✾Capítulo 20: No te dejaré.

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Llegamos a un mirador nocturno, el resplandor de las estrellas se refleja en nuestros rostros sombríos. Jacobo baja del coche y me abre la puerta, pero el silencio tenso entre nosotros habla más que cualquier palabra. Me siento en una roca cerca del auto y él se une a mí en un gesto silencioso.

En medio del vacío que separa nuestras palabras, mi mente se pierde en los laberintos del pasado. Todo podría haber sido tan diferente, si tan solo Jacobo hubiera abordado nuestro camino con más calma y prudencia. Pero sé que en la vida, las elecciones que hacemos y las circunstancias que enfrentamos están entrelazadas en un tejido impredecible de destino y consecuencia. Y, al final del día, elegí quedarme con él, porque, a pesar de su naturaleza oscura, él sigue siendo mi hogar.

—¿Empiezas? —mi voz apenas es un susurro, cargado de un dolor que se desborda en cada palabra.

Jacobo toma un momento antes de hablar, como si estuviera deliberando cada palabra con cuidado.

—Esta información es peligrosa, Ana. Es confidencial, y no debes compartirlo con nadie —su advertencia es un eco de la preocupación que atormenta su mirada.

Dejo escapar una risa amarga, llena de sarcasmo y resignación.

—¿A quién se lo diría? —mi voz es un susurro frágil, apenas audible en la noche—. Solo me quedas tu. 

—No necesitas a nadie más —sus palabras son un eco de su propia soledad, una melodía de dolor que resuena en el vacío entre nosotros.

—Solo ve al grano —mi impaciencia se filtra en mis palabras, anhelando conocer la verdad, sin importar cuán oscura pueda ser.

Jacobo asiente, y se sumerge en la oscura narrativa de su pasado.

—Antes de salir del hospital psiquiátrico, hablé con Alejandro —sus palabras son una confesión cargada de arrepentimiento—. Él y yo sabíamos que necesitaríamos dinero para sobrevivir, y la única forma de obtenerlo era a través de trabajos peligrosos.

—Mierda—Susurro imaginando que será lo que dirá.

Cierro los ojos, sintiendo un nudo en mi garganta al recordar el nombre de Alejandro. Un hombre cuya sombra se cierne sobre nuestro presente, tejiendo hilos de traición y desesperación en nuestro destino entrelazado.

—Alejandro me habló de un trabajo en la Deep Web —continúa Jacobo, su voz llena de pesar—. Un trabajo que nos prometía riqueza, pero a un costo muy alto.

Siento el peso de sus palabras resonar en mi alma, envolviéndome en una espiral de miedo y desesperación.

Yo asiento para que el siga con su charla, se toma un leve momento y continúa.

—Al principio, resistí la idea —admite Jacobo, su voz quebrándose con el peso de la verdad—. Pero cuando finalmente salimos del hospital, todo se desmoronó a nuestro alrededor..

Maldito viejo mala influencia. 

—¿Me estás diciendo que Alejandro fue el que te impulsó a participar en este trabajo y también a asesinar a los integrantes de la clínica?, ¿A caso el está más loco que tú?—Pregunto levantándome también de la roca.

—Él puede llegar a ser peor que yo ahora mismo, pues no tiene debilidades Ana, el conoce muy bien mi única debilidad y no estaría dudoso en usarla en mi contra—Se acerca a mí y me toma de la mejilla.

—Ustedes son amigos, ¿Por qué te haría esto?—Me suelto de su agarre y camino hacia el abismo con mis brazos cruzados.

—Cuando personas como nosotros se descontrola no reconocemos que es amistad o amor—Susurra con lastima—Él quería que me involucrara con uno de los administradores de la Deep Wep solo para olvidarme de ti y pensar solo en asesinar, enfocarme en mi verdadera naturaleza.... Me presenté un día y mi prueba principal era evidentemente asesinar. 

Yo solo asiento.

¿Cómo puedo reconciliar al hombre que amo con el monstruo que veo frente a mí?

—No necesitas seguir —susurro, mi voz apenas un susurro en el viento nocturno.

Pero Jacobo continúa, como si estuviera obligado a revelar cada detalle oscuro de su pasado.

—La primera prueba era asesinar a una prostituta —sus palabras son un eco de angustia—. Una mujer cuya vida se centraba en el abuso de drogas, ella permitía que los hombres con los que se acostaba abusaran de sus dos pequeñas hijas obteniendo a cambio droga o dinero.

—Jacob...—Intento detenerlo pero prosigue.

—Ganaba e ingresaba a la corporación el que más despiadadamente propusiera hacerlo.—Pausó sus palabras y pasó su lengua por sus dientes superiores.

—Mierda, tu ganaste.—Dije sin dudar.

—Una vez comenzaba no podía detenerme así que fue fácil, nadie me convencía de parar y nadie podía detenerme, les gusté por ello, así que me usan para vengar deudas no pagas o simplemente violaciones. Hay un detective, él nos da los casos de hombres y mujeres que abusan o asesinan personas y no tienen condena o no son denunciados.—Me explica.

—Espera—Hago que pare de hablar—¿Un detective?

—Sí—Afirma—Y esa es la punta del iceberg. 

—¿Qué podría ser peor?—Sigo preguntando.

—Hay cosas que sabrás a su tiempo, así que por el momento solo quiero que me entiendas y entiendas lo que hago—Se acerca a mí sigilosamente.—¿Me comprendes?

—Te entiendo.—Tomé su mejilla y la acaricié haciendo que Jacob cerrara los ojos—¿Cuándo podremos ir a vivir una vida normal lejos de muertes y asesinatos?

Jacobo me mira con dulzura.

—Mi amor, te prometo que muy pronto, salir de este mundo no es solo querer, así que necesito saber si quieres continuar o quieres marcharte, te protegeré con mi vida. Mientras yo viva tu estarás protegida.—Toma mi mano y la separa de su mejilla, dándole un beso. 

—Esto es muy difícil de asimilar y lo sabes...—Miro hacía otro lugar—Pero te amo, te amo y a pesar de todo... No te dejaré.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora