Capítulo 36

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Me abre la puerta del copiloto y yo me peleo con las muletas hasta conseguir salir del coche. No llevo ni diez minutos con ellas y ya me tienen harta, ¿como se supone que voy a aguantar las dos semanas que dura la gira?

-Adelante —sonríe haciéndose a un lado tras abrir la puerta —. Las damas primero.

Le lanzo cuchillos con los ojos, pues con la mala cara que tengo y vestida con su ropa tengo más pinta de Bigfoot que no de dama y él se dedica a observarme embelesado. Sé cuanto le gusta que vaya vestida con su ropa, pese a que yo me sienta un saco de patatas, sobretodo con el tobillo vendado.

—¿Pero que narices hacías para pegarte esa leñe? —la canaria saca la cabeza por la puerta de la cocina en cuanto escucha la llave en la cerradura.

— Cariño, eso no se pregunta —la voz de Isco nos llega desde el salón—. No queremos saber los detalles...

Encaro una ceja mirando a Marco preguntándole que qué hacen en casa la pareja. Él sonríe sin más y cierra la puerta a sus espaldas con suavidad.

—Oye, colega —Sara agita la caja de la pizza que ya debe estar helada —. ¿Cómo te atreves a darle de comer a Emma comida basura? ¡Suerte de mí, que os estoy haciendo algo sano, porque si no...!

—Esto... se supone que era una cena romántica... privada-se queja el mallorquín tirándose en el sofá mientras mira a Isco fijamente, que está en plena partida del Fifa. Arrebata el mando de las manos del malagueño y a continuación este se queja cual niño pequeño—. Ven.

Me agarra suavemente de la cintura y tira levemente de mí, lo justo para caer a su lado. Sonríe contra mi sien y besa con cuidado el arco de mi ceja mientras me acurruca contra su pecho.

—Toma —Sara me tiende un bol lleno de una crema líquida blanquecina—, dejad la comida basura, que solo hace que daño al cuerpo.

—¿Qué es? —le pregunto dando un pequeño sorbo a la crema—. Está bueno.

El mallorquín encara una ceja al mirarme y sonríe con suficiencia, pensando que le digo eso a la canaria para que deje de trastear por la cocina, pero la verdad es que está realmente bueno.

—Vichyssoise. Seguro que mientras te quedes conmigo comerás mucho más sano que con este de aquí —le revuelve el pelo a mi chico que intenta apartarse, fingiendo estar molesto.

—Con la que habrás liado para hacer eso más te vale que esté bueno—señala con la cabeza el bol que sostengo entre mis manos—, me habrás dejado la cocina buena. Más te vale que la dejes como nueva. Mientras, yo me voy a comer la pizza, antes de que la policía del fast-food la tire al cubo de la basura.




—No sé que más llevarme... —Marco se sienta a mi lado en la cama mirando a la maleta medio llena del suelo.

—¿Has cogido protección? —bromeo mordiéndome las uñas. Por como cambia su cara entiendo que ha pillado la broma y se ríe agitando la cabeza.

—Serás idiota... Pues no, la verdad es que me olvidaba. Ahora iré a buscar al baño, gracias por recordármelo—ambos reímos y posa su cabeza en mi vientre, por lo que seguidamente empiezo a juguetear con su pelo. Cuánto le voy a echar de menos estas dos semanas...

—¿Vendrás al aeropuerto? —me mira y antes de que pueda responder nada, añade—: No tienes por qué si no te apetece, lo preguntaba por preguntar, pero no tienes porqué venir si no...

—Pues claro que voy a ir —le corto—. No te creas que vas a huir de mi sin sufrir un poco primero, ni lo sueñes.

Durante un par de horas más ayudo a Marco a doblar la ropa que tendrá que llevarse. Unas cuantas sudaderas, tejanos, muchas camisetas... pensaba que nadie podría llevarse más ropa que yo para un par de semanas, pero me equivocaba, Marco es mil veces más maruja que yo.

No puedo creer que no vaya a ver a Asensio durante dos semanas. Por supuesto, es algo que debe hacer y que va con su trabajo, y por ello lo entiendo y no le he permitido que hable con el entrenador para librarse de ello, pues es una oportunidad estupenda para él, pero por otra parte, y esta me escuece como una herida abierta, sé que en Estados Unidos va a estar tan ocupado que no va a tener tiempo ni para pensar en mí, así que esa pequeña, ínfima, parte egoísta de mi ser, quiere retenerlo en la cama durante esas dos semanas. Que narices, durante los próximos dos años, como mínimo.

—Bueno —suspira cerrando la maleta— pues ya está todo.

Se deja caer sobre la cama y yo le beso la línea recta de su marcada mandíbula con cuidado. Podría estar así siempre; ambos tirados sobre la cama y despreocupados, sin pensar en nada más que escape de las cuatro paredes de su habitación.

—Ahora tan solo falta que estas dos semanas pasen rápido —pienso en voz alta.

—No me voy a olvidar de ti, vas a cuidar de Rome, te voy a estar vigilando...

—¿Me has puesto cámaras en casa? —encaro una ceja con una sonrisa divertida en los labios.

—Puede —sonríe con suficiencia—. En el baño sobre todo.

—¡Serás cerdo! —le tiro un cojín a la cara y ambos estallamos en carcajadas.

—Encima que soy sincero... me vuelves loco, ya no sé que pretendes —finge una cara de inocencia que no se cree ni él, pues estalla en otra carcajada en cuanto lo miro con gesto divertido.

—Secuestrarte en mi casa, como canta Clara Lago —sonrío con la sonrisa más dulce que he puesto en mi vida.

—Me parece bien. Cuando vuelva podemos planearlo y...

—No, no, no. Yo soy la secuestradora, yo mando y elijo. Tu no pintas nada.

—Hombre, pues si no pinto nada no tienes a quién secuestrar —se burla el mallorquín. Mierda, tiene razón.

—A Rome —pienso rápido—. Es más bonito que tú.

—¿Perdón?

—Perdonado, bueno no, que te vas.

Antes de que pueda rodar para escapar de sus brazos, me envuelve con ellos y se dedica a hacerme cosquillas. Yo chillo y pataleo intentando que me deje libre, pero nada curte efecto. Esta vez no me voy a librar tan fácilmente.

A causa de algún chillido, la puerta se entreabre y por ella aparece el cachorro, que salta divertido a la cama, buscando el poder participar en el juego que corre a cuenta del balear y mía.

—¿Lo ves? Viene a salvarme, me quiere más que a ti —le chincho cuando al fin me ha solado.

—Al final vas a pillar eh... —me amenaza en broma limpiándose las babas del perro de la mejilla.

—Sí, sí... claro que sí.

—Voy a ducharme, porque si no...

—No te caigas eh... —una sonrisa traviesa cruza mi cara y él, pese a estar serio, contiene una carcajada en su interior.

—No soy tan torpe como tu, descuida.



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Hola a todxs!

Puesto a que ayer no pude subir capítulo debido a el nivel de trabajo acumulado que tenía, hoy cuelgo el capítulo 36 que os debía, espero que me perdonéis por el día de retraso 😅

Respecto al capítulo del domingo, por causas familiares no podré subirlo el domingo, pero no os preocupéis, lo colgaré mañana a las 18:00h.

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Cómo vais viendo la novela hasta ahora? Dejadme vuestra opinión en los comentarios, que ya sabéis que me encanta leeros y responderos a todos y todas!

Cinco mil ochocientos besos muy muy enormes.

Gracias por vuestro apoyo,

Emma


Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora