CAPITULO XVI.-Te quiero libre

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El camino era aburrido y algo incómodo para la pelirroja, estaba sentada en el asiento de atrás con el híbrido mientras veía por la ventana pensando al lugar a donde el rubio la llevaría. Debía admitir que estaba ansiosa, pero no lograba expresarlo como quisiera.

-Lamento como trate a tu novia-se disculpó acomodándose en el asiento abrigándose un poco, le quedaba algo grande la gabardina ya que realmente era del híbrido, quién se había dado cuenta desde que la vio al pie del portón de la mansión.

-No es mi novia-le informo volteando a ver a la chica notando que tenía frio, y era normal ya que el cambio de clima que ocasiono la pelirroja había traído una helada después de la inundación.

-Claro que lo es...los vi-ataco la chica dolida subiendo sus piernas abrazándolas un poco-¿porque no admites que estás enamorado de ella?-le cuestiono volteándolo a ver.

Sus miradas chocaron, Audrey logro sentir tanto dolor que en ese momento estaba cargando el híbrido que solo opto por no preguntarle más, regresando su mirada a la ventana viendo que pasaban por una calle muy adornada. Para haber sufrido apenas unos días una gran catástrofe natural, New Orleans seguía en pie y sus festivales no se cancelaron.

-Porque no estoy listo-hablo después de un breve silencio sacando a la pelirroja de sus pensamientos-no quiero estar con nadie que no seas tú-con una pequeña sonrisa apretó la mano de la chica un poco-pero está claro que en este momento...ya no puedes estar conmigo una eternidad-le recordó haciendo que ella solo cerrara sus ojos dolida correspondiendo el apretón de manos.

-Estaré a tu lado lo que me quede de vida-le dijo acercándose a él entrelazando sus dedeos a lo que el negó pasando la mirada por la ventana.

-No podría perderte una vez más-le explico dejándola que se recargara un poco en él.

-Camille también es mortal-sentencio dolida por pensar que el prefería estar con esa mujer...que con ella.

-Ella solo es un clavo Audrey...-dijo llamando la atención de la chica quien volteo a verlo extrañada-y no puede competir contra un martillo-acaricio una de sus mejillas y cuando el auto se detuvo se acercó lentamente a besar su frente-vamos-le indico abriendo la puerta bajando para después ayudarla a bajar.

Se quedó estática, aquel lugar no le traía nada más que un gran sentimiento de dolor, ira y vacío.

El cementerio de New Orleans, su fachada tan antigua le trajo algo de nostalgia, pero el solo ver tantas tumbas le revolvió el estómago.

Klaus solo tomo la mano de Audrey, guiándola entre aquellas criptas, miles de lapidas con miles de nombres en ellos. Con forme iban avanzando su respiración se iba haciendo más pesada, su vista poco a poco se iba nublando y sus piernas le temblaban tanto que tuvo que sostenerse del rubio para no caer.

-No puedo Niklaus-dijo parando detrás del rubio cuando él lo hizo.

El entendía perfectamente, pero quería que antes de que le borraran la memoria, viera la tumba de su hija.

-Debes verla...es una sorpresa-le dijo volteando tomándola por los hombros viendo directamente a sus ojos-solo...no quiero que olvides su nombre-le pidió haciéndola abrir los ojos sorprendida.

No entendía porque él le pedía no olvidar su nombre, jamás lo haría. Trago grueso, lleno sus pulmones de aire y lo expulso sacando el aire nervioso, cerró los ojos mientras el rubio la acercaba a la lápida.

-Bien...ábrelos-le dijo apretando sus hombros en signo de apoyo.

La pelirroja lo hizo, abrió lentamente los ojos y al ver aquella losa con una inscripción grabada solo sollozo un poco cubriendo su boca. No podía creerlo, aquel nombre, lo habían planeado desde hace cuatrocientos años, es el nombre que prometieron darle a alguno de sus hijos, si es que alguna vez tenían. Solo se recargo en el sonriendo amargamente, sentía como un dolor desgarrador bajaba por toda su garganta hasta llegar a su estómago provocando aquel vacío que había estado sintiendo por días.

Protectora de brujas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora