Capítulo 50

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-¿De verdad nunca has preparado una empanada gallega? -la sorpresa de mi madre es cada vez mayor al ver la negación y la sonrisa avergonzada del mallorquín.

-Mamá, déjalo. ¿No ves que es un negado para la cocina? -le pincho atándome el delantal.

-Tu eres una negada para chutar la pelota y no te digo nada -se defiende él.

-Ya ves, no marcaría ni ella sola en todo el campo -Gerard se une a la burla contra mi.

-O eso o se marca en propia -ambos estallan en risas.

-Para vuestra información, chutar una pelota no es imprescindible para vivir, comer sí. Y, por si no lo sabíais, no siempre estará una novia guapa como yo que os cocine para que os calléis.

-Se ha picado eh... -le avisa mi hermano al balear, que hace el ademán de acercarse a mi.

-¿Te has picado? -me da un beso en la mejilla pero yo me escabullo de él-. ¡Oye!

-¿Vas a quedarte mirando o me vas a ayudar con la cena? -le regaño haciéndome un moño alto.

-Claro, ¿qué corto?

-Tu nada. Ponme una copa de vino blanco.

Ante la sorpresa de Marco, mis padres estallan en carcajadas.

-¿De verdad te pensabas que Emma te dejaría cocinar, Asensio? -le pregunta mi padre sacando bebida de la nevera-. Las copas están en el tercer estante.




-Mamá nosotros nos vamos a tomar la última a la playa -anuncio haciendo levantar a Marco a la fuerza.

-No volváis muy tarde, mañana será un día muy largo y tenemos muchas cosas que preparar...

-Tranquila, a las doce en casa -prometo y acto seguido desaparecemos trotando por las puertas traseras de la cocina. 

-¿Dónde vamos? -intenta seguirme el ritmo pero es incapaz. Esta es mi casa, mi heima, mis tierras. Crecí aquí, me conozco cada piedra, cada bache, de memoria.

-¡Date prisa o llegaremos tarde!

-¿A dónde?

Pero no le contesto. En su lugar sigo trotando camino a abajo y sólo me detengo una vez que mis deportivas notan la arena húmeda. Ahora sí, estoy en casa. El mallorquín tarda varios segundos más en aparecer a mi lado y cuando lo hace yo aprovecho para desvestirme.

-¿Qué haces? ¡Vístete!

-¿No decías que querías ver la Costa Brava? -toqueteo la pantalla de mi teléfono rebuscando alguna canción tranquila en Spotify hasta que doy con I Got You de Jack Johnson y lo tiro sobre la arena, descalzándome.

-Sí, ¿pero no puede ser vestida?

-No es lo mismo -le tiendo una cerveza y la hago brindar con la mía-. Venga, quítate la ropa, no vas a entrar vestido al agua.

-Ah, ¿que he de meterme en el mar?

-¡No puede ser! Marco Asensio es un cagado, se me ha caído un mito -estallo en risas cuando frunce el ceño.

-¿Un cagado yo? Aguanta -me pasa su botellín y en unos segundos está metido hasta la cabeza.

-Te estoy esperando, Sagnier. ¿No serás una cagada? -me chincha a su vez.

Estallo en una carcajada cuando me tienta y niego con la cabeza antes de tirar a un lado mis pitillos. Tan solo tardo unos segundos en llegar a su lado portando conmigo las cervezas que ha dejado a mi cargo. 

-¿Alguna vez te han dicho que estás loca? -me pregunta dándole un sorbo a su birra.

-Tu. A todas horas, pero pensándolo bien, esto nunca lo había compartido con nadie, debo de estar loca por ti por enseñártelo y compartirlo contigo.

-Qué honor, soy el primero ¿eh? -él ríe y yo aprovecho para rodear su torso con mis piernas.

-¿Alguna vez piensas en qué pasaría si algún día ya no estuviéramos juntos? -sus ojos se tiñen de una luz entristecida y decido evitar decirle que sí, y que en esos momentos la ansiedad que me provoca el pensar en ello, en no estar un día más a su lado, el saber que un día despertaré y ya no esté a mi lado porque me habrá cambiado por otra hace que me cueste respirar, que me salten las lágrimas y que esté días sin dormir pensando en cuando llegará ese día. Cuando llegará nuestro final.

-No -niego.

-¿No? ¿Y por qué no? -insiste extrañado.

-Porque todo es mejor cuando estamos juntos. Somos mejores juntos, Asensio -no me deja terminar pues me besa intensamente, casi como si fuera una necesidad.

Ya envueltos en una toalla y sentados a la orilla del mar, Marco posa un breve beso en mi hombro.

-¿Qué te ocurre? -le abrazo con fuerza.

-¿Me seguirías queriendo si hubiera hecho algo horrible? -me mira a los ojos y sé que me lo está preguntando muy en serio.

-Pues claro que sí -respondo sin dudarlo.

-¿Aunque te destrozara? -se le quiebra la voz y atrapo con mi pulgar una lágrima que le rueda solitaria por la mejilla.

-Marco, escúchame. Nada que puedas hacerme ¿me oyes?, nada hará que deje de quererte jamás en la vida. 

-Pero Emma...

-No, Marco. Tu no serías capaz de hacerme daño, los dos lo sabemos. Solo estás borracho, has bebido demasiado y ha sido un día muy largo e intenso, los dos estamos muy cansados, por eso te preguntas esas cosas.

-Es que yo hice algo y...

-Lo de Marina está olvidado, déjalo. Ahora ven, hemos de practicar para mañana.

Lo levanto como puedo e intentando mantener el equilibrio estando de puntillas, rodeo su cuello con mis manos y empezamos a mecernos al son de una canción de Grey Taberner. Para cuando termina, ya nos hemos besado unas cuantas decenas de veces y me dispongo a guiarle de vuelta a casa.

Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora