06. Encuentros

5K 336 140
                                    

Esa misma mañana, al salir del banco, decidí saltarme las clases y pasear por todo Chicago. Lo necesitaba. Me sentía culpable conmigo misma por el hecho de faltar, sobre todo sabiendo que tenía algunas asignaturas presenciales donde la asistencia era el cincuenta por ciento de la nota, pero pasé por alto ese pequeño detalle y me convencí a mi misma de que lo que realmente necesitaba para despejar la mente, era andar y aire fresco.

Aún seguía en un estado adormilado, ya que el efecto que Berlin produjo en mí, me duraba y para rato. Me sentía como en una nube, no era consciente de lo que había acabado de pasar hacía unos minutos en aquel ascensor, pero lo que más me sorprendió fue con la manera tan socarrona con la que se acerco hacia mi, con tanta desenvoltura y sensualidad que aún me costaba asimilarlo. 

¿Cómo alguien como Berlin se había podido comportar así con alguien como yo? 

Esa pregunta no paraba de rondar por mi mente. No es que yo no pudiera aspirar a alguien como él, pero a ser sincera, las chicas como yo lo teníamos mucho más complicado. Yo no me sentía fea ni mucho menos, pero en comparación con la chica que acompañaba a Berlin el sábado por la noche, yo era todo lo opuesto a ella. Jamás llevaba maquillaje, no es que no lo necesitase, pero era demasiado dejada para esos temas, y lo cierto es que tampoco sabía mucho sobre el tema. Mi pelo era muy sencillo en cuanto al de aquella pelirroja, el mío era largo por debajo del pecho y era de un castaño claro con algunos matices dorados. No tenía volumen ni forma, pero yo lo agradecía a la hora de poder recogerme el pelo en una cola. No tenía unas piernas de infarto como las chicas de Victoria Secret ni mucho menos, medía 1,65 y la mayoría de las veces por no decir siempre, me tenía que remangar los pantalones para que no se me arrugasen en los tobillos. En cuanto a mi rostro, era la viva imagen de mi madre pero una versión más joven. Mis ojos eran rasgados y de un tono almendrado, mi nariz era fina y algunas pecas estaban esparcidas sobre ella aportándome ese aire más jovial y aniñado.

Ese día pensé que lo mejor sería que ese encuentro se cerrase bajo llave en el baúl de mis recuerdos más profundos y confidenciales, por eso mismo, cuando Lisa me llamó para preguntar el motivo del por qué falté a clase, fingí que el tema del banco se había alargado más de la cuenta y tenía que arreglar algunos documentos. Misma excusa que me inventé para Lucas cuando se ofreció a recogerme del banco. 

Cuando finalmente llegué a casa, actué con total normalidad durante el resto del día, aunque mi mente no hacía más que imaginar un abanico de escenas entre Berlin y yo en ese ascensor.  Llevé todos esos recuerdos/pensamientos a una batidora imaginaría y los hice añicos al tiempo que me obligaba a mi misma a actuar con coherencia, como una persona adulta y dar por zanjado el tema. No quería empeorar mi relación con Caleb por culpa de un desconocido que posiblemente hiciera lo mismo con todas las chicas. 

Y esa simple idea, el saber que pudiera hacer lo mismo con otras chicas, me molestó, pero más aún, el hecho de saber que me tenía todo el día pensando en él cual adolescente.

— Creo que te debo una cerveza — el tono de voz de Lucas me sacó de mis pensamientos. Cosa que agradecí enormemente.

— ¿Una?— enarqué una ceja— , dirás varias, ¿no?

— ¿Varias?— preguntó sorprendido— . Mañana tienes clases— se sentó a mi lado en aquel sofá pasando su brazo por mi hombro, un gesto que me incomodó un poco pero le resté importancia. 

— ¿Y?— me encogí de hombros.

— No quiero que Steve piense que soy una mala influencia...— comenzó a decir.

— Ya lo piensa  —aclaré con una divertida sonrisa.

— Si. La verdad es que sí— aseguró para sí mismo— . Bueno ya no hay nada que perder. Vamos a emborracharnos — se levantó y me tendió su mano.

BERLIN  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora