Capítulo 54

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Espero paciente bajo el pequeño porche a que el mallorquín consiga dar con la llave que toca.

-Tu sin prisas, esta ducha natural a principios de noviembre es la mar de agradable -le chincho y él me echa una miradita de advertencia por encima del hombro.

-Cállate.

Rio entre dientes pero no añado nada más, puesto que ya está algo cabreado por tener su tupé pegado a la frente, a lo que debo añadir, pese a que me odie por ello, que está mil veces más atractivo así.

Tras varios intentos más, la puerta se abre, pero no porque haya dado con la llave adecuada. Sin embargo, al otro lado de la puerta aparece un Gilberto portando un trapo en la mano derecha.

-¡Pero si estáis empapados!

-Papá, está lloviendo -ríe Marco quitándome la maleta de las manos, tan caballeroso como siempre.

-¿Y no existen los paraguas? Emma, hija, al fin te conozco... Marco e Igor no dejan de hablar de ti, pero nadie te presentaba... 

-¿Hablas de mi? -encaro una ceja tras darle dos besos al padre de Marco.

-Alguna vez nos ha pillado comentando alguna cosilla de ti, pero es que es muy exagerado -se revuelve, bajando la vista al suelo, donde Rome juguetea con los cordones de las deportivas que se acaba de quitar.

-¿Alguna vez? ¡Pero si no paráis de hablar de ella! Dile la verdad.

-¡Papá...!

-Hija, no sé qué les das o qué tienes, sobretodo a este -mira rápidamente al pequeño de sus hijos- pero por primera vez en la vida en casa hay otro tema de conversación que no sea el fútbol.

-Y ahora me pinta como un monotemático -se queja Marco-. Me desesperáis, voy a darme una ducha.

-Te quedas a cenar, ¿verdad? -me pregunta Gilberto guiándome a la cocina-. Estoy haciendo lubina al horno, si te quedas seguro que no protesta...

-¡Sí que protesto! -se le escucha desde arriba. Pero será maruja, siempre poniendo la oreja...

-Entonces cuenta conmigo.

Durante la siguiente media hora me quedo con Gilberto, quien con mucha paciencia, me enseña los secretos de su receta estrella.

-Y ahora ha de estar cuarenta minutos en el horno, no tiene más misterio -me explica él cerrando la puerta del horno.

-Gilberto... -hago una pausa para darle un sorbo a la manzanilla caliente que me ha obligado preparar-. ¿Le puedo preguntar algo sobre Marco?

-Si no me tratas más de usted, puedes preguntarme incluso dos -ríe.

-Marco... -me aclaro la garganta antes de continuar-, ¿Es propio de Marco el tener secretos? Secretos importantes, me refiero.

-Emma, hija -suelta el trapo que tenia entre las manos y adopta la misma postura que yo, apoyado en la encimera con las manos cruzadas-. ¿Hay algo de lo que quieres que hable con Marco?

-No, no es eso. Tan solo es... curiosidad, supongo -me encojo de hombros clavando la vista en la taza.

-Creo, por lo que conozco a mi hijo, que si quiere algo va a por ello y si no está seguro con algo, simplemente lo deja estar sin más preocupación. ¿Si tiene secretos? Estoy seguro de que alguno tiene pero, ¿y quién no? No creo que debas preocuparte, si me lo has preguntado por vuestra relación, digo. 

>>Marco te quiere, ten muy claro eso. Y te quiere de verdad, está enamorado de ti. Enamorado como nunca le he visto con nadie. De echo, ni Igor ni yo le habíamos visto tan a gusto y feliz con nadie, cariño. Es cierto que le cuesta expresar sus sentimientos, un defecto que ha heredado de mi -sonríe de lado-, pero tengo que darte las gracias. Estar contigo le hace mucho bien. Mi hijo es muy protector, así que créeme cuando te digo que te va a proteger de todo lo que pueda, ¿sí?

Cuando termina de hablar en la cocina reina un espeso silencio que es interrumpido por el ruido de la ducha y los leves tarareos del centrocampista.

-Gracias, Gilberto.

-Para esto estamos la familia -y al pronunciar esto nos fundimos en un tierno abrazo.

-¿Qué os pasa? -la voz de Marco aparece de repente en la puerta y al girarme me lo encuentro apoyado en el marco. Ja, ja. Un punto en mi contra por ese chiste tan malo.

-Nada. Tu padre me contaba tus secretos más oscuros -me giro para mirarle directamente a la cara, intentando parecer desafiante pero estoy segura que la mandíbula roza el suelo.

Un Marco vestido con una sencilla camiseta blanca deja a la vista unos bíceps trabajados, a la vez que resalta el bronceado natural de su piel. Los pantalones azules de su época en el Espanyol y sus característicos calcetines liner negros le dan ese toque de estoy en casa, desarreglado y perfecto como siempre que me vuelve loca.

-Yo no tengo pasado oscuro. Siempre he sido un chico de diez -se cruza de brazos y me mira desafiante.

-Todos tenemos uno -protesto poniendo los ojos en blanco.

-Yo no. Si mal no recuerdo, el tuyo era como fiel fan psicótica de las Spice Girls, ¿no? -cuando lo miro con los ojos abiertos como platos él estalla en carcajadas. ¿Cómo narices sabe eso de mi? ¡Pero si era una cría!-. Te dije que con Gerard me iba a llevar muy bien.

Lo fulmino con la mirada antes de salir esquivándole de la cocina, donde Gilberto le da una colleja para que se calle.

-Me voy a duchar, estoy calada hasta los huesos -anuncio.

-¿Quieres que te cante Wannabe mientras tanto?- me sigue con una sonrisa de oreja a oreja.

-Tu hazlo y te juro que el video será trending tópic en Twitter -le contesto y él me mira muy serio.

-No te atreverías...

-Pruébame.



Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora