D i e c i s i e t e

128 15 0
                                        

Despierto y confundida veo el rostro frente a mi, que con los ojos cerrados y leves ronquidos me da a entender que está plácidamente dormido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despierto y confundida veo el rostro frente a mi, que con los ojos cerrados y leves ronquidos me da a entender que está plácidamente dormido. Me levanto sin tratar de molestarlo y fui al baño donde lave mi rostro sin notar los detalles en el, junto con mis dientes para luego volver a la habitación.

Sentía a pesar de que ya era notablemente de día por la luz que entraba colándose por las cortinas del balcón. Una pesadez en mi cuerpo increíble, como si un camión hubiese decidido darme muerte mientras dormía.

Unas puntadas atravesaron mi nuca, solté un jadeo. A mi lado en la cama se movió y sus ojos algo rojos aún adormilados me miraron con preocupación.

—¿Te encuentras bien?— escuche que pronunció algo, solo pude ver sus labios moviéndose pero otra puntada en mi vientre me hizo doblegar. Un pitido me hizo gritar del dolor, aquel pitido amenazaba con volarme el cerebro.

Entonces desapareció.

Volví a mi misma, escuchaba claramente y mis sentidos se activaron de nuevo. Abrí los ojos encontrándome con la mirada de desesperación total en esos ojos negros.

—Mierda... ¿Estás bien?—soltó apresuradamente tomándome entre sus brazos, solo podía mirar esos ojos. Solté una gran respiración.

—Estoy bien, no fue nada— me levanté de la cama y fui hasta el baño, allí frente al espejo me encontré con una desastrosa imagen. Mi cabello obviamente enredado y enmarañado, gotas de sudor bajaron por mi frente lentamente deslizándose como si aquello solo hubiese sido una maratón.

Mis ojos cristalizados transmitían dolor, angustia, frustración. Entonces entendí que aquello había sido un ataque. Un ataque que desde hace años no experimentaba, nada comparado con las pesadillas. Este era mi encuentro cara a cara con mi miedo más profundo, perder la cabeza.

 Este era mi encuentro cara a cara con mi miedo más profundo, perder la cabeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Stephan se veía algo ¿enojado?. Su rostro simplemente estaba vacío de expresión. Tanto que me hacía pensar que este era Adonis y no Stephan. Mire a la carretera soltando un bufido. La cuidad era hermosa, Los Ángeles ahora era mi nuevo hogar, la verdad extrañaba mi Londres frío y turbulento;  pero no cabía duda que la calidez de este lugar era ahora mi calma.

Devil in meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora