Capitulo 36

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Respiró profundo al verse solo frente al gran edificio blanco que parecía querer tragárselo vivo. En las anteriores visitas no le había parecido tan aterrador, de hecho ya estaba rozando el punto de encontrarlo familiar. Sin embargo, sus visitas anteriores no tenían el mismo objetivo con el que iba en aquel momento.

Se acercó a la puerta con poca decisión. Solo Dae Hyun conocía el código de acceso para desbloquear la puerta, por lo que debió tocar el timbre para llamar la atención de la recepcionista que le dedico una mirada confundida tras la puerta transparente, pero que de todas formas, le permitió entrar.

— ¡Niño! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dae Hyun no está contigo? — le sonrió con timidez a Jin Ri, encogiéndose de hombros y tratando de encontrar con rapidez una excusa para justificar su presencia ahí.

— Esta enfermo y me ha pedido el favor de que viniera a darle un recado a su padre ¿se encuentra aquí? — paso las manos por su cabello, despeinándolo. Jin Ri asintió.

— Si, está arriba, puedes subir.

Agradeció en silencio antes de adentrarse a las escaleras monocromáticas seguido de uno de sus hombres de seguridad. Por un momento tuvo la tentación de darle instrucciones de que lo siguiera adentro de la oficina, pero declino rápidamente de esa idea, iba a hacer esto solo.

Al llegar a la entrada de la oficina, respiró profundo de nuevo antes de tocar la puerta. Tembló al escuchar la voz gruesa que le indicaba que podía entrar y volvió a pasarse las manos por su cabello antes de abrir la puerta y cerrarla en silencio.

Todo esto sin percatarse que alguien, un poco más lejos, estaba viendo cada una de sus acciones con detalle.

Young Woon se incorporó en su asiento al ver a Ryuhito entrar a su oficina. Extrañado, en su mayoría, por no ver esa mirada recelosa que le dedicaba el muchacho desde que había sido testigo de su pérdida de estribos. Al contrario, parecía al borde de un ataque de nervios.

— Espero no haberlo interrumpido, Young Woon-Nim — empezó a hablar usando el tono de voz que solía usar para hablarle a los políticos que visitaban la casa imperial. No sabía porque, pero en ese momento pensó que lo mejor era usar la diplomacia como arma de ataque, aunque su idea tenía algo de sentido, considerando que en ese momento iba a negociar la estabilidad mental de su mejor amigo. — pero necesitaba hablar con usted, algo urgente.

— No te preocupes, lo que estaba haciendo no era importante — murmuró el hombre en un tono aunque educado, cauteloso a la vez — toma asiento.

— Preferiría permanecer de pie, gracias — sobre todo por si en algún momento debía salir huyendo de ahí — antes de ir al grano, quiero decirle que de ninguna manera mi objetivo es faltarle el respeto.

El hombre asintió sin decir nada, mirándolo de la cabeza a los pies, quizás intentando averiguar que quería decirle.

— Dae Hyun me lo ha contado todo — fue directo al grano — desde lo ocurrido con su primer hijo hasta su condición sexual.

Young Woon se levantó de golpe de la silla y le dio la impresión que estaba a punto de sufrir un ataque. Ryuhito se quedó de pie en su lugar, tratando de permanecer tranquilo.

— Primero que todo, yo tengo un solo hijo — siseó el hombre con los dientes apretados con fuerza—. Segundo, Dae Hyun no tenía por qué contarte sobre eso, lo único que ha hecho ha sido avergonzarse a sí mismo.

— Discrepo — respondió serio —. Su hijo no se debe sentir avergonzado por lo que es y usted tampoco debería hacerlo sentir de esa manera, ser homosexual no es un crimen.

— Debería serlo — espeto el hombre con marcada agresividad —. ¡Es antinatural!

— ¿Quién lo dice? — no tenía intención de escucharse burlón, sin embargo le fue imposible evitarlo —. ¿La biblia? ¿El mismo libro en el que las serpientes hablan? Como he dicho antes, no quiero faltarle el respeto, pero tratar de esa manera a sus hijos por lo que dice un libro es ridículo.

— Lárgate y no vuelvas — espeto el hombre temblando de la rabia y sorprendido de su propio coraje, negó.

— No lo haré hasta que me escuche — repuso alzando la cabeza, sin moverse ni un milímetro —. Piénselo, Young Woon, usted tiene dos hijos, aunque reniegue de ellos, siguen siendo su sangre y aunque no puedo hablar de Jin Young porque no he tenido el placer de conocerla, si conozco a Dae Hyun y puedo decirle que es una de las mejores personas que he conocido en toda mi vida. Sin importar con quien le gusta compartir su cama.

El hombre se quedó en completo silencio, por lo que continuó hablando.

— No pretendo insultarlo, pero su hijo lo ama, Young Woon. Y tolera todas sus acciones hacia él porque piensa que así usted no lo apartara de su lado, además del hecho que cree que lo merece por decepcionarlo. ¿Cree que es justo? Estoy seguro de que si en algún momento, por ejemplo, usted llegase a enfermar, él lo cuidaría sin pensarlo porque a él no le importa la biblia, le importa su padre.

Más silencio. Ryuhito sonrió.

— A veces es necesario desafiar lo que nos enseñaron para poder ser felices, Young Woon. No odie a su hijo por ser quien es. Al contrario, siéntase orgulloso porque fue tan valiente como para atreverse a serlo.

Dicho esto, se dio la vuelta, abrió la puerta y salió de la oficina, dejando a un hombre pensativo, en completo silencio y con lágrimas brotando de sus ojos.

Ryuhito cerró la puerta con suavidad, para seguido recostarse contra la misma con los ojos cerrados, exhalando todo el estrés que se había acumulado en su cuerpo a causa de aquel encuentro. Al menos, estaba seguro que había logrado algo, lo que no sabía, era si había sido bueno o malo, solo quedaba esperar a que fuera la primera.

Luego de unos minutos, por fin se decidió a despegar la espalda de la puerta para salir de ahí, chocando de bruces con un cuerpo pequeño y delgado, para ser más específico, el cuerpo pequeño y delgado de Young Mi.

Sostuvo a la muchacha por los hombros al sentir que se tambaleaba a causa del choque, preparándose en su cabeza para la gran cantidad de insultos que pensó que iba a soltarle por su descuido, sorprendiéndose de que no dijo nada en absoluto, de hecho, ni siquiera tenía una expresión de enojo en su rostro, al contrario, una enorme sonrisa surcaba sus mejillas.

Aunque más sorpresa le causo que ella se lanzara a su brazos sin decir nada, apretándolo con fuerza y dejándolo paralizado por completo.

— ¡Estoy orgullosa de ti!

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora