Capítulo 2.

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Hola.

Antes que nada creo que debo hacer ésta aclaración, y es que la historia no será contada cronológicamente, puede ser un poco confusa porque tampoco uso fechas.

No digo más, pasen a leer.


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Llegar a su cumpleaños número dieciocho era lo que muchos habían querido, pero él ya estaba cansado de esas celebraciones que se hacían "en su honor", odiaba que hubieran cientos de personas reunidas dentro del castillo y con quienes tenía que socializar así no quisiera porque era una falta de respeto que el cumpleañero que era por quien se habían reunido no estuviera presente, y a pesar de que quisiera que ese año fuera diferente sabía que no lo sería, porque había visto a su madre hacer preparativos para esa celebración anual en su honor, y hubiese preferido que sus padres tuvieron otro hijo a quien darle el título de marqués, lo que fuera que le diera a él más libertad, porque él prefería estar en el campo, montar un corcel hasta agotarse bajo la luz del sol, y no rodearse de ciento de papeles, y al menos no tenía que participar de la tarde del té con su madre, eso hubiera sido peor.

El anuncio de que su padre estaba de regreso luego de tres días que no hubiera estado en castillo hizo que todos bajaran al salón principal del castillo para recibirlo, incluido él a pesar de no encontrarse de ánimos para hacerlo, porque sabía a lo que regresaba su padre, para la "celebración" de su cumpleaños, y definitivamente iba a odiar ese día, aunque lo que le gustaba era que cuando sus padre hacía ese tipo de viajes era para encontrar un buen regalo para él, lo que le había proporcionado tener buenos corceles durante los años, y aún recordaba el primer caballo que le fue regalado, un corcel pequeño que no le fue dificultoso montarlo cuando tan sólo tenía seis años, pero las cosas habían cambiado y ahora le gustaban los caballos rápidos y difíciles domar, representaban un reto y por lo tanto entretenimiento para él.

Su padre bajó de su carruaje con la elegancia que todo marques parecía poseer, y fue recibido por los brazos de su madre en un abrazo que demostraba lo feliz que la mujer estaba que se encontrara de regreso, y Min Ho observó la escena en silencio porque era algo que le gustaría ver en su futuro, que alguien lo amase de verdad y no alguien con quien tuvo que casarse por obligación como había visto a lo largo de su vida suceder con muchas personas en donde los matrimonios eran arreglos entre familias, pero sus padres eran pocas de las personas que se habían casado por amor y no porque sus familias los obligaron a una edad tan temprana que incluso no llegaban a la mayoría de edad antes de que ya estuvieran incluso esperando al primer heredero de la familia.

Una pequeña sonrisa apareció en sus labios cuando su padre se acercó a él envolviéndolo entre sus brazos y lo felicitó porque ya era todo un hombre, un decir que parecía que los enorgullecía tanto a ellos, y también escuchó como el hombre le hablaba de su regalo de cumpleaños, que extrañamente en lugar de haberlo llevado a la caballeriza como solía hacerlo, lo llevó hasta la entrada principal de su castillo, seguido por su madre y algunas criadas que estaban cerca para lo que se les pudiera ofrecer.

—¿Qué os parece vuestro regalo? —preguntó su padre.

Un chico fue halado hacia al frente, dejando ver su cuerpo cubierto por una camisa blanca que lucía sucia y un pantalón negro que quedaba bajo su rodilla que parecía haberse roto de alguna forma que no quería saber, ni cómo su padre había cambiado la idea de un regalo tan repetido pero que le hacía feliz, por un chiquillo que estaba en los huesos y que lucía como si antes de haberlo llevado ante él, lo hubieran revolcado en cuanta tierra y lodo encontraron en el camino, que incluso hizo que mirase a su padre incrédulo de que no fuera una broma y aquel chiquillo no fuera sólo un criado más de la castillo y al final le presentaría su verdadero regalo, un hermoso corcel que tal vez fuera más rápido que sus otros corceles que la edad les afectaba.

Prometo amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora