Capítulo 47

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Observo la manera que los dos amigos se miran, con los ojos como platos intercambiando alguna que otra mirada en mi dirección.

-Quizá es mejor os deje solos... -susurra Isco levantándose del sofá.

-¡No! Mejor que se lo digamos los dos juntos... la sorpresa es de todos -le frena Marco apretando la mandíbula.

-¿Qué sorpresa, Marco? 

-Eso Marco, mejor explícale tu, ya que fue tu idea -asiente Isco sentándose de nuevo en su sitio.

-Pues, verás... habíamos pensado que por Navidad, o unos días antes... podríamos irnos en grupo a Galicia.

-¿A Galicia? -pregunta Isco sorprendido.

-Sí, Isco sí, a Galicia cállate -le pega una colleja en el cogote y continua clavando su mirada sobre mi-: ¿Qué te parece?

-Bien, bien... supongo ¿Por qué a Galicia? -pregunto sorprendida.

-Pues... -le dedica una mirada rápida a Isco y él contesta a mi pregunta.

-Fue idea de Lucas. Ya sabes, como es de allí y tal, pues nos quería enseñar su tierra.

Nos quedamos unos segundos en silencio en los que ellos se miran intermitentemente hasta que el mallorquín se atreve a romper ese incómodo silencio:

-¿Te apetece?

-Em... claro, claro. Genial, es genial. Esto tengo que ir a ducharme... luego tengo que hablar contigo.

Los dos madridistas intercambian una mirada de alerta y yo me dirijo al baño, a darme una larga ducha de agua caliente. De todos modos, tengo que pensar en cómo decirle las novedades a Marco en cuanto salga de ella.




-¿Marco? -lo llamo al ver que no está ni en su oficina ni en la cocina-. ¿Dónde estás?

-En el jardín. Sal -me llega su voz a lo lejos.

-¿Qué es todo esto? -sonrío al ver la mesa de exterior llena de comida-. ¿Lo has hecho tú? 

-Oye, no te sorprendas tanto, que cuando quiero sé cocinar -ríe y me invita a sentarme frente a él.

Tras darle un mordisco a la tostada con aguacate que ha preparado, le doy un sorbo a mi café con leche para aclararme la garganta antes de ir directa al grano.

-Marco ¿por qué Odriozola me he estado llamando durante toda la mañana? 

-¿Cómo? -de la sorpresa a punto está de echar el café por la nariz-. ¿Te ha estado llamando?

-Sí pero tranquilo, que le he escrito que me dejara en paz pero en seguida me ha respondido preguntándome que cómo estás -hago una pausa y busco su mirada con la mía, pero clava los ojos en el suelo-. ¿Ocurre algo?

-No, no tranquila. Es solo lo de siempre, quiere tocar las narices. Haz algo por mi y pasa de él. Borra su número y no le hagas caso.

Asiento despacio y termino de desayunar en silencio, mirando las notificaciones de mi teléfono cuando me llega un mensaje de mi hermana, Isla.

-¿Cómo? -exclamo llena de sorpresa.

-¿Qué pasa? -Marco alza la mirada de nuevo y se me queda mirando expectante, a la espera de una respuesta que no sé cómo responder.

-Mi hermana... mi hermana Isla, se va a casar...

-¿Tienes una hermana? -me pregunta claramente sorprendido.

Isla. Isla lleva viviendo en Nueva Zelanda desde antes de que yo cumpliera los dieciséis años. Se enamoró de Steve, un surfero hippie, cuando veraneaba en Ibiza y lo demás es una pura reconstrucción de mi historia con mis padres. Discutieron, ella se mudó a Nueva Zelanda con el neozelandés y no volvimos a saber de ella excepto unas cuantas llamadas al año.

Y se va a casar.

-Isla... Isla no se lleva bien con mis padres -cuando termino de decir eso intuyo por la cara de Marco que esa explicación no le sorprende pero prefiero obviarla. No es que mis padres sean unos malos padres, aunque yo también terminara huyendo del nido con el chico al que quiero, pero con Isla siempre tuvieron sus rifi-rafes. Ella era demasiado atrevida, demasiado alternativa, para ellos y su deseada familia convencional de comidas los domingos.

Llevo más de cuatro años sin ver a mi hermana mayor y ahora me entero de que se va a casar. Pese a no haberla visto en prácticamente toda mi adolescencia y a estar acostumbrada a que mi hermana haga su vida en la otra punta del mundo, enterarme de que se va a casar me deja un poco hecha polvo.

A decir verdad, siempre había pensado que su época con Steve terminaría y volvería a casa. Que haría caso a mi padre y utilizaría ese maldito grado en derecho que la llevó a Nueva Zelanda y volvería a casa, a estar con nosotros. Pero no es así, ahora Isla se casa. Ahora su vida en Oceania se torna más real.

-Entonces, ¿tenemos un viaje a Barcelona pendiente? -termina Marco recogiendo los plato del desayuno mientras yo me quedo ahí sentada mirando la pantalla del teléfono.

La noticia de la boda es tan alternativa como ella. Es su esencia.

Vuelvo a darle al play de ese video grabado en las playas de Ibiza. En concreto en esa pequeña cala que es su favorita, Cala Gracioneta, donde un dron se alza despacio dejando ver las palabras "nos casamos" escritas en la arena.

Una semana.

El 13 de octubre mi hermana empezará una nueva vida.

En cuatro días tengo que volar a Barcelona. En cuatro días voy a volver a casa, con Marco. Y yo todavía sigo con el frío en el cuerpo que la noticia me ha producido.


Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora