Capítulo 45

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Marco

Hoy la discoteca está más llena de lo normal. Más gente bailando borracha, más gente que intenta colarse en VIP para pedirnos una foto, más gente entre la que buscarla.

Para hacer tiempo me pido un Long Island e intento no girarme cada dos segundos para ver si ha aparecido, sola o acompañada, ya me da igual, hoy tengo que hablar con ella. Pienso hablar con ella, se ponga como se ponga... después de un par de tragos más.

-Empiezas fuerte, ¿no? -Isco a mi lado sostiene una cerveza negra en la mano derecha-. ¿Tienes que hacer algo esta noche?

Le dedico una miradita cómplice antes de sonreír y darle un largo trago a la bebida, la cual no me dura ni un par de minutos más, por lo que cuando ya no queda una gota de alcohol en el vaso me pido un ron-cola. El pobre camarero deja ante mi un mojito fresa y de inmediato la busco, pensando que han confundido nuestras copas. Ella mi  Cubalibre y yo su maldito Mojito de Fresa. Si es que es rara para todo...

-Aún no ha llegado, deja de hacer el indio -se burla de mí el malagueño-. Sara está con ella y todavía están en el taxi.

Cuando me dice eso asiento algo más tranquilo o más nervioso qué sé yo. Es probable que si sigo bebiendo a esta velocidad para cuando haya llegado no sepa ni sostenerme y darle pena al comerme el suelo no es una muy buena forma de recuperar a mi chica. Porque es mi chica, por mucho rubio que haya de por medio.

Quince minutos después de que Isco se riera de mi me anuncia que ya han llegado y que las va a buscar a la puerta, y yo como si estuviera todavía en la edad del pavo, me levanto y me aliso la camisa blanca. Cuando por las escaleras veo llegar a la canaria de la mano de la chica más guapa del mundo, el tiempo se detiene.

Se ha cortado el pelo, bastante, y lleva alguna que otra mecha rubio claro. Va maquillada, pero sin pasarse, como es ella; sutil incluso para salir de fiesta. La miro atentamente unos segundos más antes de que ella me vea y se le cambie la cara. Sonriente y despreocupada está preciosa. En cuanto termina de subir el último escalón se arregla la minifalda de cuero que tanto le gusta y se sube las mangas de la chaquetilla de lentejuelas y entonces me ve.

Esperaba que al verme se le congelara la sonrisa entre esos labios rojos y decidiera darse la vuelta pero para mi sorpresa no es así. Si que su sonrisa pierde algo de fuerza pero no aparta la mirada de mi ni cuando Ramos va a darles la bienvenida y pensar que me está mirando fijamente después de dos meses sin ni siquiera verle el pelo me pone algo nervioso.

-Si que está guapa, tío -me guiña un ojo Ceballos y yo me revuelvo nervioso. No está guapa, ella es guapa se ponga lo que se ponga-. Chencho, invítala a una copa tío, que parece que aún no sabes ligar.

-Yo es que quizá no quiere y... -ante su cara de pocos amigos me retracto y aprovecho que ella no me ve para pedirle un mojito de frambuesa, para sorprenderla como ella me sorprende a mi.

-¿Te apetece tomar algo? -le susurro a la espalda y ella no se aparta. Cuando mis brazos rodean su cintura para ofrecerle el mojito nuestros cuerpos se acoplan al del otro sin ni siquiera forzarlos, recordando que ese es su sitio, junto al del otro y prometo que no pediría nada más si pudiera despertarme así cada mañana, porque sé que ella y yo estamos hechos el uno para el otro.

-Gracias -me susurra al oído y me esfuerzo por no llevármela a casa ahora mismo y encerrarla conmigo los próximos veinte años como mínimo. 

Cuando reúno la fuerza suficiente después de estar mirándonos a los ojos un par de minutos en silencio para pedirle que baile conmigo, Sara se la lleva rápidamente a la pista en el momento que empieza a sonar Taki Taki dejándome ahí plantado aguantando su bolso. Observo como mueve las caderas junto a las de Sálamo al ritmo de la nueva canción de DJ Snake y me embobo viendo como contagia las piernas y los brazos también.

-Quieres cambiarte por Sara ahora mismo eh... -Isco me guiña un ojo y me empuja hacia la pista-. Venga, vete a bailar con ella.

-¿Y qué coño hago con el bolso? No tío, está con su amiga y...

-De verdad, que poca sangre, pisha. Trae -me arrebata el bolso de Emma de las manos y vuelve a empujarme a las escaleras.

De mala gana fingida bajo las escaleras y me termino el resto del mojito que me ha dejado a recaudo antes de ir hacia ella. No sin esfuerzo me hago un hueco entre toda la gente que baila apelotonada y llego hasta ella. Disfruto viéndola bailar unos segundos más antes de que su hombro choque contra mi pecho, guiado por Sara y se gire para verme.

Gracias al alcohol me atrevo a acercar mis labios a los suyos dejando una distancia prudente para que sea ella quien decida si quiere llevar esto adelante o no. Emma me atrae hacia sí rodando mi cuello con sus manos frías y un escalofrío recorre mi columna vertebral. 

A la mierda Luca. A la mierda todo. 

Esta noche somos solo ella y yo.

La beso. Desesperadamente, luego despacio. Dejo que ella lleve el control y continúo besándola durante toda la nueva canción de C. Tangana. 

Continuo besándola hasta que decido que sus besos me saben a poco y tras despedirme con la mano de los chicos, que nos miran sonrientes desde los sofás, me llevo a Emma hasta la salida, procurando no perderla entre las cientos de personas que me encuentro a nuestro paso.

Se deja caer en mi coche con un suspiro y toquetea la radio mientras yo sacho el coche del parking en busca de una de sus canciones favoritas de Ozuna, Quiero Mas.

-¿Es una indirecta? -encaro una ceja esperando en un semáforo.

-¿Puede? Tu calla y conduce, yo me encargo de lo demás... -su voz aterciopelada por los efectos del alcohol son la mejor banda sonora que puedo pedir. ¡Gracias a Dios por su nula resistencia al alcohol!

-¿A qué te refieres? -no me deja continuar pues sus labios pintados de carmín trazan un camino desde mi mentón hasta el cuello de la camisa. Cuando exhalo todo el aire que tengo dentro en un suspiro ella suelta una carcajada dulce, de las que echaba de menos, por lo que cuando el semáforo cambia a verde yo acelero mucho más de lo que debería, impaciente por llegar a casa.



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Hola a todxs!

¿Qué tal os ha ido el fin de semana? ¿Mucho frío? La verdad es que en Barcelona acaba de llegar una ola de frío que nos tiene a todos congelados y empapados, pues no deja de llover; definitivamente ha llegado el otoño. ¡Qué ilusión!

¿Cómo habéis visto a Marco en este capítulo? La verdad es que a mi me ha inspirado muchísima ternura el ver a un Asensio nervioso por volver a encontrarse con Emma y la reacción que tiene al verla, ¡me parece tan adorable!

Tan sólo os haré una pequeña pregunta; ¿dónde está Luca? Porque, primer aviso: Luca no va a dejar a Emma así como así 😈

¿Habéis visto el Clásico? ¿Qué os ha parecido? ¡Dejádmelo saber en los comentarios junto con la opinión sobre el capítulo, que ya sabéis que os leo y os respondo a todxs lo antes posible!

Para aquellxs nuevxs que me han preguntado por mis redes sociales; están escritas en mi página pero de todas formas os las dejo por aquí:

Twitter: @emmscorner (aunque no soy muy fan de utilizarlo, la verdad)

Instagram: @emmasworldcorner (en donde subo no sólo cosas de la novela sino que también cuelgo algunas fotos de mis apuntes de la universidad, y sí, debo admitir que Instagram me vuelve loca).

Nada más por hoy, espero que os haya encantado el capítulo mínimo la mitad que a mi escribirlo.

¡Os mando trece mil quinientos besazos enormes con un achuchón, que como hace frío ya apetece!

Hasta el martes,

Emma.

Things I'd Do For You [SAGA THINGS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora