Capítulo 21

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—Estoy bien, joder. —Soltó Bakugō tomando con cuidado las manos de Asuka para apartarla, pues ya tenía suficiente calor como para que ella hiciera que aumentara.

—No lo estás, tienes fiebre. —Refutó ella con preocupación, impidiendo que sus manos se separaran. —Fue porque nos mojamos con la lluvia ayer.

El recuerdo de todo lo que pasó hizo que el oji rubí se tensara y apartara la vista, no quería pensar en nada de eso justo ahora.

—Sólo es un puto resfriado. No fastidies. —Aseguró toscamente, con sus mejillas enrojeciendo aún más. —Ahora lárgate o también te vas a enfermar.

Ah, entonces ¿esa era la razón de él para no querer verla?

La chica sonrió con levedad y sintió su corazón apretarse cálidamente, al comprobar que sus preocupaciones habían sido completamente tontas. Definitivamente, este era el Bakugō que ella recordaba, el chico fiero pero sincero del que se había enamorado.

—Tu temperatura está muy alta, no creo que se trate de un simple resfriado. —Comentó ella, mirando las manos del rubio entre las suyas, sintiéndolas mucho más calientes de lo normal. —Espérame aquí, traeré algo para que podamos bajarla.

—¿No escuchaste lo que te acabo de decir, maldita sea? —Espetó él entre un gruñido, mirando a la chica con furia. —¡Te vas a contagiar y va a ser mi maldita culpa!

—Katsuki-kun. —Lo llamó entonces ella con una voz tan cargada de afecto, que el cenizo se envaró enseguida, pasmado por el brillo de sus ojos dorados. —¿Qué no te das cuenta que lo más probable es que ya lo esté?

Sintiéndose como un imbécil, el platino gruñó con fuerza y cerró sus ojos en gesto frustrado, esforzándose por no recordar lo que había pasado ayer y terminar haciendo algo de lo que pudiera arrepentirse; además, se sentía malditamente extraño que alguien se interesara así por él, no estaba para nada acostumbrado ni cómodo con la idea de alguien velando por su bienestar, hacía mucho tiempo que hacía las cosas solo, pero debía admitir que era una sensación agradable si provenía de ella; sin embargo, él era fuerte, nunca había necesitado que alguien lo cuidara y maldita sea, no iba a empezar ahora.

—Escucha Kiyama, no necesito que te preocupes por mí, joder, yo...

—Mira, yo sé que tú eres fuerte y que no necesitas de nadie, ya me lo has dicho antes. —Le interrumpió ella tomando otra vez su rostro, sabiendo perfectamente que eso era lo que iba a decirle. —Pero tú dijiste anoche que estábamos juntos, ¿no es así? —Indicó, y el oji rojo abrió sus ojos con desmesura. —Déjame quedarme al menos hasta que te baje la temperatura, prometo irme en cuanto vea que estás mejor.

Con sus manos temblando incontrolablemente, Bakugō tragó saliva con pesadez y se quedó mirando con fijeza el rostro de la chica, dándose cuenta de que a partir de ahora, ella sería una constante en su vida, y que esto, si bien antes había sido una idea inconcebible, ahora lo sentía como una necesidad devastadora, que antes simplemente no había experimentado porque no había llegado la persona que la despertara en él.

Entonces, sin previo aviso, atrapó la boca de la albina y la besó con fiereza, estrechando su delicado cuerpo con apremio haciéndola lanzar un quejido de sorpresa, que pronto fue reemplazado por suspiros entrecortados, que se vieron interrumpidos cuando él se separó para volver a hablarle.

—Bien, maldita sea, si eso es lo que quieres, entonces quédate. —Farfulló él en tono ronco, inmensamente satisfecho con la expresión sorprendida y acalorada de la chica. —Pero si luego llegas a arrepentirte, te juro que me voy a encabronar.

La piel de la oji dorada se erizó por completo y ahora fue ella quien pasó saliva, recordando perfectamente las palabras que él le había dicho hacía ya tanto tiempo.

Lo que significa ser un héroe [Katsuki Bakugo x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora