Capítulo 3

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Ryuhito se sentó en el escritorio de su habitación, con un tazón grande de fideos en sus manos. Sabía que se comportaba extraño al no comer con los demás alumnos, pero se sentía inhibido por dos razones, la primera era que no tenía amigos además de Dae Hyun y descubrió con singular horror que era bastante torpe para socializar fuera de temas diplomáticos.

Segundo porque muchas personas lo miraban con desprecio, era incómodo cargar con el pasado cuando tú no estuviste presente en él. Por ejemplo, en clase de historia de esta mañana se dedicaron a hablar de la invasión japonesa al dicho país. Cada vez que mencionaban un crimen cometido por causa de sus ascendientes no hacía más que encogerse en su lugar mientras que el odio hacia él era más que palpable en aquel sitio.

Se sintió mucho peor cuando el maestro mencionó con voz calmada que su abuelo había muerto en esa época, viéndolo fijamente. La clase termino con un tropezón nervioso de su parte, varias fotos del acontecimiento y a sus agentes de seguridad haciendo que las borraran de inmediato para evitar controversias.

Pero, aunque fuera extraño y a pesar de su ridículo anterior, las chicas no paraban de coquetearle. no solo algunas japonesas esparcidas por el campus, también algunas  coreanas. Su tío había dicho que todas las coreanas eran unas regaladas, pero considerando el hecho de que pasaba veinte de veinticuatro horas al día ebrio y que jamás había conocido a ninguna coreana lo había motivado a ignorarlo sin pensar. No podía hablar de nada sin saber cómo era, era ridículo y por demás, machista.

Miró los posters sobre la cama de su compañero, era en realidad curioso que no hubiera ninguno del grupo donde estaba esa chica, ladeó la cabeza. Para eso existía internet, ¿no? Abrió su laptop que según solo debía utilizar nada más para estudiar, porque sí. La casa imperial también solía controlarle el acceso a internet para evitarle distracciones en sus deberes, pero ya estaba fuera del palacio ¿Qué más le daba? Podía ignorarlos con libertad.

Chasqueó la lengua al ver que todos los resultados salían en Hangul, aún le costaba un poco leerlo. Después de todo, había aprendido coreano por sí mismo ya que la casa imperial se negaba a pagarle un maestro. Algo que jamás pasó cuando quiso aprender inglés, francés o alemán, para esas clases todo siempre estuvo disponible, sin ninguna queja.

— ¿Qué estás haciendo? — se sobresaltóen su sitio al escuchar a Dae Hyun en su oido. Casi llegó a derramar el caldo de los fideos en todo el teclado.

— Gracias por avisarme que entraste  — le recriminó, ganándose una en respuesta un gesto de desinterés.

Dae Hyun no paraba de mirar la pantalla de la computadora con curiosidad.

— ¿Te gusto Skyfall?  — inquirió con una sonrisa, se encogió de hombros.

— Solo llamaron mi atención — respondió tratando de sonar desinteresado.

Dae Hyun no paraba de sonreír.

— Tienes suerte, puedo darte toda la información que necesitas.

—¿Eres muy fan de ellas? — Él negó.

— En realidad, no. Soy muy fan de ese grupo — señaló uno de los posters tras de él, el cual tenía nueve chicas posando sonrientes en una playa, demasiado infantil para su gusto  — Pero, digamos que Skyfall es especial para mí y se mucho de ellas.

— ¿Por qué?

¿Acaso era un psicópata que las perseguía por la calle?

— Porque, amigo mío, mi padre es el dueño de la empresa donde son parte, digamos que ellas me pagan el master.

Un gran «ooh» se formó en sus labios, con razón parecía tan eufórico el día del concierto, su padre le había exigido aquello.

— ¿Podrías decirme como se llama ella?

Señalo a la muchacha que lo había ¿Cautivado? ¿Atraído? ¿Hechizado? No sabía con qué adjetivo referirse a su repentino interés hacia ella, Dae Hyun miró la pantalla, negando.

— Tienes gustos difíciles, eh. Su nombre es Young Mi — asintió, tratando de guardarse aquel nombre en la cabeza, Young Mi.

La verdad es que no era un nombre muy bonito

— Es la líder del grupo y la señorita carácter de perro, no pensé que la escogerías de bias.

¿Bias? ¿Qué era eso...?

— Bias es tu favorito del grupo — se apresuró en aclarar Dae Hyun al ver su expresión. Se notaba a leguas que nunca entendía nada— Es muy común que los fans hagan muchas cosas por el grupo en general, pero en especial por su bias, como donar en su nombre o cosas así.

—¿Y cuál es el problema con que ella sea mi... bias? — esa palabra sonaba extraña. Dae Hyun sonrió negando, otra vez.

—No hay ninguno, solo que como te dije antes, Young Mi tiene un carácter complicado. Pero si de verdad te gusta cómo trabaja en el escenario y quieres seguirla, adelante, estás en tu derecho —Ryuhito le dio un trago a la sopa en sus manos, que estaba empezando a enfriarse, sin dejar de mirar la imagen de aquella chica una vez más.

La verdad es que su sola imagen lo ponía, muchísimo. Para que iba a negarlo, pero estaba seguro que ahí había mucho más que mera atracción sexual, algo intrigante. Quizás era porque estaba acostumbrado a ver mujeres sumisas, con la cabeza gacha siempre dispuestas a atenderle de una forma u otra sin rechistar, en cambio, ver a una chica que en una simple foto parezca tan orgullosa le parecía extraño, ajeno y por demás, atrayente.

— ¿Hay alguna forma de conocerla? — si algún agente de la casa imperial llegaba a enterarse de lo que planeaba ponía el grito en el cielo, haría escándalo y convocaría al parlamento para una sesión de emergencia. ¡El príncipe heredero interesado en una simple y vulgar cantante!

Pero también lo harían por el simple hecho de estar viviendo en ese pequeño cuarto que apenas contaba con espacio para dos camas, dos escritorios y un armario compartido. ¿Qué más da? Tampoco es que fuera a pedirle matrimonio a Young Mí, solo quería conocerla.

— De hecho, puedes venir conmigo mañana a la agencia, debo ayudar a mi padre con algunos recados, ya sabes, aprovechar el día libre. Aunque no garantizo que las chicas estén ahí, tienen mucho trabajo.

Dae Hyun sonrió ladino

— Además no le he contado a mi padre que mi compañero de habitación es el príncipe heredero de Japón ¿te imaginas su reacción? ¡Será muy divertido!

En realidad, no estaba seguro si sería divertido, lo que si estaba seguro, es que mañana iba a ser un día muy interesante.

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora