14.Pesadillas

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James

Semanas antes...

Desperté de repente algo desorientado, sudando y  con las sábanas pegadas al cuerpo.
Me deshice de ellas, me incorporé en la cama con los pies colgando a un lado de esta y froté mis ojos para después revolverme el pelo frustrado.

Otra pesadilla.

Habían pasado meses desde la última y no hacían más que repetirse, siempre la misma historia.

Resignado y sabiendo que ya no podría volver a dormir cogí mis deportivas y salí a correr para despejarme un poco.

Después de tres o cuatro vueltas al campamento me adentré en el bosque  por el camino que tan bien conocía. Cuando llegue al lago paré y me tumbé un rato para ver las estrellas mientras mi respiración volvía a la normalidad.

***

El sonido de los pájaros cantando y la luz cegadora me despertaron. No sé exactamente en qué momento me quedé dormido pero al menos las pesadillas no volvieron.

Con el cuerpo algo dolorido de haber estado durmiendo en el suelo me levanté y volví al campamento.
Seguí la misma rutina de siempre, ayudar a preparar la comida, entrenar a los pequeños y pelear con los mayores. Una vez terminado todo me acerqué a la cabaña de Liam para saber si el podía darme algo que me ayudase con las pesadillas o al menos explicarme el significado de estas.

—¿Qué hay, capullo?

Liam estaba tumbado en su cama y al oír mi voz  se cayó de culo.

—¡Idiota!—se levantó enfurecido y paró frente a mi—¡Aprende a llamar antes de entrar!

Sabía que no se atrevería a pegarme y que sólo gritaría, porque vamos, sigo siendo bastante más alto y más fuerte que él, le tumbaría en menos de un minuto y él era demasiado inteligente como para intentar hacer una estupidez así.

—Lo siento, bella durmiente, pero necesito tu ayuda.

—¿Qué has hecho ahora?

Le miré ofendido por su acusación. Solo había mandado a varios chicos a la enfermería un par de veces, pero no era mi culpa os lo aseguro.
Después de aquel comentario volví a ponerme serio.

—¿Recuerdas mis pesadillas?

—Sí, pero ¿qué tienen que ver con esto?

— De eso quería hablarte. Han vuelto y cada vez son peores.

—Entiendo—dijo mirando la pared a mi espaldas pensativo—¿En qué podría ayudarte?

—No lo sé tío— revolví mi cabello estresado y me senté en su cama— Haz esa magia tuya e intenta hacer que desaparezcan.

—No es tan fácil y tú tampoco es que ayudes demasiado.

—¿Y qué quieres que haga?—dije comenzando a enfadarme por su estupidez.

—Empecemos por lo básico. ¿Quieres saber su significado o solo eliminarlas?

Lo miré fijamente durante unos minutos reflexionado acerca de lo que sería mejor. Por una parte la curiosidad me pedía a gritos saber que significaba pero por otra no quería revivir ese maldito recuerdo más de lo que ya lo hacía.

—Está bien—dije suspirando—¿Qué pueden significar?

El pareció contento con mi respuesta y me hizo tumbarme para contarle todo.

—No te muevas, enseguida vuelvo—dijo seriamente antes de salir corriendo a no se donde.

Durante unos minutos lo estuve esperando y empezaba a arrepentirme de todo esto, pero justo cuando iba a levantarme apareció Liam algo sudado, con una silla plegable, unas gafas sin cristales que se notaba a kilómetros que habían sido de sol y un pequeño cuaderno.

—Liam, ¿qué es todo esto?—pregunte señalándole y frunciendo el ceño—Solo quería tu ayuda, no que hicieses un circo.

Me levanté de su cama dispuesto a irme pero el soltó las cosas rápidamente y me obligó a tumbarme nuevamente mientras resoplaba cansado.

—Quedate quieto y deja actuar al maestro.

Rodé los ojos ante su estupidez y esperé a que terminase de acomodarlo todo para empezar con lo que quiera que tuviese en mente.

—Muy bien, necesito que te concentres y te relajes—dijo con voz extraña.

—Aclaraté viejo, ¿quieres que me concentre o me relaje?

—No arruines el momento y cállate de una vez.

Resopló cuando solté una risita y volví a quedarme en silencio con los ojos cerrados.

—Cuéntame tu pesadilla.

—Liam... no estoy muy seguro de si esto funcionará, no me siento cómodo hablando de ello y lo sabes.

Soltó un suspiro y se quedó algunos segundos en silencio.

—Está bien, sé que es difícil para ti, pero solo quiero ayudarte.

Asentí sabiendo que él estaba mirándome y después de tomar una gran bocanada de aire empecé a narrarle el sueño.

Flashback

Hace dos semanas que llegamos a este pequeño campamento construido por Eleanor y algunos amigos para gente especial como nosotros.

Me encontraba jugando con la pequeña Skyler, nieta de Eleanor, quien se había convertido en una segunda madre para mí después de rescatarnos y darnos un lugar donde vivir.

Justo cuando casi alcancé a Skyler empezaron a sonar gritos y disparos por lo que agarré su manita, tirando de esta para escondernos.

Estábamos realmente asustados, sin saber que pasaba allí fuera, pero prometí siempre cuidar de Skyler y eso haría.

Después de lo que parecieron horas todo parecía estar de nuevo en calma y con mucho cuidado, salimos de nuestro escondite para averiguar qué había sucedido.

Por el camino nos encontramos a gente llorando desconsoladamente junto a cuerpos de algunos de nuestros amigos, así que rápidamente tapé los ojos de Skyler evitando que viese aquella horrible escena.

Seguimos caminando intentando encontrar a alguno de los fundadores o cualquier tipo de ayuda hasta que nos topamos con Eleanor. Al vernos vino corriendo y nos abrazó fuertemente y al mirarnos sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y alivio.

–¿Qué ha pasado?

Seguía sin entender nada, pero aún así, con tan solo 8 años podía controlar mis emociones y mantenerme sereno en las ocasiones que hiciese falta. Después de haber perdido a mis padres por culpa de los malditos cazadores no volví a ser el mismo y sabía que todo esto tenía que ver con ellos.

—Cielo...yo—dijo al borde de las lágrimas—Mia... se han llevado a Mia.

Después de aquellas palabras mi mundo terminó de derrumbarse. Fue culpa mía, debía estar junto a ella protegiéndola y me juré que esto no volvería a pasar y que encontraría a mi hermana, cueste lo que cueste.

***

Al cabo de unos meses el campamento se reabrió, pero esta vez, con mucha más seguridad y mejor preparación.

En ese tiempo había estado viviendo en casa de Eleanor mientras lo arreglaban todo y yo me recuperaba psicológicamente de otra gran perdida. Por suerte, el cariño de la familia Evans me ayudó bastante y el tener tanto a Eleanor como a Skyler llenó un poco aquel vacío que quedó tras la desaparición de mi hermana.

Cuando volvimos al campamento, está vez, Skyler no vino con nosotros, pero entendía que era por su bien y que a pesar de ello, yo seguiría cuidando de ella, aunque fuese en la distancia.







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