NORA (Entreabriendo con precaución la puerta del vestíbulo y escuchando): Se ha marchado. No le enviará la carta. ¡No, no, es imposible! (Abre la puerta mas cada vez). ¿Qué es esto? Se ha detenido. Reflexiona. ¿Iría a...? (Se oye caer una carta en el buzón, y después los pasos de Krogstad, cuyo ruido va extinguiéndose a medida que baja la escalera. Nora reprime un grito y vuelve corriendo hasta el velador. Un momento de silencio). ¡Está en el buzón! (Vuelve sigilosamente a la puerta del recibidor). ¡Está ahí!... ¡Torvaldo... nos hemos perdido!
CRISTINA (Entrando con el traje por la puerta de la izquierda): No he podido hacer más. ¿Quieres probártelo?
NORA (Bajo, con voz ahogada): Cristina, ven aquí.
CRISTINA (Poniendo el vestido sobre el sofá): ¿Qué tienes? Parece que estás completamente trastornada.
NORA: Ven aquí. ¿Ves esa carta? ¿Ahí, a través de la abertura del buzón?
CRISTINA: Si, la veo perfectamente.
NORA: Esa carta es de Krogstad.
CRISTINA: ¡Nora!... ¿Fue Krogstad quien te prestó el dinero?
NORA: Si. Lo sabrá todo Torvaldo.
CRISTINA: Créeme Nora, es lo mejor para ustedes dos.
NORA: Es que no lo sabes todo; he puesto una firma falsa.
CRISTINA: ¡Gran Dios!... ¿Qué dices?
NORA: ¡Ahora oye, Cristina! Oye lo que voy a decirte; necesito que me sirvas de testigo.
CRISTINA: ¿De qué? ¡Dime!
NORA: Si yo me volviese loca... y bien puede darse el caso...
CRISTINA: ¡Nora!
NORA: O si me ocurriera alguna desgracia... y yo no estuviese aquí para...
CRISTINA: ¡Nora, Nora, has perdido el juicio!
NORA: Si hubiera entonces alguien que quisiera atribuirse toda la culpa... ¿comprendes?
CRISTINA: Si, ¿pero cómo puedes creer?
NORA: En ese caso debes declarar que es falso, Cristina. No estoy loca; estoy en mi sano juicio, y te digo: ninguna otra persona lo supo; obré sola, absolutamente sola. Acuérdate bien de esto.
CRISTINA: Bien, lo recordaré; pero no comprendo...
NORA: ¡Ah! ¿Cómo vas a comprender? Es que va a realizarse un prodigio.
CRISTINA: ¿Un prodigio?
NORA: Si, un prodigio. ¡Pero es tan terrible!... Cristina, es preciso que no ocurra tal cosa: no quiero, a ningún precio.
CRISTINA: Voy a hablar con Krogstad ahora mismo.
NORA: No vayas a verlo; lo pasarías mal.
CRISTINA: Hubo un tiempo en que hubiera hecho el mayor sacrificio del mundo por complacerme.
NORA: ¿Él?
CRISTINA: ¿Dónde vive?
NORA: ¡Que se yo!... Digo, si. (Se registra el bolsillo). Aquí está su tarjeta. ¡Pero la carta!
HELMER (Llamando a la puerta que comunica con sus habitaciones): ¡Nora!
NORA (Lanzando un grito de angustia): ¿Qué ocurre? ¿Qué quieres?
HELMER: ¡Vamos, vamos! No te asustes, es que no podemos entrar: has cerrado la puerta. ¿Te estás probando el vestido?
NORA: Si, sí, estoy probándomelo. ¡Voy a estar muy guapa! Torvaldo...
CRISTINA (Después de mirar la tarjeta): Vive cerca de aquí, en la esquina de esta calle.
NORA: Si, pero ¿para qué? Estamos perdidos. La carta está en el buzón.
CRISTINA: ¿Tiene la llave tu marido?
NORA: Siempre.
CRISTINA: Krogstad puede reclamar la carta antes que sea leída, inventando un pretexto cualquiera.
NORA: Pero es precisamente la hora en que Torvaldo acostumbra...
CRISTINA: Entretanto, anda a su habitación. Yo volveré todo lo antes que pueda. (Sale precipitadamente por la puerta del vestíbulo).
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La casa de muñecas - Henrik Ibsen
Historical Fiction"Casa de muñecas" tiene como protagonistas a Torvald Helmer y a Nora, una pareja de buena posición económica que se casó hace ocho años y tiene tres hijos. Con la llegada de Cristina, una vieja amiga de la infancia de Nora, la protagonista se confie...