Escena VII

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NORA (Adelantándose hacia el): ¿Qué? ¿Has logrado echar a la calle a ese señor?

HELMER: Si, acaba de marcharse.

NORA: ¿Permites que te presente? Es Cristina, que ha venido de fuera.

HELMER: ¿Cristina? Usted perdone, pero no sé...

NORA: La señora de Linde, querido, la señora Cristina de Linde.

HELMER: ¡Ah! Perfectamente. ¿Una amiga de la infancia de mi mujer, acaso?

CRISTINA: Si, señor; nos conocimos en otro tiempo.

NORA: Y ya ves, ha hecho este viaje tan largo para hablar contigo.

HELMER: ¿Cómo?

CRISTINA: No solo para eso...

NORA: Cristina, para que lo sepas, entiende mucho de trabajos de oficina y, además, tiene grandes deseos de ponerse a las órdenes de un hombre superior y de adquirir aun más experiencia.

HELMER: Muy bien pensado, señora.

NORA: Así es que, cuando supo por los telegramas de los periódicos que te habían nombrado director del Banco, se puso en camino... ¿Verdad, Torvaldo, que harás algo a favor de Cristina por complacerme? ¿Verdad?

HELMER: No es absolutamente imposible. ¿La señora es quizá viuda?

CRISTINA: Si.

HELMER: ¿Y usted está acostumbrada a trabajar en oficinas?

CRISTINA: Si, bastante.

HELMER: Entonces es muy probable que pueda proporcionar a usted una plaza.

NORA (Aplaudiendo): ¡Lo ves!

HELMER: Llega usted en buena ocasión, señora.

CRISTINA: ¿Cómo agradecer a usted...?

HELMER: ¡Oh! No hablemos de eso. (Se pone el abrigo). Pero hoy tendrá usted que disculparme.

RANK: Espera, que yo también me voy. (Recoge su cuello de pieles del recibidor y lo calienta en la chimenea).

NORA: No tardes mucho, Torvaldo.

HELMER: Una hora solamente.

NORA: ¿Te vas tú también, Cristina?

CRISTINA (Poniéndose el abrigo): Necesito ir a buscar un alojamiento.

HELMER: Podemos ir juntos una parte del camino.

NORA (Ayudándola): ¡Que fastidio que estemos tan estrechos!... Nos es completamente imposible...

CRISTINA: ¿En qué piensas, mujer? Hasta la vista, querida Nora, y gracias.

NORA: Hasta luego, porque esta noche vendrás, ¿no es cierto? Y usted también, doctor. ¿Cómo? Siempre que se sienta bien. ¡Claro que se sentirá bien!... ¿Va usted a excusarse? Se arropa usted. (Se van hablando por la derecha. Se oyen voces de niños en la escalera). ¡Ya están aquí, ya están aquí! (Corre a abrir, y aparece Mariana con los niños)

La casa de muñecas - Henrik IbsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora