Capítulo 12

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Ryuhito se removió incómodo en su cama, por primera vez en años, era incapaz de conciliar el sueño. Bufó encendiendo la luz. Dormir ya no era una opción por esa noche. Miro la cama vacía en la otra esquina de la habitación, si Dae Hyun no se hubiese ido al menos estuviera distraído con sus interminables conversaciones y no pensando en las palabras de esa mujer. ¿Era un cobarde? Había ido a un país donde no era bien recibido solo para intentar redimir los errores que había cometido su familia en el pasado, sin llamar demasiado la atención, conservando el bajo perfil y aguantando cada desprecio sin chistar para no aumentar el peso que estaba sobre sus espaldas

¿Era un cobarde por no querer causar problemas?

Hizo un gesto de desagrado, se había puesto de mal humor por primera vez en muchos días. Estaba seguro que no era un cobarde, si lo fuera, hubiese continuado sus estudios en Japón donde todas las personas lo trataban con un obligado respeto, no estuviera en ese país. Con tal, él en realidad no había hecho nada, había sido su bisabuelo el cual ya descansaba en paz.

Trato de convencerse de ello, pero eso no evito que ese mismo mal humor lo acompañara toda la mañana durante sus clases. ¿Cómo una chica tan linda podía comportarse como un ogro? Maldecía en su interior el hecho de no haber tenido contacto con mujeres de verdad y solo haberlo tenido con sumisas que conseguía la casa imperial para calmar sus hormonas adolescentes, aquello no le proporcionaba demasiada experiencia.

A la hora del almuerzo, maldijo cuando la estúpida máquina de bebidas no le quería dar su estúpido jugo de naranja, parecía que el mundo conspiraba contra él ese día. «Pedazo de mierd...» siseó en voz baja a punto de patear el aparato, cada vez más irritado.

— ¿Podrías apurarte? Esto no es tu palacio, los demás tenemos cosas que hacer—Se burló una voz tras de él, rodó los ojos, solo esto le faltaba en ese momento.

— Déjame en paz, no quiero problemas — espetó con cansancio, sin hacer un mínimo esfuerzo para darse la vuelta y mirar.

— ¡Uy, que la realeza tiene carácter! ¿Qué vas a hacer? ¿Matarme? Eso es lo único que sabe hacer tu podrida familia.

Se dio la vuelta, molesto y a punto de darle un puñetazo a ese imbécil

— He dicho que me dejes en paz— recalcó con rabia. El hombre solo se burló.

— ¿Y si no quiero, que? Este no es tu país, aquí no mandas, aquí solo eres una basura — ahora sí, había rebasado su límite, alzo su puño dispuesto a romperle la cara, pero unos brazos que lo tomaron con brusquedad se lo impidieron.

— ¡Eh! ¡Quieto tigre! — Dae Hyun tenía demasiada fuerza para ser tan delgado, lo contenía con demasiada facilidad para su gusto. Forcejeo con él hasta que logró arrastrarlo fuera de la cafetería.

— Eso es, Dae Hyun, llévate a tu novio— escuchó burlarse al tipo, de lejos haciendo que volviera a forcejear para ir a golpearlo.

— ¡Hombre tranquilízate! ¡Que te vas a meter en problemas! — su amigo no lo soltó hasta que estuvieron varios metros lejos del lugar. Luego de eso, ni siquiera lo miro, ajustando su mochila al hombro y empezando a caminar, fastidiado con el mundo. Tampoco prestó atención cuando escucho a Dae Hyun tras él. Necesitaba despejarse. Luego de mucho caminar, acabo al otro lado del campus.

Se sentó en una de las bancas, procurando no mirar mucho a Dae Hyun que lo observaba fijamente con los brazos cruzados sobre el pecho. También pudo ver de lejos a los hombres de seguridad, la mirada de ellos era igual de reprobatoria que la de su amigo.

Lo hacían sentirse como un niño maleducado.

— ¿Puedes decirme que rayos pasó ahí adentro? —Inquirió su compañero, acusador. Ryuhito chasqueo la lengua, sin ganas de hablar.

El muchacho puso los ojos en blanco, mirando a los lados antes de alejarse. Por un momento pensó que se había enojado y no quería lidiar más con él, pero se sorprendió con gratitud cuando regreso con un jugo en sus manos, para ser más específicos, uno de esos jugos por los que tanto lucho hace rato. Dio una inclinación de agradecimiento cuando se lo tendió. Dae Hyun sonrió

— ¿Y bien? ¿Ahora si me vas a decir porque amaneciste violento?

Suspiro derrotado, frunciendo el ceño

— No quiero seguir siendo un cobarde — susurró con un tono lastimero, Dae Hyun alzo una ceja, sin entender nada.

— Te dejo un día solo y enloqueces ¿quién te ha dicho que eres un cobarde? — bajó la cabeza, no quería contestar eso. Sin embargo, el muchacho a su lado insistió hasta que acabo contándole lo que sucedió la noche anterior. Dae Hyun negó repetidas veces.

— Tenía que ser Young Mi. ¡Pero oye! Deberías estar contento —Ryuhito lo miro con extrañeza ¿contento? —. No me mires así, aunque suene raro, has ganado terreno con la loca.

Su cara de confusión hizo reír al muchacho.

— Que ella se haya preocupado por ti de esa forma, es una clara señal de que de alguna forma u otra, llamaste su atención.Porque créeme, si no lo hubieses hecho, le daría igual si una piedra te parte la cabeza o no.

— ¿Cómo estas tan seguro de ello? — pregunto aún dudoso de sus afirmaciones. Para él nada de lo que decía tenía lógica

— ¡Confía en mí! Conozco a Young Mi desde hace dos años, tengo bien analizado su comportamiento.

A pesar de sus ánimos, continuó cabizbajo, Dae Hyun palmeó su hombro, en un ademan amistoso.

— ¡Y no eres un cobarde! Young Mi tiene el gran problema de que le cuesta ponerse en los zapatos de los demás, eres un príncipe, no puedes ir por la vida haciendo escándalos... y bueno, ella tampoco debería hacerlos, de seguro mi padre les impondrá un castigo.

— ¿De verdad lo crees?

Su amigo asintió

— ¡Por supuesto! Si fueras un cobarde, ni siquiera estarías en este país ni fuéramos amigos, no eres un cobarde — sonrió un poco más tranquilo a pesar de aun sentirse algo desanimado, Dae Hyun le sonrió de vuelta levantándose de su lado —. ¡Tengo una idea! Ya sé que te hará sentir mejor.

Le prestó atención, curioso sobre que plan tendría.

— Esta noche hay una ronda de presentaciones callejeras, podemos dar un paseo y ver varios grupos nuevos... y quizás te fijes en alguien que no esté tan loco — negó exasperado ante su propuesta, pero no pudo rechazarla, la idea de dar un paseo tranquilo le parecía bien.

Lo que no sabía en ese momento, es que ese paseo iba a traer de todo para él, menos tranquilidad. 

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora