Capítulo 27

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En un momento indeterminado de la mañana, cuando el Sol brillaba ya en lo alto del cielo, Rome se coló en la habitación y se dedicó a despertar a Marco a lametones.

-Rome, para ya -ríe el balear.

-Muy bien, Rome -animo al cachorro-. Así, así, despiértalo.

-Si quieres puedo despertarte igual eh... -me mira el mallorquín juguetón.

-Yo ya estoy despierta -replico tirándole un cojín.

-Enano... a por ella.

Debo admitir que mi fuerza es más bien poca tirando a nula, así que cuando rodea mi cintura con sus brazos, colocarme debajo de su cuerpo es una tarea sencilla.

-¿No quieres que te despierte como Rome? -me hace un puchero.

-¡No! -río a carcajada limpia.

-Me es muy difícil resistirme tal y como estás ahora -se muerde el labio y sujeta mis brazos con una mano, acariciando el tirante de mi sujetador con la otra.

-Tendrás que aguantar, chavalín.

Deja caer todo su peso sobre mi cuerpo y yo pataleo, tratando de escapar de él.

-¡Aparta gordo, estás aplastándome! -le digo citando a Lilo y Stitch.

-¿Me acabas de llamar gordo? -pregunta intentando parecer ofendido.

-Sí -afirmo, ratificándome en mi papel de chulita.

-Ahora si que te vas a enterar -amenaza.

Tengo una fracción de segundo para reaccionar, y no pienso desaprovecharla. Me pongo en pie de un salto, huyendo de la cama y corriendo a la otra punta de la habitación.  Sobre el colchón descansa Roma agitando el rabo, que mira como Marco se me acerca lentamente.

-Si te resistes va a ser peor -ríe el futbolista.

-La cuestión es que no me vas a atrapar.

-¿Quieres que lo comprobemos?

Poco a poco, intentando que el mallorquín no se dé cuenta de lo que pretendo hacer, retrocedo hasta la puerta, manteniendo la vista fija en él, que se acerca a mi del mismo modo. Cuando mis manos rozan la maneta y creo que soy libre, Marco me atrapa y me carga sobre sus hombros como a un saco de patatas.

Por más que pataleo y me esfuerzo por soltarme, cuando me lanza sobre la cama él se tumba a mi lado y volvemos a jugar como dos críos. Un beso por aquí, una caricia por otra parte... Volvemos a enredar nuestras piernas con las del otro y con cuidado, Marco vuelve a colocarse encima mío, besándome el cuello.

-Marco tío, ¿tienes tu mis bambas? Anoche no las encontraba y por no escribirte... -Igor abre la puerta de par en par, y tenemos el tiempo justo para coger la sábana y taparme hasta el cuello.

-Igor, joder, llama a la puerta -se queja Marco abrochándose el vaquero tratando de ocultar el bulto de su entrepierna.

-Ostias...  perdón, perdón. Me voy, no he visto nada, tranquilos. Buenos días, Emma -ríe cerrando la puerta tras de sí.

-Esto... ¿por dónde íbamos? -me guiña un ojo.

-Serás idiota, ¿por qué no me avisaste? -me cubro la cara con las manos, muerta de vergüenza.

-No debería haber vuelto hasta... sí claro, son las dos de la tarde -ríe abrazándome.

-¿Las dos? Mierda, tengo que irme -pego un salto buscando mi vestido por el suelo.

-¿Por qué tienes tanta prisa? Quédate a desayunar conmigo...

-¿Desayunar? ¿A estas horas? -río.

-Venga, por favor...

Sopeso lo que me dice. La verdad es que me muero de hambre y llegar ahora al hotel sería una tontería; Sara me llamaría exigiendo detalles en cuanto se enterara que no estoy con Marco y me pondría como una cría hablando de él, así que accedo.

El desayuno, por llamarlo de alguna forma, que preparó Marco habría valido para alimentar a un ejército. Empezó preparándome un café a mí y otro a su hermano, mientras él se servía un zumo de naranja. Sobre la mesa del comedor lanzó de todo, desde tostadas y fruta hasta un plato de pasta enorme para él.

-Explícame el secreto para comer tanto y estar como tú -exijo dando un mordisco a una tostada con queso fresco.

-Bueno, lo quemo todo -me dedica una mirada pícara antes de echarse a reír enrolando sus espaguetis en el tenedor.

-Entonces... ¿ahora estáis juntos o qué? -nos pregunta Igor dándole un sorbo a su taza de café. Ambos nos miramos con un gesto de contrariedad. ¿Qué somos? Se cierne sobre nosotros un silencio espeso que es roto por la melodía de mi teléfono, vibrando en la cocina.

-Tengo que cogerlo, debe de ser Sara -me excuso levantándome de la mesa.

-Ostia puta Igor -escucho murmurar a Marco en cuanto he salido del comedor.

Consigo descolgar la llamada al cuarto tono, pero para mi sorpresa no es Sara sino Isco quien me llama.

-Dime Isco.

-¿Dónde está Marco? Le he estado llamando pero no me contesta, tiene el móvil apagado -me pregunta, por lo distorsionada que escucho su voz intuyo que está hablando por el manos libres del coche.

-Hum... aquí, desayunando. ¿Por qué, quieres hablar con él? -le respondo mirándome las uñas.

-¿Aquí? ¿Estás en su casa? Madre mía, sabría que iría bien, pero tan bien... Felicidades enana -ríe-. No tranquila, con quien quiero hablar es contigo.

-¿Conmigo? ¿De qué? 

-Un piso, en el centro. Recién reformado, es de un amigo y por mí te hace un precio especial en el alquiler.

-¿Qué? Pero aún no he tomado ninguna decisión -miento.

-Eso díselo a tu chico. Te paso a buscar por su casa en veinte minutos, arréglate -dicho eso cuelga, justo cuando Marco entra por la puerta cargando con los platos sucios.

-¿Qué te pasa? Tienes una cara rara...

-Voy con Isco a ver un piso... -digo perpleja todavía por la noticia.

-¿Cómo? ¿Vienes a vivir aquí y no pensabas decirme nada?

-Era algo que comentamos con Sara, para nada era una decisión clara y no pensaba que encontraría algo tan pronto...

-Pero ¡es genial! ¿Dónde? Te acompañaré a verlo.

-En Salamanca, pero es mejor que esperes, la visita es un favor que me ha conseguido Isco...

Acepta a regañadientes y yo corro a cambiarme de nuevo. Tengo quince minutos para ducharme y arreglarme, debo estar presentable por lo menos. En todo momento Marco está contento por mí y no duda en ayudarme en todo lo que es capaz, así que cuando el claxon del coche de Isco suena en la calle, yo ya llevo unos minutos preparada.

-Cuídamela bien -le dice Marco a su amigo a través de la ventanilla.

-Calla, capullo que gracias a mí la vas a tener a veinte minutos.

Tras despedirnos con un leve beso, me subo al coche y Isco acelera, saliendo de la calle con suma rapidez. Antes de girar a la izquierda, al mirar por el retrovisor todavía puedo ver a Marco de pie en la entrada.


Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora