con lentitud, que no lograba distinguir por las luces del auto. Pero entonces sentí un olor, un olor que me causaba náuseas y pesadillas. Rosas.
Abrí los ojos sorprendida, y me levanté de un tirón para empezar a correr. Corrí y corrí, escuche sus pasos detrás de mi, su risa. Mis pesadillas ahora eran reales, él estaba allí. Vi la casa de los Wild tan cerca, sumamente cerca, pero entonces mis pies se enredaron los unos con los otros. Solo sentí como la gravedad hacia que me fuera hacia delante y mi mejilla tocando el rasposo suelo.
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