Capítulo 2

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Las chicas bajaron del escenario con una sonrisa en sus rostros, el sudor causado por los focos perlaba sus frentes y sus respiraciones estaban agitadas. Se miraron una a la otra por varios segundos, antes de abrazarse, chillando.

Su manager rodó los ojos, mujeres tenían que ser.

— Ya debemos irnos — ordenó en voz alta, en vano. las muchachas, en su emoción, ni siquiera le miraron. ¿Por qué lo dejaban a cargo de un montón de adolescentes chifladas?

— ¡Líder! ¡Presta atención! — alzó aún mas la voz y una de las muchachas rompió el abrazo, tomando una posición casi militar, eso sí, sin parar de sonreír.

Young Mi era la líder del grupo Skyfall, compuesto por su persona y tres chicas más: Sunhee, Haneul y Ji Soo. Antes de debutar, la habían escogido para el puesto por su carácter fuerte a pesar de no ser la miembro de mayor edad.

— Tenemos que irnos ya, mañana tienen trabajo — dijo el cansado hombre, suspirando. Las muchachas le siguieron obedientes, sin dejar de reír, salieron por la puerta trasera para subir a la camioneta que las esperaba para llevarlas a los dormitorios de la agencia.

— ¿Creen que al fin ganemos nuestra primera victoria? — preguntó Haneul incorporándose en el asiento con emoción, a lo que su manager se encogió de hombros.

— Todo depende de los fans.

Los fans, el motor de los idols y la razón por la que despiertan cada mañana. ¿Por qué? Porque sin fans no eres nadie, puedes tener la voz más maravillosa de todas ¿pero de qué sirve si nadie la escucha?

Nada, no sirve de absolutamente nada.

Por esa razón, un día llenó su mochila con sus escasas pertenencias y un poco de dinero que tenía guardado para emprender un viaje a Seúl con el único objetivo de cumplir sus sueños. Sus padres se opusieron en un principio, querían que su hija fuera por algo seguro, como una carrera universitaria. Motivados por esa razón, le hicieron prometer que si algo fallaba volvería a casa para estudiar.

Hacía dos años de eso.

Cuando la agencia la acepto, no podía creerlo. ¡Tenia potencial! Empezó un duro entrenamiento entre clases de baile, canto, e incluso actuación. Se despertaba a las seis de la mañana y se acostaba a las dos de la madrugada todo con el objetivo de debutar.

Ahora que lo había logrado, nadie iba a quitarle su puesto. Iba a demostrarles a todos que ella era una mujer capaz e independiente que iba labrarse un nombre entre el mundo artístico.

Sí, Lee Young Mi quería ser recordada en un futuro lejano, donde los idols nuevos la tomarían como ejemplo a seguir, las generaciones nuevas escucharan aun la música de Skyfall y porque no, quizás de alguna canción como solista.

Sí que se escuchaba bien.

Caminaron al dormitorio donde el manager les advirtió con severidad que no se acostaran demasiado tarde charlando, todas asintieron, sabiendo que no iban a obedecer. Las muchachas se quitaron los vestuarios, limpiaron el maquillaje de sus rostros y un par tomaron una ducha antes de que las luces fueran apagadas.

Conversaban banalidades, como cosas que habían visto en la televisión, que iban a comer mañana o de las próximas canciones que les gustaría sacar. Pero, como siempre le gustaba hacer a su compañera Ji Soo, tenía que sacar un tema incómodo para darle calor a la noche.

— Ojalá que estos dos años de prohibición pasen rápido. Extraño a mi novio ¿a ustedes les gustaría salir con alguien? No pueden quedarse solteronas siempre

— En algún momento conoceremos a alguien, pero ahora lo importante son nuestras carreras Ji Soo  — escuchó leves abucheos y risitas de las chicas ante su respuesta. Solían decirle amargada por aquel tipo de comentarios cada vez que alguna de ellas se fijaba en alguien atractivo, pero no tenía opción, era su trabajo de líder.

Además, las relaciones eran un riesgo enorme. Los idols se debían de manera única a sus fans, que hacían todo por ellos y se desilusionaban mucho cuando la ilusión se rompía. Con horror había visto a colegas ser expulsados de sus grupos o con su popularidad por el piso nada más por anunciar una relación. Era injusto, pero era lo que tenían disponible por lo que había que asumirlo sin quejarse, después de todo, faltaba mucho para lograr cambiar esa mentalidad que tenían las personas con respecto a los artistas en su país. Viéndolos como un producto, sería difícil hacerles ver que en realidad no tenían control sobre ellos, que detrás de las bambalinas tenían una vida que sus fans por más que quisieran no la podían manejar, que detrás del maquillaje y el glamour, eran personas iguales a todos.

Por eso su agencia tenía dos reglas, la primera era no tener ningún tipo de relación amorosa por dos años para poder concentrarse en las promociones y el establecimiento del grupo en la industria, la segunda era que cuando aquella prohibición acabara, no dejarse descubrir de ninguna forma ya que literal podía significar el fin de su carrera. Eso era impensable. Así que, aunque apareciera el mismísimo Lee Min Ho pidiéndole matrimonio en su puerta lo rechazaría, su carrera era lo más importante y ningún hombre cambiaria eso.

Era una sentencia.

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora