Escena VI

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HELMER (Enrollando los papeles): Bien, señora terca.

NORA (Con voz ahogada): ¿Qué va en ese sobre?

HELMER: La cesantía de Krogstad.

NORA: ¡Recógela, Torvaldo! Todavía es tiempo. ¡Oh! ¡Torvaldo, recógela! ¡Hazlo por mí... por ti, por los niños! ¡Óyeme, Torvaldo!... ¡Haz eso! No sabes la desgracia que puede acarrearnos a todos.

HELMER: Es demasiado tarde.

NORA: Si, demasiado tarde.

HELMER: Querida Nora, te perdono esta angustia, aun cuando no sea otra cosa que una injuria a mí. ¡Si, lo es! ¿No es una injuria creer que yo podría temer la venganza de un abogaducho perdido? Pero te lo perdono de todos modos, porque eso demuestra el gran cariño que me tienes. (La toma en brazos). Es preciso, adorada Nora. Suceda lo que suceda. En los momentos graves, tengo fuerzas y valor y asumo todas las responsabilidades.

NORA (Asustada): ¿Qué quieres decir?

HELMER: He dicho todas las responsabilidades.

NORA (Con acento firme): ¡Jamás, jamás harás eso!

HELMER: Bien, pues las compartiremos, Nora, como marido y mujer. Así debe ser. (Acariciándola). ¿Estás contenta ahora? Vamos, vamos, nada de miradas de paloma asustada. Todo es pura fantasía. Ahora debes tocar la tarantela y ensayarte en la pandereta. Yo me encerraré en mi despacho, y desde allí no oiré nada. Puedes hacer todo el ruido que quieras, y, cuando venga Rank, le dices donde estoy. (Le hace una seña con la cabeza, entra al despacho llevando los papeles, y cierra la puerta).

La casa de muñecas - Henrik IbsenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora