Yoshio Murakami era uno de los agentes de la casa imperial encargados de supervisar al príncipe durante su estancia en Corea del Sur. Llevaba más de diez años trabajando para la familia imperial, todos ellos sirviendo al emperador. Ahora, que le ordenaran trabajar para un niñato inmaduro que hizo un berrinche para que lo dejaran ir a ese mugroso país parecía una blasfemia.
Pero era su trabajo y de algo debía vivir. Caminó por los pasillos de la tonta universidad pública para dirigirse al dormitorio mediocre donde se estaba hospedando el príncipe. La verdad era que por más que lo intentara no lograba entender a ese niño, teniendo la posibilidad de estudiar en las mejores universidades del mundo y hospedarse en los mejores lugares posibles ¿Por qué estaba ahí? ¿Acaso era necesario jugar a ser humilde? Era obvio que él no lo era, todos en ese palacio vivían de manera tan ostentosa que era imposible pensarlo.
Apartó a los hombres de seguridad, tocó la derruida puerta de madera casi gruñendo al ver al príncipe desaliñado, con pantalón de pijama y una enorme mancha de kétchup en la camiseta.
— Con permiso, su alteza— carraspeó el hombre, adentrándose en la minúscula habitación. Miró con molestia al otro muchacho que se incorporó de inmediato al verlo pasar. Negó con cierto asco al ver las envolturas de patatas fritas por todo el cuarto, acompañadas de cajas de hamburguesas vacías —. ¿Ha estado usted alimentándose como es debido? Sabe que debe cuidar su salud, su alteza— inquirió ceñudo señalando todos los paquetes esparcidos por el suelo. El joven asintió con una visible inseguridad.
— Solo ha sido por hoy... siempre me alimento con lo recomendado — Yoshio sabía que él estaba mintiendo descaradamente, pero no quería perder más el tiempo en ese horrible lugar regañando a un niñato inmaduro, tenía cosas más importantes que hacer.
— Solo recuerde cual es la prioridad, su alteza.
— Mantener el símbolo de la unidad del pueblo japonés, lo sé. ¿Ya ha terminado la revisión, Yoshio? Estoy bien — el hombre quiso decir algo ante el tono altanero del muchacho, pero se dio cuenta que él solo quería que se fuera rápido y si era sincero, no tenía ganas de contradecirlo.
— En realidad no, solo venía a avisarle que esta noche usted debe asistir al cumpleaños de la primera dama como parte de su agenda aquí.
Ryuhito rodó los ojos, otro asunto de diplomacia aburrido, asintió resignado. Sabía que negarse no era una opción, pero... quizás si podía hacerlo un poco menos tedioso. Vioa su amigo que seguía sentado en su cama, mirándolo con cara de confusión porque no entendía nada de japonés. Seguido, miro el poster de Skyfall que tenía en la cabecera de su cama.
Tenía una idea.
— ¿Puedo llevar invitados? — Preguntó con una pizca de malicia que desconcertó por completo al agente, que asintió un poco aturdido.
— Puede llevar hasta tres personas con usted.
Sonrió ladino, perfecto — ¡Esta bien! ¿A qué hora tengo que estar listo? — el hombre frunció el ceño ¿Qué demonios planeaba el niñato?
— A las siete empieza la reunión, pero a las ocho de la noche vendrán a recogerlo... ya sabe, la elegancia de llegar tarde— el príncipe herederoasintió y abrió la puerta del cuarto, era claro que estaba invitándolo a salir de sus mediocres aposentos. —. Su alteza... — siseó saliendo del lugar, sin pararse a pensar en que planeaba más tiempo.
Ryuhito cerró la puerta, dándose la vuelta y observando a Dae Hyun que se relajó de inmediato al ver que se había ido — Si las miradas mataran créeme que ya estuvieras en mi funeral. — exclamó el muchacho, respirando profundo.
— Ni siquiera lo dudes, pero no te lo tomes personal, Yoshio odia a todo el mundo—sintió una extraña sensación al pronunciar esa frase, aunque en ese momento exacto no recordaba donde la había escuchado. Sacudió la cabeza intentando aclararse —. Bueno, en resumidas cuentas, hoy es el cumpleaños de la primera dama ¿quieres ir conmigo?
Los ojos castaños de su amigo brillaron y asintió con emoción, como si de un niño pequeño que le acaban de dar un regalo se tratase — ¡Siempre he querido ir a la casa azul! ¿Pero cómo se supone que debo vestirme? No sé nada de eso — se quedó pensativo un momento, Yoshio no había mencionado nada sobre la ropa. Con esfuerzo intento recordar la vestimenta genérica que se solía usar en ese tipo de eventos.
— Un traje cualquiera estará bien.
Dae Hyun hizo una mueca — En ese caso... deberé ir a casa de mi padre, no uso un traje desde que me gradué de la carrera — a pesar de que aquella idea le iba perfecto para cumplir su plan, no pudo evitar escandalizarse al imaginar a su amigo en uno de los trajes de Young Woon que era tres o cuatro tallas más ancho que él.
— ¿Vas a pedirle un traje prestado a tu padre? —cuestionó horrorizado a lo que él aludido lo miro como si hubiera enloquecido.
— ¡Por supuesto que no! ¿Sabes cuánto pesa mi padre? ¡Parecería una carpa de circo! Me refería a ir a buscar el traje que use en mi graduación, está en su casa. Pero claro, primero debo pasar por la agencia a pedirle las llaves.
Suspiro de alivio asintiendo hacia él — ¿Te puedo acompañar? — trato de que su pregunta no denotara exceso de interés. Dae Hyun alzo una ceja sardónica.
— Sé que no puedes vivir sin mi hermosa presencia ¿pero porque quieres ir? No voy a tardar demasiado —su voz adquirió un todo malicioso, rodó los ojos ante eso.
—Oh vamos ¿Qué tiene de malo que quiera saludar a Young Woon?
— ¿Quieres saludar a mi padre o a Young Mi? — Volvió a preguntar haciéndolo poner los ojos en blanco.
— Está bien, me descubriste, quiero que vaya al evento también — su amigo negó, sonriendo ladino y levantándose de la cama.
— En todo caso, deberíamos limpiar este desastre para ponernos en marcha, porque algo me dice que no lograras convencerla tan fácil.
No tardaron en recoger todos los estropajos causados por su nada saludable almuerzo, cambiarse la ropa y salir de la habitación, con sus guardias siguiéndolos como era costumbre. «¿Llevando a pasear a tu novio, Dae Hyun?» se burlaron unos chicos al verlos por el pasillo, en el grupo reconoció al tipo que lo molesto en la cafetería. Él frunció el ceño con ganas de decirles algo, pero Dae Hyun ni siquiera reparo en ellos, fingió no escucharlos y siguió caminando como si nada. Por eso, decidió no decir nada tampoco.
Le extraño un poco que, para ser Seúl, la calle estaba despejada cuando se subieron al auto para ir a la agencia, cosa que agradeció en su interior ya que no creía poder seguir aguantando a Dae Hyun cantar canciones de grupos de chicas por mucho más tiempo. Antes de bajar del vehículo, se colocó unas gafas oscuras y sonrió para sus adentros cuando escucho a Dae Hyun quejarse por el sol abrasador.
Repitiendo el anterior procedimiento entraron a la agencia, saludando a Jin Ri en la recepción con una inclinación no tan profunda esta vez — Esta vez pediremos permiso a mi padre antes de hablar con Young Mi para evitarnos problemas — murmuró su amigo al ver que el gorila los seguía por las escaleras, asintió complacido por su idea, no le convenía enojar a Young Woon... de nuevo.
Cuando llegaron a la entrada de la oficina, se quedaron completamente paralizados al escuchar llanto provenir de adentro — Por favor, Young Woon... eso no me alcanzara — sollozo una voz femenina que reconoció de inmediato ¿Qué le pasaba a Young Mi? Él y Dae Hyun intercambiaron miradas con inseguridad.
— Lo siento Young Mi, pero no puedo darte más dinero que ese. Perjudicaría el siguiente regreso del grupo... estoy haciendo lo único que está en mis manos.
— Pero la enfermedad de mi madre es grave... ¡Si no consigo suficiente dinero va a morirse! — ese lamento desesperado lo hizo decidirse de una vez a abrir la puerta, ignorando por completo a su amigo que pareció casi desfallecer ante su acción. Un par de ojos llorosos se enfocaron en él, seguidos de otros que lo reprendían como si fueran estacas.
— Yo...— empezó a balbucear al ver como ella se secaba las lágrimas con prisa, gesto que, por alguna razón, calo muy dentro de él —. Yo puedo ayudarte...— murmuro ganándose una mirada asesina de la muchacha, trago en seco.
Estaba muerto.
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El capricho del príncipe
RomanceLos caprichos de un príncipe mimado y las exigencias de una mujer independiente eran la fórmula perfecta para el desastre. -PRIMERA PARTE DE LA TRILOGÍA: ¨"DESASTRE" (BORRADOR) Prohibida la copia total o parcial de esta obra. Código de Registro Safe...