Capítulo 5

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Bakugō caminaba lentamente con las manos en los bolsillos por los pasillos de la U.A., no tenía prisa por llegar a su destino. Ponía mala cara y rezongaba inteligiblemente con cada paso que daba, dándole vueltas al asunto que lo tenía tan estresado.

Hey tú! Niñata peli blanca, no debiste haberme salvado, no necesitaba tu ayuda, pero ya que lo hiciste... pues gracias! —Sí, eso le diría, y en cuanto terminara se largaría de allí. No tenía que escuchar la respuesta de ella, para qué? No tenía sentido.

Pero justo cuando estaba a punto de llegar a la puerta de la enfermería, una exclamación de dolor lo sorprendió y lo hizo echar a correr precipitadamente.

—Tómatelo con calma, señorita Kiyama, pero haz lo posible por ponerte de pie —Decía la enfermera mientras sostenía de la mano a la oji dorada, quien temblando ligeramente, hacía lo que podía por acomodar sus piernas en el suelo.

—Oiga! Pero qué mierda está haciendo? Ella está herida! Debería quedarse tumbada! —Gritó el rubio entrando en la estancia, dando grandes zancadas hacia donde estaban las mujeres.

—Bakugō-kun? —Se sorprendió joven heroína deteniendo repentinamente sus movimientos y clavando sus orbes dorados en él.

—Joven Bakugō, no puede venir a la enfermería a gritar de esa forma. Qué hace aquí? —Regañó la anciana al recién llegado, mirándolo con el ceño levemente fruncido.

—Pero a ella le duele! Por qué coño la obliga a ponerse de pie? —Espetó el joven enojado, ignorando la pregunta de la mujer y situándose frente a ellas.

—La señorita Kiyama debe empezar a moverse, lleva 3 días en cama y no puede permitir que sus músculos se atrofien —Respondió la enfermera con aplomo, acallando las réplicas del oji rojo —No deberías estar en clase, jovencito?

—Es la hora del almuerzo —Replicó el platino con desdén, ladeando su cara groseramente.

—Bakugō-kun, cómo estás? Has venido a verme? —Preguntó entonces la joven de cabello blanco, captando la mirada del héroe explosivo.

Mierda! Sí, qué era lo que iba a decirle? Maldita sea, lo había planeado mil veces esta mañana!

—Eh...

No obstante, antes de que el chico pudiera hablar, Asuka dio otro quejido de dolor al haber intentando enderezarse un poco más, provocando que sus piernas temblaran y se desplomara de improviso.

—Hey! —Exclamó Katsuki lanzándose para tomarla entre sus brazos, evitando justo a tiempo que cayera de rodillas al suelo.

—Tómalo con calma, mi niña —Repitió la enfermera preocupada, pero aliviándose de que el chico la hubiera atrapado antes de haberse golpeado.

—P-perdona... —Profirió la albina con suavidad, demasiado dolorida como para avergonzarse de ser sostenida por él.

—Tch... —Soltó el joven con fastidio, sonrojándose levemente por el contacto con ella. Todas las chicas eran así de suaves?

—Bueno jovencito, ya que estás aquí, podrías ayudar a la señorita Kiyama a caminar por la habitación? Necesita moverse un poco más antes de volver a reposar —Pidió la anciana con una sonrisa, pensando en lo conveniente de la llegada del aquel muchacho.

—Qué!? —Exclamó él sin podérselo creer, sintiendo los nervios invadirlo de forma repentina; no sabía cómo interpretar lo que estaba pasándole en ese momento, quería soltarla, pero al mismo tiempo estar tocandola de esa forma no le molestaba en lo más mínimo, de hecho...

—Estoy un poco pasada de años para ayudar a la señorita Kiyama como se debe, y ya que estás aquí... —Siguió la enfermera sentándose sobre la silla de su escritorio con una sonrisa en su rostro.

Lo que significa ser un héroe [Katsuki Bakugo x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora