Capítulo 11

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Myeong-dong era la zona de mayor actividad comercial en Seúl y una de las calles más costosas para comprar lo que sea. La primera vez que visito este lugar, recordaba sentirse bastante abrumada como curiosa a la vez, nunca había visto tanta ostentosidad en toda su vida en Mokpo y era comprensible, considerando que su madre juntaba latas para poder comprar algo de pan.

Lo que no comprendía era porque un príncipe que se supone ha tenido todo en bandeja de plata desde el día que vino al mundo, parecía tan impresionado como ella la primera vez que camino por esas calles. Miraba todo con una expresión de auténtica curiosidad y sonreía de a ratos, daba la impresión de ser un niño pequeño que apenas salía a pasear por primera vez en su vida.

También la desconcertaba como no reaccionaba al odio que parecía lanzarle la gente. Hace apenas unos minutos, el dueño de un restaurante los había echado con la excusa de que no recibirían a un asesino ahí. ¿Por qué lo llamaban asesino a él? Digo, ella lo odiaba, pero lo hacía con fundamentos o al menos creía tenerlos. Odiarlo por algo que pasó cuando él ni siquiera pensaba nacer le parecía tonto, él no había ordenado todas esas atrocidades que pasaron en la guerra.

Suspiros de alivio salieron de todos los presentes cuando llegaron a un pequeño restaurante que, por fortuna, no se negó a recibirlos. No tardaron en tomar asiento excepto los guardaespaldas de Ryuhito que se pusieron de pie en sitios estratégicos, silenciosamente. Debía decir que nunca se había sentido tan segura mientras cenaba.

Ninguno de ellos tardo en escoger, excepto el príncipe que parecía no reconocer casi ningún plato del menú.

— El japchae (1) es bueno y será fácil de comer para ti, deberías pedirlo— señalo Haneul con una sonrisa tímida, frunció el ceño. Vaya que le gustaba el idiota y eso no era bueno. Él asintió sonriéndole de vuelta y pidiendo exacto lo que lo que le sugirieron.

— ¿Qué comen en la casa imperial? — pregunto Sun Hee curiosa, a lo que él hizo una mueca pensativa.

— ¿Comida saludable? Vegetales, frutas, verduras... mucha ensalada, mucho pescado, poca carne roja, en fin, nada demasiado impresionante.

Todos los miraron confundidos, pero Sun Hee fue la única que continúo hablando

— ¿Ni siquiera comidas tradicionales? — Preguntó anonadada, a lo que él asintió repetidas veces.

— ¡Oh claro que sí! Cada cumpleaños, mi abuela me dejaba comer Katsudon (2) mi comida preferida.

— ¿Por qué no te dejan comer más platillos? —inquirió sin ser capaz  de contener más su curiosidad. Cosa que hizo que todas las miradas se dirigieran impresionadas a hacia ella.

Volvió a fruncir el ceño

— ¡Dejen de mirarme así! Tampoco es como si le hubiese preguntado la talla de su ropa interior— espetó con molestia.

— La salud del heredero por sobre todas las cosas — respondió él, sonriendo. Tuvo la impresión de que quería decir otra cosa, pero por suerte, se mantuvo en silencio.

— ¿Eres el único heredero? Tenía entendido que tenías un tío...—inquirió Ji Soo, Ryuhito asintió.

— Sí, tengo un tío. Pero ya es demasiado mayor y dudan que pueda gobernar, así que, por descarte, soy el único heredero.

— ¿No tienes más familia? — joder, que debía aprender a controlar sus impulsos curiosos, gruñó en voz baja cuando el muchacho le volvió a sonreír de esa forma que le parecía irritante.

— Si tengo, una hermana mayor, primas y tías... solo mujeres.

Ella volvió a asentir, con ganas de hacer más preguntas

— Si tienes una hermana mayor ¿Por qué eres el único heredero?

— Vamos Young Mi, que esto más que una cena parece un interrogatorio—Se encogió en su sitio ante el regaño de su jefe, Ryuhito no tardo en negar.

— No hay problema, la curiosidad que tienen es normal y no me molesta. Soy el único heredero porque en la casa imperial por ley, no se les permite a las mujeres gobernar —  hizo una mueca de disgusto. Pero no dijo nada más.

— Eso es una tontería — salto Sun Hee en su lugar, Ryuhito asintió.

— Por supuesto que lo es. Pero no se me permite dar mi opinión sobre ello, de hecho, no debería estar dándola ahora.

— Nosotras tampoco podemos dar nuestra opinión de muchas cosas —. Sonrió comprensiva Ji Soo, a lo que el muchacho la miro con curiosidad —, Si llegamos a dar alguna opinión publica parcializada, puede ofender a los fans, es mejor ser lo más neutro posible y evitar esos temas— Explico la castaña. Algo que le parecía muy curioso fue que el muchacho pareció sorprenderse, tenía la impresión que veía a alguien que había vivido en una cueva mucho tiempo ¿acaso nunca había visto un idol? En Japón también había muchos, por lo que ella sabía.

La comida llego al fin opacando la ronda de preguntas al príncipe en la mesa. De reojo, pudo visualizar varios comensales mirándolo con desprecio ¿pero ahora que había hecho? ¡Él solo estaba comiendo! Mastico la carne con enojo, molestándose todavía más al ver que el estúpido ni siquiera reaccionaba. Ya tenía otra cosa que agregarle a su lista para odiarlo.

El principito era un cobarde que no se defendía.

La cena acabo en completo silencio y la camioneta que las llevaría a casa estaba preparada, igual que el auto del príncipe que se despidió con educación, agradeciendo a Young Woon por la cena y a ellas por su encantadora compañía. Hubiese rodado los ojos ante su estúpido comportamiento, si su peculiar molestia hacia él no hubiese sido remplazada por preocupación al ver como una piedra enorme casi le daba en la cabeza. ¡Bendito sean los guarda espaldas y su rapidez!

Con una furia casi incontenible, pudo interceptar de inmediato a un adolescente que reía junto a sus amigos — ¡¿Pero qué demonios te pasa, imbécil?! — bramo iracunda, acercándose a ellos como un toro furioso

— ¡¿Crees que esto es un juego?! ¡Pudiste haberlo matado! — sus gritos hicieron que todas las personas en la calle voltearan a verla, los jóvenes lo único que hicieron fue encogerse en su sitio, incapaces de decir nada.

— Young Mí, tranquilízate, no pasa nada — la voz del muchacho a sus espaldas más el suave agarre en su brazo la hizo irritarse más ¡¿Cómo que no pasaba nada?! Casi cometían un golpe de estado ahí. Se dio la vuelta para mirarlo, notando como les hacia una seña a los adolescentes para que se fueran.

— ¡No puedes ir por la vida dejando que te traten así!

— Estaba preparado para esto cuando llegue a este país, en serio agradezco tu preocupación, estoy bien —no, no estaba bien. El hombre en frente suyo era un idiota y un cobarde por no hacer nada para detener ese jodido odio injustificado.

— No me preocupo por ti— escupió con desprecio, zafando su brazo —. Nunca me preocuparía por un cobarde incapaz de defenderse solo.

Ignoro su expresión de sorpresa, metiéndose en la camioneta e ignorando los regaños de Young Woon y sus compañeras que esperaban que este altercado no se volviera viral en internet. Lamento por un segundo haber sentido curiosidad por ese hombre que no hacia ni un mínimo esfuerzo por cambiar las cosas a su alrededor. Una persona así no merecía ni siquiera su mirada. Ni mucho menos, su atención.

Jamás se fijaría de nuevo en él.

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(1) El japchae (잡채) es otro plato bien típico y fácil de comer por extranjeros. Consiste de varias verduras picadas en juliana y salteadas que se mezclan con aceite de sésamo y fideos de papa camote. Muchas veces lleva también tiras de carne de vacuno y huevo.

(2) El katsudon (カツ丼) es un plato japonés muy popular en ese país, consistente en un cuenco de arroz cubierto con una chuleta de cerdo rebozada (tonkatsu), huevo revuelto y condimentos.

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora