Enamorarse no es de valientes como dicen, sino de distraídos, de despistados. Porque bajaste la guardia y sin notarlo alguien vino a colarse dentro tuyo y entró a lo más profundo de ti.
Charlotte ha vivido todo lo que recuerda de su existencia con s...
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Mantuve mi sonrisa aún con la sangre inundando mi boca y quizás manchando mis dientes. Su respiración agitada me satisfacía más. Había dado en el clavo, no le gustaba que fueran más astuto que él he insultaran su razonamiento.
—Te contaré esa historia luego, ahora púdrete en esta pocilga como castigo —contuve una risita y él rodó los ojos yéndose rápidamente. Cerró la puerta y escuche el click de un pestillo. Una llave.
Escupí la sangre acumulada en mi boca y mire mi suéter totalmente empapado y manchado con sangre. Aquel lugar era frío y empapada como estaba podía enfermarme o morir de hipotermia aunque fuera lo mejor que me podía pasar. Me quite el suéter quedando solamente en brasier y camine hasta sentarme en una esquina alejada del vomito y el charco de fluidos asquerosos. Me senté atrayendo mis rodillas a mi pecho haciendo algo de calor corporal.
Miré mi brazo y suspiré, parecía totalmente sano por ahora aunque mi preocupación fuera que este se infectara por lo insalubre de el lugar. Mi mente empezó a viajar entre mis pensamientos y no pude evitar quebrarme.
Mi corazón estaba inevitablemente roto aunque tratara de ocultarlo. Stephan Wild destrozo con sus propias manos mi corazón y mi confianza. En mi mente se repetía una y otra vez la imagen de sus ojos llenos de odio y rabia. Aquel empujón que me dejará ciertas cicatrices. Justo antes cuando había mentido diciendo de algún modo que yo le importaba más allá del contrato.
Pero era mentira, todo era mentira.
Ahora lo sabía más que nunca, pero no iba a caer ni con él ni con el hombre que ahora pretendía jugar de nuevo conmigo. Estaba atrapada, pero estaba decidida a morir libre y con la verdad que me pertenece. Nadie podría detenerme porque ahora en mi mente la idea de tener a el hombre misterioso atrapado aún yo estando aquí encerrada era llamativa.
Debía buscar la forma.
Cerré mis ojos para tratar de dormir y efectivamente lo logre hasta que lo que parecieron unas horas más tarde el sonido de la puerta me despertó. No abrí los ojos y me mantuve quieta, escuche el sonido de algo caer contra el suelo, luego unos pasos y unas manos ásperas tomaron mi pierna, pensaba en noquearlo desprevenido pero caí en cuenta de que había sacado la cadena de mi pie.
Me mantuve quieta y luego cuando la persona se fue, abrí los ojos rápidamente para notar la bandeja y el bulto de tela junto a ella. El bastardo a pesar de todo parecía no querer matarme de hambre. Me levante y me puse el suéter gigante azul marino que están en el suelo. Mire a los lados con el ceño fruncido.
Me observaban.
Tome la bandeja de comida y sentí algo de alivió, miré con nostalgia la taza de té rojo y el cruasán en la bandeja. Aquella persona que había traído esto me conocía lo suficiente como para tratar de recordarme la cafetería.
Sentí por momentos angustia, eso significaba que alguien que me conocía me había traicionado ayudando ha apresarme. No podía confiar en nadie. Mis ojos se inundaron de lágrimas y comencé a llorar desgarradoramente sintiendo el dolor en mi pecho. Me estaban quitando tantas cosas a la vida que yo soñaba y tenía, dolía como el infierno. Aunque era necesario para luego levantarme y avanzar, dolía y sabía que debía darme tiempo para sanar o al menos un momento para llorar.
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Dormí todo lo que pude, lo único que me daba iluminación era la luz que entraba por debajo de la puerta de metal. Por desgracia eso no era mucho, y ya no sabía cuánto tiempo llevaba tirada en ese lugar. Por momentos sentí rabia, en otros sentí tristeza y luego de un rato solo quería reírme como una desquiciada para que el bastardo pensara que estoy loca y no tratará de sacarme información.
Luego, cuando creí que había pasado una eternidad. La puerta se abrió, dejando entrar muchísima luz que me dejo casi ciega por el resplandor.
—¿Estás bien?
Escuche perfectamente esa voz, y cada segundo qué pasó se detuvo y retrocedió al instante en el que estaba triste. Pero no lo demostré, cuando vi el rostro de Kyle sentí como una apuñalada en el hígado.
—Tú lo ayudaste Kyle —su rostro se contrajo con dolor o lastima.
—No sirve de nada que me disculpe, Charlotte.
Cerré los ojos y suspiré.
—Estoy bien, aunque no tiene lógica estando aquí encerrada con mi vomito a unos metros y un charco de sangre con moho que parece querer contaminarme el alma— le sonreí de lado y solo espere que se fuera, hubo un silencio y él se acercó hasta ponerse en cuclillas frente a mi.
—No dejes que juegue contigo Charlotte, él te torturara hasta que consiga lo que quiere, no es alguien que sienta empatía.... Yo.... seguiré llamándote así aunque tú verdadero nombre sea Nora. Porque Charlotte fue la que se llevó el corazón de este imbécil —miré sus ojos azules casi rotos, luego se fue. Dejándome de nuevo sumida en silencio y oscuridad.
Ya no sabía quién era en verdad, no hacía falta que el bastardo que me metió aquí tratara de lavarme el cerebro con cosas. Porque ya estoy lo suficientemente perdida, ya no sé quién soy, quién es Charlotte Blake. Y quiero cuestionar todo, si los te amo de mamá fueron reales, si las noches que Sam se colaba por mi ventanas eran reales... Oh mi Samuel, debe estar devastado y el único que sabe dónde y cómo estaba era Alec.
Alec, mierda.
¿Él? No no no él no, confío en él. Solo esperaba que fuera con la policía y les dijera lo de mi llamada, pero si llego al lugar ¿Que hizo? ¿Saben que desaparecí?... ¡La sangre! Mi sangre quedo por toda la acera.
Bingo.
De algún modo, sabe que estoy en peligro. Solo confío en él para que de alguna puta manera me saque de aquí.