✾Capítulo 13: ¿Libre?

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Despierto un poco adolorida, mi entre pierna duele demasiado, los rayos del sol entrando por la ventana hace que vuelva a cerrar los ojos. Me giro para mirar al lado izquierdo de mi cama y mi corazón deja mi cuerpo por unos segundos. Jacobo, Jacobo en su máximo esplendor duerme tan tranquilo, sus labios unidos destacando lo voluptuosos que son...

Bajo la cobija, y mierda.

También estoy desnuda.

¿Me violó?

¿Qué pasó anoche?

Trato de levantarme cuidadosamente y salgo de la cama, tomándome el tiempo para vestirme con las prendas dispersas por el suelo. Cada movimiento me recuerda el ardor en mi entrepierna, pero eso es lo de menos ahora. Necesito salir de aquí.

Busco las llaves por toda la sala, desesperada, mis movimientos torpes reflejando el dolor que siento. ¿Dónde demonios estarán las malditas llaves?

Como si el universo quisiera darme una respuesta, veo el traje de Jacobo en el patio, junto a la piscina. Corro hacia allí y al sacudir el pantalón...

¡Llaves!

Siento que mi corazón salta a mi garganta. Con manos temblorosas, me dirijo hacia la puerta, sabiendo que cada segundo cuenta. Girar la llave será ruidoso, pero no me importa. Necesito salir de aquí, sentí que mi corazón salía por mi boca, tenía miedo, si Jacobo despertaba estaba muerta, o peor aún, mi familia lo estaría, pero ésta sería la única y tal vez última oportunidad que tenía de salir de allí.

Giro la llave con la mayor rapidez posible y salgo, sintiendo el aire fresco de la libertad por primera vez en mucho tiempo. Pero no me detengo a disfrutarlo, no puedo permitírmelo. Abro la puerta del auto y siento que alguien me observa...

Es él, es Jacobo. Desde la ventana del tercer piso, me mira con una expresión indescifrable. Siento un nudo en mi pecho, pero me obligo a ignorarlo. Enciendo el auto y me largo de allí.

Intento encontrar ayuda, una policía, alguien que me escuche. Pero no hay nadie. Parece que estoy en un pueblo fantasma. Pronto me quedaré sin gasolina, pero eso es lo de menos. Dentro del auto no hay dinero, ni nada que me sirva.


(...)

Después de conducir varios kilómetros, diviso una estación de servicio a lo lejos. Salgo del auto, que ya se ha quedado sin gasolina, y corro hacia allí, desesperada. Grito pidiendo ayuda, pero nadie sale. Me siento en el suelo, frustrada y asustada. Necesito ayuda, necesito salir de aquí.

—¡ALGUIEN PUEDE AYUDARME!—Grito lo más que puedo pero nadie se asoma.

Tenia frustración, miedo, nadie salía, y sé que adentro se encontraban personas. Decidí seguir mi rumbo, caminar, caminar y caminar sin dirección alguna, ayer no comí nada y hoy tampoco, mis fuerzas eran escasas pero las necesitaba ahora más que nunca, quería sobrevivir. 

—¿Vas a algún lado? —escucho una voz detrás de mí.

Me vuelvo y veo a una señora en su coche. Me acerco a ella, rogándole ayuda.

—Si, por favor. 

—Sube, querida —me dice, quitando el seguro de la puerta—. ¿Hacia dónde te diriges?

—No sé —respondo, desorientada—. ¿Dónde estamos?

—Texas —dice ella.

Mierda, maldita mierda.

Llegar a mi casa estaba demasiado lejos.

—¿Hacia dónde vas tú? —pregunto.

—Voy al pueblo vecino.

Obsesionado por ti ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora