✾Capítulo 2: Alejandro

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Llegué muy temprano a trabajar, como siempre. Soy una de las primeras en llegar a las oficinas de bienes raíces. Me gusta mi trabajo, aunque a veces me pregunto qué hubiera pasado si hubiera seguido mi verdadera pasión: la enfermería terapéutica. Pero debo estar agradecida; este es mi primer empleo en esta ciudad y lo cuidaré hasta que llegue algo mejor.

Lo sé, es extraño que tenga este trabajo sin tener mucho conocimiento sobre contaduría. Pero Bill es un hombre bastante honorable y me permitió trabajar aquí en esta profesión, aunque no tenga título de contadora. Lo bueno es que aprendo demasiado rápido y soy buena en lo que me propongo.

—Anastasia, tu hoja de nómina ya está lista —me informa Bill entrando a mi oficina—. Ha llegado mucho trabajo para ti, espero no presionarte.

Le doy una sonrisa sincera.

—Tranquilo Bill, tengo todo preparado. Ya casi termino con las que me diste ayer.

Bill es mi jefe. Es un hombre de edad, sabio y sabe entender a las personas. Nos conocimos porque salvé su vida; evité que fuera arrollado por un automóvil. Siempre dice que está en deuda conmigo, pero en realidad es lo que haría por cualquier persona que necesite ayuda. Mis padres inculcaron amor hacia las personas; mi hermana mayor no es así. Es una jodida de mierda que piensa que todo el mundo gira a su alrededor. Vive en Miami y espero que se quede allá por el resto de sus días. Es una lástima que se parezca tanto a mí: cabello ondulado negro, ojos café claro, contextura delgada y labios carnosos. Lo diferente es que soy calmada y ella es una perra psicótica.

(...)

—No deberías hacer esto —lo miro, pero él solo sonríe.

Fernando es el jefe, pero tampoco puede pasarse las reglas de la nada, tiene que dar ejemplo.

—¡Sin protestas! —me señaló—. Lo harás.

No objeté nada más. Miré por la ventana del auto durante el corto camino y, una vez que llegamos, me digné a bajar. Pasamos por la recepción y fuimos directamente a su oficina; el lugar era algo tétrico. No se escuchaba nada; todo era blanco. Las enfermeras pasaban concentradas en sus pasos y sin importarles quién estaba a su alrededor.

—Tengo un paciente que lleva mucho tiempo aquí, es Alejandro, tiene cincuenta años, se medica muy bien, solo que a veces, como todos, tiene varios ataques, pero se ha aprendido a controlar —Fer espera que opine algo, pero aún no puedo creer el estar aquí—. Se encuentra en el tercer piso. Te acompaño.

Lo seguí entusiasmada. Quería conocer a Alejandro; según Fernando, es antiguo y podría explicarme bien todo su proceso.

—Esta es su habitación. Los presentaré —cuando entramos, el paciente se quedó mirando mi rostro durante varios segundos. No me sorprendió, ya que aquí no acostumbran a ver personas que no sean enfermeras o doctores como Fer.

Entramos y quedamos a una distancia prudente del hombre.

—Alejandro, ella es Anastasia Scott. Es enfermera terapéutica. Quisiera saber algunas cosas sobre tu proceso, así que los dejaré unos segundos para que charlen —dijo al paciente, que aún seguía observándome. Este asintió y, seguido de ello, Fer salió del cubículo.

Fer salió, no sin antes susurrarme que si necesitaba algo o pasaba algo, él estaría cerca.

—Me parece algo incómodo porque no soy muy sociable. Tal vez puedas comenzar contándome algo sobre ti —digo con gracia.

Su expresión seria me hizo sentir incómoda.

—Él te describió tal y como eres —susurra, dando un paso seguro hacia mí. A lo que no me alejé.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora