Capítulo 19.

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Taemin estaba acostumbrado a que Min Ho lo llevara con él a cada lugar que iba, por eso despertar y encontrarse con la noticia de que su amo había salido en la madrugada, lo había sorprendido y hecho sentir un poco triste, porque no le fue dicho que sería dejado, e imaginaba que tenía que ayudar a Tae Yeon hasta que regresara, y la idea o le disgustaba por completo, pero él estaba acostumbrado a pasar todo su día cerca de Choi.

Intentó no mostrar cómo se sentía, dándole una pequeña sonrisa a Tae Yeon cuando la mujer le había pedido que llevara el té a la señora de la casa y a su invitada, con quien él no había tenido mucho contacto a pesar de ya llevar tres años viviendo ahí, pero al estar bajo el mando de Min Ho no era necesario relacionarse con ella.

Golpeó suavemente la puerta y se disculpó por interrumpirla mientras hablaba con la otra mujer, a una que no conocía, pero que Taemin no le dio mucha importancia demorándose un poco al colocar la bandeja con la jarra en la mesita, y servir el té.

—Vuestro hijo ha crecido muy bien —dijo la mujer desconocida.

—Gracias señora Byun —Taemin le extendió la taza de té a la desconocida —escuché que vuestras hijas también han crecido bien.

—Por supuesto —la mujer habló orgullosa —mi esposo y yo estamos buscando candidatos matrimoniales dignos de ella —ella sonrió —vuestro hijo parece un buen candidato.

La señora Choi hizo una mueca como sonrisa mientras recibía de Taemin su taza y el chico hizo una reverencia para poder irse de ahí lo más rápido que podía, a pesar de que quería quedarse a escuchar la conversación no creía que pudiera soportarla, pero debía de aceptar que él jamás iba a poder casarse con su amo, porque él sólo era un esclavo, y las leyes no lo iban a permitir nada entre ellos, nada que fuera más allá de ese amor a escondidas que Min Ho le profesaba y que era correspondido.

Al llegar a la cocina, Tae Yeon lo estaba esperando, la mujer se veía feliz, una emoción que Taemin no creía que pudiera compartir, aun cuando la mujer lo arrastró afuera de ésta y lo dirigió a la entrada del castillo, en donde había un carruaje y al lado de éste se encontraba Min Ho, que al parecer su viaje no había sido muy extenso como el esclavo pensó que sería.

—Taemin —Min Ho dijo con una sonrisa que fue dedicada sólo a su amante.

—Mi Señor.

Taemin no se había dado cuenta que estaba sonriendo, ni que las demás personas empezaban a alejarse, a excepción del cochero que permanecía a un lado de la puerta, y que fue la única razón de que el chico no corriera a los brazos de su amo, porque eso no estaba bien, ya que su amor siempre existía lejos de los ojos de los demás.

—Feliz cumpleaños.

La frase de su amo le sorprendió, porque él no había pensado en su cumpleaños, desde hace mucho tiempo que ya no era relevante eso, desde que fue arrebatado de su pueblo para convertirse en un esclavo, algo que todavía dolía cuando pensaba en su hermano, a quien creía que ya no vería nunca más.

Min Ho se colocó al lado de Taemin y le hizo una señal al cochero para que abriera la puerta del carruaje, y luego el hombre habló con alguien en el interior, haciendo que el chico esperara algunos minutos antes de que viera su regalo de cumpleaños, que hizo que su respiración se cortara al ver como un niño de no más de ocho años bajaba con algo de dificultad del carruaje, siendo ayudado por el cochero.

Taemin sintió sus piernas temblar y cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, porque a pesar de los años él creía saber quién era ese niño que lo miraba como si fuera un total extraño.

—Es Dae Kyung —susurró Min Ho —lo encontramos.

No esperó que le dijeran que podía acercarse o a que el niño lo reconociera, sino que movió sus piernas tan rápido como podía y cayó sobre sus rodillas a su lado, abrazándolo fuerte mientras sus lágrimas caían por sus mejillas, sin ser reconocido por el pequeño, que lo miraba asustado y sin corresponder a su abrazo, porque eso no era algo a lo que él hubiera estado acostumbrando, no después de haber recibido algunos castigos por ser un "niño malo" y aprendió que lo único que debía de hacer era obedecer.

—Dae Kyung —Dijo entre sollozos —soy yo, Taemin, soy tu hermano Taemin.

El niño siguió mirándolo como si no lo conociera, pero eso no detuvo al chico de seguir abrazándolo y revisarlo si tenía alguna herida, porque Dae Kyung se veía más delgado de lo que él lo recordaba y a pesar de que su ropa no estaba sucia, no parecía haber estado pasando por una buena vida, sino que un disfraz le hubiera sido colocado para que nadie lo notara.

Taemin no quería soltar a su hermano a pesar de que le dolía no ser reconocido, sin embargo, no estaba dispuesto a darse por vencido, él iba a hacer que Dae Kyung lo recordara, e iba a cuidarlo, no permitiría que nadie los volviera a separar.

Min Ho observó en silencio la escena, no pensó que vería a Taemin llorar, pero su amante a pesar de las lágrimas parecía feliz, y eso le dijo que hacer ese viaje en la madrugada fue productivo, porque había hecho feliz al chico, y esperaba que la ropa que le compro para que llegara más presentable no revelara que el niño tampoco había tenido una excelente vida, porque también había sido tomado como esclavo, aunque según sabía, por su corta edad su labor era llevar y traer recados.

Él había recibido una carta hace algunos días atrás de que el niño fue encontrado, que sería llevado al pueblo y desde ahí Min Ho lo llevaría hasta el castillo, ¿y qué mejor día que en el cumpleaños de Taemin?, porque encontrar a Dae Kyung había sido el regalo perfecto, y por la última mirada que su amante le dedicó antes de llevarlo a la cocina lo sabía, y él se sentía dichoso de hacer feliz a Taemin aunque fuera por un día.

Prometo amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora