Capítulo 39

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A mitad de la segunda semana mi pie ya estaba como nuevo, así que aproveché el resto de días a acicalar un poco el aspecto del piso, pues después de dos semanas con cajas de por medio y prácticamente sin estar habitado, daba bastante pena.

Cuando leí, a lo largo de esa misma semana, decenas de artículos de la prensa rosa asegurando que cierto jugador estrella del Real Madrid había retomado contacto con su famosa y preciosa ex-novia Marina Muntaner todo mi mundo se vino abajo. Los planes que tenía pensados para hacer con Marco. El verano perfecto que ahora empezaba para nosotros, decorar el piso juntos y sobretodo besarle cada día, como si no hubiera un mañana. Todo aquello se esfumó y se derrumbó.

A lo largo de esos días me negué a ver a Sara, a salir de casa o a responder cualquier mensaje en modo de explicación de Marco. Lo sabía, lo sabía en el fondo de mi ser. Él no iba a ser diferente a los demás, él por supuesto, también recurriría a una modelo, y quién mejor que su ex.

Me desquicié mirando una y otra vez sus fotos  de cuando todavía estaban juntos y todas y cada una de las redes sociales de la modelo. No dejaba de pensar que eran una pareja mucho más sobria y acorde que la nuestra y por ello empecé a reconcomerme por momentos. Lloré lo que no está escrito, continuamente, el resto de aquella semana. A duras penas bebía algo para poder continuar llorando sin deshidratarme. No dormí, no comí. No hice otra cosa que investigarla y tratar de entender que tenía ella que yo no tenía.

Se tenía a sí misma. Y lo tenía a él. 

Con eso bastaba para entrar en una profunda depresión.

El lunes llegaría Marco pero yo no iría a buscarlo. Él tenía a otra con la que poder salir en la prensa sin que la gente se extrañara qué había visto en ella, porque Marina lo tenía todo, era la perfección personificada.




Sin pensar dos veces lo que estoy haciendo me calzo los stiletto que tanto he echado en falta y me maquillo lo mejor que puedo ocultando las ojeras violáceas que me han salido a causa de la falta de sueño.

Pienso en cambiarme de vaqueros por aquellos que tanto me gustan, pero dos motivos me contienen; el primero, tan sólo voy a hacer lo que tengo planeado para pasar página de una vez y, segundo, me van grandes. Si toda esta situación deprimente ha servido de algo ha sido para perder algún quilo que según todo el mundo no me sobraba y que según yo, era la mar de molesto.

Ni tan solo cojo el teléfono que lleva apagado y guardado en el cajón de la mesilla desde el jueves. La verdad es que es mejor así, sin llamadas, sin mensajes, sin acercar la tentación de Marco y volver a caer. Se acabó.

Agarro las llaves del coche como si fueran mi bien más preciado y conduzco en silencio hasta su casa, donde su Audi descansa flamante en la puerta. Acaba de llegar. Tomo todo el aire que me es posible antes de picar al timbre. Al otro lado de la puerta cesan inmediatamente las voces algo agitadas que sonaban hasta hace un segundo. Me abre la puerta uno de los mejores amigos de Marco pero al verme cierra la puerta, como escondiéndose.

Todavía flipando por su reacción, me ronda la idea de darme media vuelta y marcharme, pero no lo hago. Si hago esto no es por él, es por mí. Por cerrar bien las cosas que acaban. Escucho un leve murmuro que le avisa que estoy en la puerta y unos rápidos pasos terminan con la apertura de par en par de la puerta.

-¿Dónde estabas? ¿Y tu móvil? Te llamaba pero no me contestabas, estaba muy preocupado... -intenta rodearme con sus brazos pero yo doy un paso atrás, evitándolo. Él me mira sorprendido y se remueve en el sitio.

-No me toques. 

-¿Qué haces en tacones? ¿Estás loca? Puedes hacerte daño -me regaña reparando en los Louboutin rojos.

-¿Ahora te preocupas por mí?

-¿A qué te refieres?

-¿Qué a qué me refiero? -intento controlar el sollozo que amenaza con escaparse de mi garganta-. Pensaba que dijiste que dos semanas no eran nada.

-Lo sé, también te he echado de menos. Sé que debería haber ido anoche a verte pero llegamos muy tarde y pensé que...

-Que era mejor acabar de follarte a Marina antes de que yo volviera a obligarte a estar en una relación ¿verdad? -le corto.

-¿Qué? ¡Pero que estás diciendo! ¿No has leído mis mensajes? Te juro que...

-¡No me jures nada! -le chillo llorando-. Eres un mentiroso, Marco. Me prometiste, me juraste que nunca me harías lo que me hizo Arnau y te ha faltado tiempo.

-Déjame explicarme -cuando estoy a punto de ceder veo desaparecer por el salón una melena rubia flanqueada por dos morenos y es en ese momento en que todo acaba de derrumbarse. La última esperanza que tenía en la fidelidad y en la confianza de Marco se disipan, al igual que mis ganas de escuchar sus mentiras.

-¿Cómo te atreves a mentirme cuando está en tu casa?

-No es... a ver, sí. Está aquí pero no es lo que crees, de verdad. Yo nunca te haría algo así, Emma. Te quiero.

-Marco, he estado como una idiota tragándome cada cosa que me decías, pensando que era verdad y que por una vez en la vida los cuentos de hadas existían. Creía que tu eras el chico perfecto que jamás me haría daño. Que jamás me mentiría ni me engañaría. Cuando vine a Madrid pensé que después de todo, lo nuestro podría salir bien, pero me equivocaba. Los chicos como tú no están con chicas normales y corrientes como yo. Jugamos en ligas diferentes -sonrío con tristeza ante la metáfora futbolística-: Tu siempre estarás en primera división cuando yo apenas soy un club de aficionados. Lo nuestro no tiene ningún tipo de futuro.

Y entonces me atrevo a mirarle a los ojos. Esos ojos que conseguían removerme toda por dentro están ahora bañados de lágrimas, pero ya no puedo creerle. No puedo permitir que me mienta durante más tiempo, y mucho menos cuando lo hace a la cara.

Y yo que pensaba que Marco era diferente...

-Mejor me voy -anuncio dándome la vuelta.

-Espera -me agarra de la muñeca y la fuerza un poco para que le mire a la cara, pero me resisto. No puedo hacerlo. No puedo ver su cara cuando me miente a la cara, no puedo mirarle a los ojos una vez más o me derrumbaré junto a él y probablemente acabe que ceda y le perdone-. Necesito saber algo; ¿esto... esto se ha acabado?

Reflexiono durante unos eternos segundos sobre la respuesta que debo darle. Diga lo que diga lo nuestro cambiará para siempre, pero por una vez debo ser egoísta y pensar en mi misma y en mi propio bien. Y Marco no me hace bien, no si vamos a estar así cada tres meses.

-Sí -susurro lo suficientemente alto para que él pueda oírlo, justo cuando sus dedos aflojan la presión que ejercían sobre mi brazo, en señal de derrota.

-Conduce con cuidado -me pide pero no me paro a contestarle. Sin embargo me encierro en el coche justo cuando las primeras gotas de lluvia aporrean el cristal. Hasta el cielo sabe que hemos terminado, incluso él llora por lo que podría haber sido.

Para tratar de despejar todas las lágrimas que se agolpan a la entrada de mis ojos enciendo la radio sin pensar, pero la cover de Harry Styles de Girl Crush consigue justo el efecto contrario.

I want her long blonde hair
I want her magic touch
Yeah, 'cause maybe then
You'd want me just as much


Entonces un grito desgarrador sale de mi garganta y me permito llorar un poco más, pues nada puede hacerme más daño que Marco. 

Y él ya ha conseguido romperme en mil pedazos justo después de prometerme que nunca sería capaz de hacerme tal cosa.

Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora