21. Día con sorpresas.

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—¿A donde iremos?—pregunté a Mau, hace unos minutos había pasado por mi casa para que fuéramos a desayunar.

—A mi apartamento.—hace muchos días no iba a su casa. Y tampoco la llegue a conocer muy bien.

—¿Falta poco?—pregunte con impaciencia.

—Una cuadra más.

—Tengo mucha hambre.— dije riendo.

—Te prepare un delicioso desayuno.—dijo acariciando mi mano que durante todo el camino había llevado sujetando.

El auto se detuvo, espere que saliera y me abriera la puerta. Abrió, tomó mi mano y con mucho cuidado baje. Iba sujetándome fuerte de él, mientras me daba indicaciones y evitaba cualquier accidente.

Mentalmente iba contando los pasos, guardando en mi memoria algunos objetos que Mauricio dijo que habían, tenía que hacer familiar este lugar.

Una vez paró el ascensor comencé a caminar si mucha ayuda de Mauricio. Escuche la puerta abrirse y entre dando unos pequeños pasos. Recordé que no había objetos cerca de la entrada con lo cual golpearme.

—¡Maldición, Mauricio!—exclamé al pegar contra algo muy duro. Le podría decir todas las maldiciones que existían por no haber quitado eso de esa parte.—No recuerdo que hubiera eso.—dije sin saber que era.

—Lo siento. Ayer se me olvido mover esa mesa.—dijo haciendo un ruido al quitarla.—¿Te duele mucho?—asentí con la cabeza e hice un puchero de dolor. Acarició mi mejilla y deposito pequeños besos por mi rostro.

—Mejor vamos a comer.—esta vez deje que el me llevara no quería terminar llena de golpes.

Me senté y empecé a tocar lo que estaba en la mesa. Eran panqueques y fruta. Tome los cubiertos y comenzamos a comer. Estaban muy ricos. 

—Podría vivir de tus desayunos.—dije rompiendo el silencio.

—Y yo podría vivir de tus besos.—dijo depositando uno en mi mejilla. Negué con la cabeza sonriendo.

Pasamos un desayuno agradable. Mauricio terminó dándome la comida en la boca, como un bebé. No me podía negar porque si no lo hacía a la fuerza.

Con gestos como esos, es que cada día me enamora aún más de lo que ya estoy. Estoy segura que podría vivir toda una vida a su lado y nunca dejaría de amarlo.

Podrían pasar miles de cosas y mi amor hacia el sería el mismo.

Después de desayunar me acompañó a comprar un regalo para Octavio, llegaría en dos días y es su cumpleaños. Es mi gran amigo y no podría dejar de darle un obsequio.

Estábamos comprándole un remera, bueno, la estaba escogiendo Mauricio. Confío que será un buen regalo.

—¿Sólo es tu amigo?—preguntó Mauricio. Desde que le dije que era para un amigo, está llenándome de preguntas?.

—Si, tiene novia y son muy felices.— dije rodando los ojos porque era la tercera vez que contestaba la misma pregunta.

—¿Sólo es tu amigo?—dijo riendo. Suspire con cansancio, ya lo estaba haciendo sólo por molestar.—Sabes que me gusta molestarte.

—Lo sé, pero a veces te pasas.

—Te amo.—dijo depositando un corto beso en mis labios.

—No puedo durar enojada, gracias a ti.—dije negando con una sonrisa.—¿Encontraste una remera?

—Si, esta perfecta. Podemos ir a pagar.—dijo tomando mi mano. Nos dirigimos a pagar, en segundos ya estábamos fuera de la tienda.

Mauricio pasó una mano por mi cintura y comenzamos a caminar hacia su auto. Durante nuestro trayecto escuche a una chica gritarle lo bueno que esta. Rodé mis ojos imaginando como esa chica estaba pensando en todas las cosas que podría hacer con Mau.

Amor Verdadero ( Maunés) AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora