Capítulo 40

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Última semana de agosto

Reviso una vez más que el calendario de la página web se haya actualizado bien antes apagar el portátil, lista para disfrutar de mis dos horas libres antes de que me empiecen a avasallar con mil nuevas tareas que tengo que hacer. Desde luego, trabajar durante el mes libre fue buena idea.

Sin tener muy claro qué voy a hacer ahora, cojo el teléfono y voy a la sala / cocina. Empezar por comer algo no sería mala idea, no sería apropiado que mi estómago ruja en medio de cualquier reunión tonta que piensen convocar hoy.

Inicio de temporada, vuelta a la rutina en Valdebebas. Otra vez.

Mientras corto un aguacate en finas lonchas, el filo del cuchillo roza mi palma, provocando que inmediatamente después de una leve quemazón, gotas de sangre aparezcan en mi mano.

-¿Qué te ha pasado?

Levanto la vista de mi mano ensangrentada y veo apoyado en el marco de la puerta al capitán, sosteniendo una botella de bebida isotónica.

-Me he cortado con el cuchillo -le contesto haciendo una mueca al comprobar que no puedo cerrar la mano-. ¿Me puedes traer ese paño de ahí?

-Lo siento guapa, pero yo y la sangre no somos amigos.

¿En serio le da miedo unas gotas...? Bueno sí, tiene razón. La pica formaría parte del decorado ideal de una película de Eduardo Manostijeras.

-Eh oye, Luca -llama al portero-. ¡Luca!

Hay un silencio breve antes de que el andaluz continúe:

-Ven aquí un momento. La nov... Emma necesita ayuda; se ha cortado con un cuchillo.

Unos pasos rápidos golpean el cemento y en breves segundos el rubio aparece por la puerta.

-¿Estás bien? -me pregunta presionando mi mano con un trapo limpio.

-Sí, me duele un poco pero es sólo un corte.

-Ven, siéntate y espera un segundo -me obliga a sentarme en una de las sillas y desaparece durante un minuto exacto para reaparecer cargado de vendas, tiritas y yodo.

-¿Vas a necesitar un bisturí? -bromeo y el sonríe, arodillándose a mi lado.

-No creo, es un corte superficial, pero creo que se te ha infectado un poco.

El portero trabaja en silencio con cuidado, desinfectándome la herida despacio y yo intento no quejarme del picor que me produce el yodo, haciéndole creer que soy más valiente con las heridas de lo que realmente soy.

-¿Qué ha pasado? -Llorente entra en la cocina en busca de un par de botellas de agua cuando ve el estropicio que hemos montado.

-Me he cortado con un cuchillo -río quitándole hierro al asunto.

-Vaya -sonríe-. ¿Y te dejas curar por este?

El portero le lanza una coz, pero el madrileño lo esquiva, ágilmente.

-¿Llorente, te has perdido o qué? -por favor no.

No puedo acabar de pedir que no sea él cuando un mallorquín de metro ochenta y dos aparece por la puerta clavándome la mirada.

-¿Qué te ha pasado? -traga saliva removiéndose en el sitio pues sé que si no le hubiera exigido poner la máxima distancia entre los dos posible, correría hacia mi sin dudarlo.

-Me he cortado -susurro bajando la mirada.

-¿Sabes lo que haces? -le pregunta a Luca con una mirada rápida a mi mano ahora vendada.

-Bueno, he desinfectado una herida y le he vendado una mano, no he tenido que poner ningún punto -le contesta levemente molesto el francés-. Creo que no puedo haber fallado en eso.

-¿No le has dejado una gasa con yodo en la herida? -pregunta vacilante.

-Marco -le aviso con sequedad-. Estoy bien.

Los tres futbolistas me miran pues hasta entonces nunca me había dirigido con tanta seguridad en mi misma a ningún jugador del Real Madrid, incluso yo estoy sorprendida de mí misma y de mis capacidades.

-¿No te lo vas a comer? -me pregunta Llorente mirando con ojos golosos la tostada con aguacate que todavía está sobre la encimera.

-No, cómetela tú. A mi se me ha pasado el hambre -le contesto echando una mirada rápida al mallorquín antes de salir por la puerta. Por desgracia, ya no escucho a Marco maldecir ni a Llorente incitándolo a venir detrás de mí, pidiéndome disculpas y a preocuparse por mi mano, como según el madrileño, le toca.

Sin embargo, es Luca quien corre detrás de mí para hablar y no el mallorquín, como desea una pequeña parte de mí, pese a que yo no lo acepte jamás.

-Emma, espera. ¿Te encuentras bien? -me frena el portero muy a mi pesar.

-Sí, tranquilo. Es que tengo un par de horas libres y me acabo de acordar que tengo unos recados pendientes -le miento lo mejor que sé.

-Ah no, con la mano así no puedes conducir. ¿Dónde es? Te llevo yo.

-No, no. No quiero molestar.

-No es molestia -sonríe de oreja a oreja.

-Bueno, teniendo en cuenta de que vas a entrenar en menos de un cuarto de hora... lo es -le sonrío de vuelta-. Tranquilo, me las apañaré.

-¿Y si esperas a que termine el entrenamiento? Quiero decir, si no es muy urgente, claro. Entonces podría llevarte donde sea sin tener que correr -me propone.

-Pero entonces tendría que volver a buscar el coche para venir mañana -pongo la excusa más razonable que mi cerebro es capaz de articular en ese momento. ¿Ahora como me escabullo yo de esos recados fantasma?

-Podría traerte mañana. No es ningún problema, así llegaría temprano y podría ir al gimnasio antes de la reunión del equipo.

-La verdad es que esos recados pueden esperar al lunes, no te preocupes, en serio.

Fijo no darme cuenta de las ganas que le está echando a esto de tenerme a solas para él, rodeando el tema de la mejor manera que sé.

-¿Y una cena al acabar? -me pregunta cuando estoy a punto de salir por la puerta-. Ya sabes, unas cervezas y algo de comida japonesa, nada formal. En mi casa e incluso en pijama si te apetece.

Mh, comida japonesa... Pero no, no puedo hacerle eso a... ¿a quién? ¡Venga ya! Es sólo una cena y estoy soltera. Quiero decir, es una cena de amigos, no tengo nada de lo que preocuparme.

-Una copa de vino mejor -sonrío al darme la vuelta para mirarle a los ojos, que ahora brillan de ilusión.

-Serás pija... Vino entonces.

-Genial, estaré en mi despacho.

-Perfecto -da un paso hacia mí y posa un leve beso en mi mejilla-. Te paso a buscar más tarde. ¡Hasta luego!

Y mientras él se marcha, yo me quedo ahí plantada sonriendo por la insistencia del francés como una boba convenciéndome de que Luca no lleva malas intenciones ocultas tras esa cena. Espero no haberme equivocado al aceptar.


Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora