Capítulo 8

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Agotador es la única palabra adecuada para definir su día a día, sin embargo, estaba bastante satisfecha con ello. Aún no recibía su primera paga porque sus gastos de trainee no habían sido pagados por completo, pero según explico su manager si continuaban con aquel ritmo y éxito, no iba a tardar en recibir su primer cheque.

Sonrió para sí misma, quería ver la cara de sus padres cuando les enviara el dinero. Por fin empezarían a creer en ella y en sus capacidades. Cerró la llave de la ducha, agradeciendo por el agua caliente que relajo sus músculos tensos por el constante movimiento. Salió del baño con la toalla cubriéndole el cuerpo, entrando a la habitación, encontrando en una de las camas a Ji Soo durmiendo plácidamente mientras balbuceaba cosas sin sentido.

— Chocolate... caramelos... gatos... chico... guapo...— contuvo la risa mientras sacaba las cosas del armario para vestirse, no quería interrumpir su descanso. Al fin y al cabo, solo quedaban tres horas para regresar a la marcha, seria cruel hacerlo.

Bajo al vestíbulo de los dormitorios, donde estaban Haneul y Sun Hee recostadas en el sillón. Parecían tan cansadas que ni siquiera miraban el programa que estaban pasando en la televisión frente a ellas — ¿Vas a comer? He comprado Mandu (1). Están rellenas de kimchi, como te gustan—Frunció el ceño debido al gasto innecesario.

—No deberías gastar el dinero que te dan tus padres de esa forma, Haneul. Hay comida en la nevera y yo puedo cocinar.

Su menor rodó los ojos ante su regaño, Haneul era la más joven del grupo y una niña consentida. Sus padres nunca se opusieron a sus deseos de ser idol y era más que obvio el hecho de que nunca había pasado hambre en su vida

— Te juro que cuando empiecen a pagarnos le devolveré el dinero a mis padres, Unnie. Solo quería evitar la tediosa tarea de cocinar, debemos aprovechar el descanso...

Un bostezo bastó para que la muchacha se acurrucara en el sofá con pereza para acto seguido caer rendida en los brazos de Morfeo, ignorando el mundo a su alrededor.

Sun Hee negó mirándola, bostezando ella también

— Créeme que, si no se hubieran vendido todas las entradas, iría a golpear a Young Woon para que cambie la fecha del bendito fanmeeting.

No pudo evitar reír ante el comentario pasivo-agresivo de su amiga, Sun Hee era como una apisonadora.

— Déjalo, somos el primer grupo que produce al que le va bien, es normal que quiera darnos mucho trabajo.

— Hay una línea delgada entre mucho trabajo y explotación laboral —se burló Sun Hee, bostezando de nuevo. La verdad es que grabar una presentación y dos programas de variedades más un fanmeeting en un solo día era demasiado, sin contar las horas que se consumían en vestuario y maquillaje.

— Ya verás que cuando veas a nuestros fans se te va a quitar el enojo.

— Se me quitara el enojo cuando empiece a ganar dinero — contestó su amiga socarrona. Young Mi hizo una mueca de indignación, lanzándole un cojín.

— ¡Que mala eres, Sun Hee! — chilló escandalosa haciendo a Haneul removerse un poco y murmurar algo entre sueños. Se encogió en su sitio rogando que no despertara.

—Silencio... que hay gente durmiendo aquí. — la reprendió Sun Hee con una sonrisa —. Y no soy mala, amo a los fans, pero no vivo de amor, necesito dinero.

A pesar de su forma arrogante de decirlo no pudo hacer otra cosa que darle la razón. Ellas solo buscaban dinero por hacer lo que amaban, como todas las personas en el mundo.

Se preguntaba qué cosa querían hacer sus padres cuando eran jóvenes, cuáles eran sus sueños que no pudieron cumplir por haberla concebido cuando aún estaban en la secundaria, Su mamá fue obligada a dejar la escuela por la vergüenza del embarazo y fue echada de su casa sin la menor contemplación. Su papá tuvo que empezar a trabajar orillado por las amenazas de su abuela con botarlos de la casa, olvidando así todo lo planeado para su futuro para poder criarla a ella.

Y aun así, se amaban.

Recuerda verlos sonreírse con ternura en las mañanas a pesar de no haber un pan en la mesa, darse besos de buenas noches antes de caer rendidos en el viejo colchón y concederse abrazos fugaces mientras su madre hacia el ramen que era más agua que otra cosa. No entendía como lo soportaban, ya que ese tipo de situación fue el desencadenante de que quisiera irse de casa, aunque por otro lado envidiaba el hecho de que el amor pudiera superar todas las adversidades.

Ella, al contrario de sus padres, quería cumplir todos sus sueños antes de buscar al hombre de su vida. Porque si, a pesar de lo que pensaran sus compañeras ella también anhelaba un lindo romance, alguien con quien formar una familia y envejecer juntos. Obvio, esperaba aquello en un futuro muy lejano, con una persona que comprendiera su gran pasión por la música y su deseo incontrolable de libertad.

Nadie iba a dominar a Lee Young Mi

Nadie.

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(1) Mandu (만두) son empanaditas rellenas de verduras y carne. Se pueden comer al vapor, fritas o en sopa, llamada Mandu Guk (만두국). Por lo general no es picante, a menos que sean rellenas de kimchi.

El capricho del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora