✾Capítulo 7: No hay marcha atrás.

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Jacob en multimedia.

Mis manos tiemblan mientras intento procesar todo lo que Jacobo ha confesado. La sangre se enfría en mis venas al darme cuenta de la gravedad de la situación en la que me encuentro. Todo el transcurso del camino Jacobo volvió a poner sus manos en mis labios, Alejandro conducía lejos, no pude ver muy bien ya que Jacobo me acostó en la parte trasera del auto haciendo que mi cabeza quedara en sus piernas, y que sólo pudiese mirarlo a él.

Me muerdo el labio inferior con fuerza, tratando de contener el pánico que amenaza con inundarme por completo. No puedo permitirme perder la compostura, no cuando mi vida depende de ello.

Habían pasado horas, horas y horas, era de madrugada, exactamente las dos de la mañana, o eso decía el reloj que llevan Jacobo.

¿Cómo demonios había salido Jacobo de la clínica? 

¿Cómo a su paso había traído a Alejandro?

Tenía dudas respecto a todo, pero no podía hablar, al parecer a Jacobo no le molestó tener todo el camino su mano sobre mi boca haciendo que hasta se me dificultara respirar.

—Llegamos—Anuncia Jacobo levantándome cuidadosamente de sus piernas.

Estaba atónita, lo primero que hice al levantarme fue buscar ayuda, una casa vecina, personas, donde alguien pudiera ayudarme...No había nada, se veía a lo lejos un bosque, bosque espeso, había de todo menos casas, el me había traído a un lugar desierto, ya no había marcha atrás.

No debí subestimarlo, esa inteligencia que en lugar de ser aprovechada es abusada....

—Somos sospechosos—Advierte Jacobo a Alejandro.—Incinera ese auto y consigue otro.

—Sé lo que hago, amigo.—Alejando se despidió felizmente, creo que anhelaba su libertad, por el contrario yo evité hacer contacto visual con él e ignore por completo su despedida.

Mientras Alejandro se aleja siento a mi lado la penetrante mirada de Jacobo, no se la devuelvo, no puedo hacerlo, no me atrevo.

—Vamos—Me toma suavemente del brazo haciendo que camine.

Trato de soltar su agarre pero es imposible, tiene una fuerza descomunal, veo una casa pequeña a lo lejos, creo que ese será mi destino final si no logró escapar ahora mismo. Forcejeo como puedo pero no hay resultados, trato de golpearlo pero él no se inmuta, ni presta atención a mis berrinches, solo sigue caminando como si arrastrara una bolsa de papa.

—Nuestro hogar—Menciona abriendo la puerta y dando paso para que entre, a lo cual no accedo.—¿Quieres que te cargue como si estuviéramos recién casados?—Pregunta.

Lo fulminé con la mirada.

Antes de que le diese respuesta lo hizo, me alzó como si hubiéramos acabado de hacer nuestros votos matrimoniales, como si yo estuviese feliz de estar alejada de la humanidad con él.

—Siéntate—Ordena quedando de pie al frente de mi.—Desde hoy todo será diferente, desde hoy comerás aquí, dormirás aquí, vivirás aquí, junto a mí—Esto último lo dice quedando en cuclillas y tomando mi rostro.

Alejo su mano de mi rostro con fuerza y él me da una mirada cansada.

—Déjame ir, ¡Por favor, Jacobo!—Ruego—¡Tienes que dejarme ir, no quiero esto!—Sollozo a lo que él me abraza.

Lo empujo lejos de mi con odio.

El aire pesado de la casa parece aplastarme mientras me enfrento a la cruda realidad de mi situación. Estoy atrapada en una pesadilla de la que no puedo despertar, rodeada de oscuridad y peligro en cada esquina.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora