✾Capítulo 14: ¿A quien?

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Despierto en la mansión, una vez más. La sensación de estar encerrada y vigilada me agobia, pero esta vez no es Jacobo quien está a mi lado, sino Alejandro. Ha pasado mucho tiempo desde que me dejó aquí, a su cuidado, mientras él se va a Los Ángeles por algún asunto urgente. No sé qué esperar de esta situación, pero lo único que tengo claro es que necesito encontrar una manera de escapar.

Alejandro, aunque menos imponente que Jacobo, sigue siendo una figura intimidante. Sus palabras de advertencia resonaron en mi mente cuando Jacobo se marchó, recordándome las posibles consecuencias de intentar huir. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados, necesito encontrar una salida.

—Cuídala—Mencionó Jacob antes de irse—Ya sabes lo que pasará si llego y ella no está.—Sonó como advertencia.

Alejandro me mira y luego mira a Jacobo.

—Tú solo vete, yo cuidaré de tu tesoro—Susurró Alejandro antes de que Jacobo saliera sin dirigirme la mirada.

Jacobo no me dirigía la mirada, menos la palabra y siento que es mejor así. 

Mientras estoy sentada en el sofá, viendo caricaturas para distraerme, Alejandro interrumpe mis pensamientos con su voz áspera.

—Oh, no, pequeña, tu lugar aquí hasta que vuelva Jacobo es en el sótano. No me arriesgaré a ser su próxima víctima —dice mientras me toma del brazo y me arrastra hacia abajo.

Me resisto con todas mis fuerzas, recordándole lo que Jacobo dijo sobre no pasarse de la raya conmigo. Pero Alejandro parece decidido a mantenerme bajo control.

—¿De qué hablas?, ¡Jacob dijo que no te podías pasar de la raya conmigo!—Grité, ya que me llevaba a rastras hacia el sótano.—Jacob se enterará de esto —amenazo mientras me empuja dentro y cierra la puerta.

—Me lo agradecerá, yo sé que eres calculadora y muy inteligente, así que prefiero mantenerme vivo y a ti amarrada.

No puede ser...

—¡Jacob se enterará de esto! —amenazo pero se pasa mis amenazas por el trasero.

Estoy sola, en la oscuridad, atada. Luché desesperadamente por liberarme, pero las cuerdas están demasiado apretadas. De repente, siento un olor extraño y luego una sensación de mareo antes de perder el conocimiento.


(...)


Cuando despierto, no tengo idea de cuánto tiempo ha pasado. Estoy confundida y asustada, pero una pregunta sigue resonando en mi mente: ¿Por qué Jacobo fue a Los Ángeles?

—¡ALEJANDRO!, ¡ALEJANDRO!—Grito por Alejandro, necesito respuestas, pero no me contesta.

 Finalmente, escucho la puerta abrirse arriba y veo a Alejandro aparecer con algo de comida y agua.

—¿Por qué fue Jacobo a Los Ángeles? —pregunto ansiosamente, esperando una respuesta.

Alejandro se limita a ofrecerme el pan, pero lo rechazo. Me mira con pesar y se dispone a salir, ignorando mi súplica.

—Por favor, dime —ruego, pero él simplemente se va, dejándome sola con mis pensamientos y mis temores.

—Cuando el llegue te lo dirá, no quiero ser el primero en dar mi sentido pésame.—Se asoma por la puerta al decir esto y luego la cierra con llave. 

¡No! ¡No! ¡No!.

—¿QUE HARÁ?, ¿QUE HARÁ?—Lloré pero el no contestó nada, solo salió y me dejó de nuevo sola, con mil preguntas en mi boca.

No puedo evitar preguntarme qué hará Jacobo cuando regrese. ¿Y si sus acciones tienen consecuencias para mi familia y amigos? No, Jacob, por favor, no lo hagas.

Sigo atrapada en el sótano, en la oscuridad y la incertidumbre. Cada segundo que pasa me siento más ansiosa, más desesperada por encontrar respuestas y una forma de escapar. Pero en medio de mi desesperación, algo dentro de mí se aferra a la esperanza de que todo esto sea solo una pesadilla de la que pronto despertaré.

Tal vez estoy alucinando. 

Mientras tanto, mi estómago ruge de hambre y mi sed se hace cada vez más intensa. La comida y el agua que Alejandro dejó apenas son suficientes para calmar mi necesidad más básica, pero no son suficientes para satisfacer mi sed de libertad y respuestas.

Finalmente, la puerta del sótano se abre de nuevo y veo a Alejandro entrar, esta vez con una expresión más sombría en su rostro y con un sándwich en una charola. 

—¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? —pregunto, sintiendo que mi paciencia se está agotando.

Alejandro se detiene frente a mí y suspira profundamente antes de responder.

—Jacob no regresará.—dice, su voz cargada de gravedad—. Al menos no como lo esperas.

Mi corazón se acelera ante sus palabras. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Dónde está Jacobo? ¿Qué ha pasado?

—¿Qué quieres decir? —insisto, mi voz temblando por la ansiedad.

Alejandro se sienta frente a mí y toma la charola donde se encontraba lo que me trajo hace horas.

—Hubo un... problema en Los Ángeles.—explica, su mirada evitando la mía.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal mientras asimilo sus palabras. No quiero pensar que esos problemas sean relacionados con mi familia o amigos, y yo estoy atrapada aquí, sin poder hacer nada para ayudarlos.




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¿A por quien creen que fue Jacob a Los Ángeles?

AnyiLi 🌻

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora