02. Ellos

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Había dormido lo suficiente como para despejar la mente y aclarar un poco más las ideas. Posiblemente hubiera dormido menos de una hora, pero era normal, me sentía desubicada, incómoda en un lugar que no era mi hogar, un lugar al que tendría que acostumbrarme a partir de ahora si o si.

Tal y como prometió Alene, me avisó una vez que el almuerzo estaba listo, pero antes de que ella apareciese por la puerta con su impecable sonrisa yo ya estaba más que despierta y acomodando mis cosas al que sería ya mi nuevo dormitorio.

Era un espacio amplio en el que entraba mucha claridad, y eso me gustaba, me transmitía paz y armonía. Las paredes eran blanca a excepción de una de ellas que era de un celeste muy claro. Lo que más me gustaba era el enorme ventanal con vistas de la ciudad. A su derecha había una cama doble con dosel, repleta de cojines con tonos turquesas y crudos, y frente a esta un armario empotrado color madera blanco. En los extremos de la cama mesitas de noche del mismo tono del armario y del escritorio, a excepción de la silla que en contraste con toda la habitación, era de color negro.

Una vez que bajé al salón, Lucas estaba preparando la mesa, colocando los tenedores, platos y el resto de la vajilla de manera ordenada y cuadriculada. Me hizo gracia. Jamás imaginé que Lucas sería una persona tan organizada, no después de ver el destrozo de su dormitorio. 

En cuanto hice acto de presencia, sus azulados ojos se posaron en mí, regalándome una sonrisa de la que no me quedó más remedio que devolverle el saludo y ofrecerme a ayudarle a prepararlo todo mientras Alene terminaba de emplatar.

Alene había preparado como entrante una sopa de verduras, cosa que yo no era muy partidaria por muy saludables que fueran, pero me las comí sin rechistar y afirmando que estaban deliciosas. De segundo Alene nos deleitó con lomo de cerdo al horno, eso si que estaba para chuparse los dedos, literalmente, pero me contuve las ganas.

Mientras comíamos Lucas y Alene hablaban sobre la universidad de Lucas, estaba en su último año de carrera y estaba algo insatisfecha por la decisión de que su hijo no quisiera estudiar un máster al finalizar sus estudios y quisiera atreverse a probar con la academia de policía. 

—No sé que te ha entrado en esa cabeza loca para querer ser policía...— Se quejó Alene cortando cuidadosamente un trozo de carne.

—Ya te lo he dicho, siempre he barajado esa posibilidad y estoy más que seguro de que es mi vocación — Le espetó sin mirarla a los ojos, centrando la atención en su plato.

—Todos en la familia somos abogados Lucas, sería muy feo por tu parte que rompieras la tradición— Dio un sorbo a su copa de vino tinto.

—Sería muy feo que hiciera algo que no me gusta... bastante que he tenido que estar seis años estudiando derecho, una carrera que no me gusta en lo más mínimo— Le recriminó este con la mirada fija en ella.

Alene dio otro sorbo a su copa, esta vez más profundo que el primero y me miró.

— ¿Y tú Abby? — Detuve el recorrido del tenedor a medio camino—. ¿Qué estás estudiando?

— Pues...— Dejé el tenedor sobre el plato y tragué saliva— , estoy estudiando criminología.

Abrió los ojos con sorpresa, hasta por el rabillo del ojo podía sentir que Lucas prestaba toda su atención en mí.

— Supongo que siguiendo los pasos de tu padre, ¿me equivoco?

— La verdad es que no— Esbocé una ligera mueca al ver el desconcierto en su rostro— . Si es cierto que mi padre empezó por esa rama y acabó para el FBI, pero lo cierto es que desde pequeña siempre quise estudiar medicina, tal vez me decanté por criminología por culpa de tanta televisión, me llevaba todo el día viendo Hawaii 2,0, CSI... ese tipo de series—Me encogí de hombros.

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